Cantabria

La historia real de un auténtico Alatriste de Santander, de la época de los barcos de vapor

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Un Alatriste en el Santander del Machichaco

 

 

Esto que viene no es ningún cuento de Pérez Reverte, que como muchos sabemos se basaba en historias reales de los Tercios. Pero no. Aquí estamos hablando de un personaje de carne y hueso con nombre y apellidos, fecha de nacimiento y aventuras certificadas. Un hombre que dejó tan profunda huella en la generación de su tiempo que el más famoso poeta marinero de Santander, José del Río Sáinz, alias Pick, lo definió como el hombre más fuerte y más bravo de la historia de la ciudad a juzgar por el pueblo. Es decir, que ni él mismo, que lo conoció en persona y lo admiraba, como el ídolo de su juventud, le puso ese título de honor, sino que fue un veredicto popular nacido de la leyenda viva de un auténtico héroe.

 

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Un lobo de mar de Santander real que, además de sobrevivir a los peligros de cruzar el Atlántico en esos primitivos barcos de vapor, hizo también su fama como chulo de los puertos. No sólo en Santander, sino también en el puerto hermano de La Habana, por ejemplo, donde se desafió con un negrazo enorme porque éste había insultado a la bandera española.

 

 

Un héroe popular de Santander en el olvido

 

Para mí es una de las historias más alucinantes es que haya encontrado hasta ahora, nos dice el autor, no sólo porque se trata de un personaje espectacular sino también por el olvido que ha caído luego sobre él. Incluso en mi propia familia, siendo hermano de mi tatarabuela, se había perdido hasta el nombre de este Capitán de la Marina Mercante metido a justiciero popular. Y ya en su día fue bastante polémico, porque muchos le quisieron adjudicar el sambenito de que era él mismo parte del mismo hampa portuario al que decía combatir. De hecho, ese famoso desafío que tuvo con ese rebelde cubano en La Habana, a quien el poeta Pick calificó como un negro ciclópeo, fue uno más de tantos combates callejeros que mantuvo a lo largo de su vida. Pero siempre se trataba de batallas contra personajes poco recomendables, tanto en Santander como en los puertos que conoció.

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Uno de los rasgos que más destaca el autor es la contradicción de un personaje que quería ser justiciero y moralista, pero que nunca abandonaba el hábitat de los adictos al vicio y delincuentes: los círculos sociales donde se jugaba a los prohibidos en Santander y en cualquier muelle donde parase, pero también los burdeles y cafés cantantes que tanto escandalizaban a Menéndez Pelayo.

 

La ludopatía y el crimen en el Santander del Machichaco

 

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Se pasaba la vida, literalmente, de bar en bar, en especial cuando tuvo que dejar los barcos por una enfermedad que contrajo en algún puerto y que yo identifico con la sífilis, que era como el SIDA de la época. Y antes que eso ya tenían que tronar Santander con la bocina del barco, para que saliera del tugurio donde hubiera pasado la noche. Porque sin él no podían zarpar, dado que era el oficial piloto de la nave. Por eso le llamaban Piloto, aunque llegó a Capitán antes de sufrir una jubilación anticipada por enfermedad.

 

Y es en dichos tugurios donde conoció en todo su esplendor ese hampa urbano, portuario, centrado en el juego ilegal y la explotación sexual, no sólo de las mujeres, sino también de chicos jóvenes que eran víctimas de lo que se denominaba la trata de blancos. Un negocio cruel que persiste hoy en día y que pone a la venta lo más sagrado de toda sociedad: la inocencia y la seguridad de los más pequeños.

 

 

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Un valiente capitán de la Marina Mercante del Santander de los barcos de vapor

 

Pero fue aquí donde sacó más a relucir su faceta de héroe este Capitán, Teodosio Ruiz González. Un hombre de hierro que, pese a verse aquejado por todos los vicios y hasta por la peor enfermedad de su tiempo, para la cual no había cura, se enfrentó al peor de los delitos posibles, que es la trata de personas. La verdad es que fue un avanzado a su tiempo, no sólo por su defensa de las mujeres de Santander, que en su gran mayoría se veían abusadas por ser inmigrantes de otras zonas de España.

 

Tengamos en cuenta que por entonces Santander era un auténtico emporio comercial y muchas personas se veían atraídas por esta riqueza. Inclusive muchas mujeres que eran engañadas, como pasa hoy en día con muchas inmigrantes que vienen a Europa, para ser explotadas con empleos que distan mucho de ser tal cosa. Y lo mismo pasaba con los menores de edad, para los que había incluso menos atención pública y sanitaria, pero este antepasado mío se rebeló contra esta miseria insoportable.

 

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Una visión diferente del tema de los raqueros

 

No en vano he llegado a la conclusión de que los raqueros sean víctimas de toda esta situación, por lo que me parece desacertada esa estampa romántica y hasta divertida de ellos. Simplemente eran niños pobres que estaban en la calle y se veían expuestos a todo tipo de problemas, igual que pasa hoy en día con los chavales de los países en desarrollo.

 

 

Pido una calle en Santander para el Capitán Teodosio Ruiz González

 

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Yo creo que no hay que fijarse tanto en que fuera ludópata, mujeriego o bebedor, o incluso que hiciera uso cotidiano de la máxima violencia, dado que la empleaba sólo contra los peores delincuentes. Inclusive contra agentes de la Policía Municipal de Santander del siglo XIX y del XX, que eran tan corruptos como el peor de los mafiosos.

 

Pero Teodosio Ruiz González se enfrentó a todos, en bastante soledad, por cierto, y logró incluso victorias importantes contra esta mafia organizada, antes de que llegara su propio fin. Y no dudó incluso en arriesgar su vida por defender el honor de la bandera española, que había sido insultado por un provocador que pertenecía a una secta que también sale mucho en el libro. Para mí son innumerables sus méritos y es por ello que voy a pedirle una calle en Santander, donde tenemos una asignatura muy pendiente con nuestra propia Historia.

 

Para solicitar el libro lo podéis pedir en mbooralive@gmail.com y se os mandará a casa con los gastos de envío incluidos.

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