Opinión

“Súper poderes índigos frente a políticos ineptos” por Inés Sainz

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Creo que nuestra estimada Ministra de Educación no ha oído hablar en su vida de los niños índigo porque si lo hubiera hecho, sabría que por mucho que intente fabricar una generación tras otra de potenciales inútiles, no lo va a conseguir. Y se lo dice alguien que nunca destacó por sus estudios. Es más, repetí 3º de BUP porque me interesaba entre cero y nada como me explicaban las cosas en el colegio, no encajaba en la normas establecidas y no soportaba la deshonestidad.

Pasé la selectividad con un aprobado raspado, tirando de una imaginación desbordante, una letra impecable sin apenas faltas de ortografía y gracias a asignaturas como Historia, Filosofía y Lengua, donde la redacción me permitía simular que sabía algo mas de lo que en realidad sabía. Cuando llegó la hora de elegir carrera universitaria, yo seguía en mi limbo, mientras todos mis amigos iban encaminados a la facultad de derecho, empresariales y/o económicas. Pensaba en estudiar periodismo pero no me acaba de convencer. Descubrí entonces que comenzaba a despuntar una nueva profesión en algo que se llamaba marketing y comunicación. Aún no estaba reglada pero parecía algo con futuro. Siempre estuve más centrada en el desarrollo de una profesión, que en los estudios en sí. Fue empezar a estudiar algo en lo que poder desarrollar mis capacidades y habilidades, y empezar a sacar unas notas brillantes.

Con estos antecedentes en mis años escolares, habría acogido con alegría la “nueva idea de bombera torera” de nuestra Ministra. ¡¡Llegar a selectividad sin tener aprobadas todas las asignaturas del bachillerato!! ¡¡Un sueño hecho realidad!! Si a mí me hubieran permitido hacer eso, estoy segura de jamás hubiera llegado a emprender y fundar mi propia empresa. Primero porque no hubiera tenido la oportunidad de repensar por donde quería orientar mi futuro. Ese año extra me dio la oportunidad de reconocerme a mi misma que no era parte del rebaño que debía elegir entre ciencias o letras. Que aunque a priori las letras se me daban mejor por la cantidad de libros que leía, la ciencia aunque me costaba más, me parecía súper interesante. Y segundo, porque me di cuenta que con mi imaginación y mi creatividad, podría unir disciplinas de uno y otro lado como siempre estuvieron en la antigüedad, y tener una profesión que por aquel momento ni existía. ¿Sabéis como se llamaba a la ciencia antes de 1840? Filosofía natural.

Entonces vamos a explicarle a la Sra. Celaá ciertas cosas sobre la evolución de la especie y los niños índigo, porque claramente ella se ha quedado en un estrato inferior. Cosas que pasan cuando vives del esfuerzo de los demás y encima pretendes gobernarles. Aunque no está científicamente probado y está mas cerca de la mitología que la realidad, es posible que algunos de nosotros, con patrones de comportamiento distintos como el de ser extremadamente sensibles; que desde muy pequeñitos nos cuestionábamos todo y no aceptábamos la autoridad impuesta a través del miedo, hayamos dado un paso adelante en el plano espiritual, ético y mental de la evolución. Uno de nuestros súper poderes es el de empatizar con los demás. Y lo llamo súper poder porque es una habilidad que se tiene o no se tiene. Por muchos estudios y grados universitarios que tengas, jamás lo podrás desarrollar. Estoy intentando recordar a algún político con empatía, y fíjate por donde, no me viene uno solo a la cabeza. Es más, es justo todo lo contrario. Son fríos, calculadores y con un ego sobre dimensionado. Algo que siempre me parece absolutamente alucinante, ya que somos nosotros los que les pagamos el sueldo y en teoría, les quitamos y les ponemos de sus sillones. ¿Por qué se creen dioses?

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Otras capacidades que se nos atribuyen son: una gran imaginación, intuición sobre desarrollada, espontaneidad mas alta de lo normal, rechazo a una moral estricta, gran sensibilidad, bajas capacidades de concentración, energía en exceso, curiosidad, inquietud y un fuerte sentimiento para generar una “diferencia significativa”. Me imagino que todas estas habilidades a la Sra. Celaá y sus compinches, les suenan a chino. Si alguna vez se consigue probar científicamente, que desde el último tercio del siglo XX existen los niños índigos, podremos dormir tranquilos. Habremos ganado la batalla moral y cultural a la que pretenden someter a nuestras futuras generaciones.

 

Inés Sainz

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