Historia

Rivalidad naval hispano-inglesa

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La confrontación entre España e Inglaterra data de la Guerra de los Cien Años, siglos XIV-XV, y tuvo en el mar su escenario privilegiado, por el carácter peninsular e insular respectivo. Con alternativas, se arrastró cuatro siglos largos hasta la batalla de Trafalgar a principios del XIX. Desde Trafalgar, España deja de ser una potencia naval de alguna importancia, hasta que en 1898 conoce su desastre naval más humillante.

No obstante, la decadencia desde Trafalgar no debe llevarnos a una valoración negativa o despectiva del pasado naval hispano. Muy al contrario. En ese largo tiempo, España desplegó, a partir de finales del siglo XV, el historial marítimo indiscutiblemente más importante de la historia humana, como he señalado en otras ocasiones. Mientras los demás europeos apenas pasaban del comercio en torno al continente y de la piratería y luego el tráfico negrero, los barcos portugueses y sobre todo los españoles, cruzaban los océanos y descubrían el mundo.

Y en el plano militar España ocasionó a sus rivales turcos, ingleses, holandeses y franceses derrotas muy dolorosas. Durante la Guerra de los Cien años, entre Francia e Inglaterra, la flota de Castilla se hizo dueña del golfo de Vizcaya, venció repetidamente a los ingleses, en alguna ocasión aliados a la Liga Hanseática, e incursionó repetidamente por el sur de la isla y hasta cerca de Londres. En el siglo XVI se registra el desastre de la Gran Armada, que la hábil propaganda inglesa (y protestante) ha atribuido con éxito a su propia acción, auxiliada por “el viento de Dios”; aunque fue ese “providencial viento divino” el principal responsable del fracaso. No obstante, el relativo éxito inglés fue replicado con la mayor contundencia al año siguiente en la batalla de Lisboa, que esta vez se debió a la acción española y no a los vientos. Es llamativo, e indicativo de una profunda decadencia moral e intelectual, que este conjunto de hechos apenas haya sido valorado por la historiografía española.

En el siglo XVIII, España amplió sus exploraciones y emprendió campañas científicas; y en la lucha por la supremacía en el mar volvió a ser capaz de ocasionar a Inglaterra numerosos reveses, culminados en la batalla de Cartagena de Indias, la mayor catástrofe de la marina inglesa junto con la de Lisboa. No obstante ya la espina de la decadencia hispana estaba clavada en Gibraltar. Y el siglo XIX, comenzado con Trafalgar y terminado en Cavite y Santiago de Cuba, marca para España la más profunda impotencia, de la que no se ven indicios claros de salida hoy por hoy.

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