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Paloma Cervilla.- Yo soy feminista y qué pena que en la España del siglo XXI una mujer tenga que decirlo, alto y fuerte, para que no haya ninguna duda. Porque parece que, si no te sumas cual borrego a las directrices que impone una izquierda que se está cargando este movimiento, te tachan de “defender a los maltratadores”, como sorprendentemente tuve que escuchar ayer de boca de una dirigente podemita, en el programa de 120 minutos de Telemadrid, en el que colaboro.
Es indignante que la izquierda haya politizado una causa que debe unir a todas las mujeres frente a un objetivo común: poner freno a la violencia machista, a la discriminación por ser mujer en nuestros trabajos, en nuestras vidas.
Porque la gran mayoría hemos tenido que aguantar a un hombre que nos ha menospreciado por ser mujer, que nos ha querido humillar en nuestro trabajo, que se ha sentido amenazado porque somos mejores que ellos y nos ha querido ningunear, que se ha creído con el derecho de despreciarnos y de decirnos cosas denigrantes, porque era su única manera de intentar quedar por encima de nosotras, sin conseguirlo.
Yo tengo muchas razones para ser feminista, pero también tengo otras muchas para no ir a la manifestación de hoy, ni sumarme a una forma de defender el feminismo, que a mí, y a muchas mujeres, no nos representa.
Yo no voy a una manifestación precedida de declaraciones como las de la tal Adriana Lastra, la portavoz del PSOE que llamó “hooligan” a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, en la que nos arenga a “vestir las calles de rojo”.
Yo no voy a una manifestación en la que se va a leer un comunicado a favor del aborto, atacando a la derecha, al capitalismo, hablando de inmigración de xenofobia, de vallas, de concertinas y de los CIES (centros de recogida de inmigrantes).
Yo no voy a una manifestación impulsada por una izquierda radical y por un socialismo que se cree que el feminismo es una causa suya, “progresista”, como dijo ayer la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo.
Yo no voy a que me manipulen, a que me utilicen como un torpedo electoral, a que manoseen mi condición de mujer en su propio beneficio.
Si los que organizan y promueven esta manifestación les importara de verdad la causa feminista, trabajarían en pro de un manifiesto donde solo tuviera cabida una frase: Por los derechos de la mujer y la igualdad real. Y le pediría a los partidos políticos que, por favor, nos dejaran en paz.
