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¿Quien ha matado a Laura?

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Tres cosas, tres, me han llevado a ponerme a escribir este artículo. 

Tres cosas, aun sabiendo que seguramente voy a cabrear a mucha gente… que no me importa un puñetero mojón, y alguna otra que según y cómo me importaba algo más… y que posiblemente deje de importarme tan pronto como me hagan saber su disgusto por estas palabras. Tan convencido estoy de lo que voy a escribir. 

¿Quien ha matado a Laura Luelmo? 

¿Han oído ese refrán tan castellano que dice así: “Entre todos la mataron y ella sola se murió”? 

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Pues algo así. Salvo que, de ese “todos”, unos la han matado más que otros. 

Adelante. Para empezar, a Laura la ha matado la izquierda. La ha matado el PSOE, la ha matado Carmen Calvo y las feministas. La ha matado PODEMOS. La ha matado la zascandila de Ione Belarra. La ha matado Pablo Iglesias, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Y Rubalcaba. Y Zapatero. 

(¿Necesitaré decir y afirmar solemnemente que el párrafo anterior está escrito de forma poética y que es un conjunto que atañe a la moral pero no a la realidad de los hechos? Dicho queda).

Como en una novela de Agatha Christie, todos ellos han ido hundiendo el puñal en el pecho de Laura. 

Cuando alguno se oponía a la Prisión Permanente Revisable, mataban a Laura. Cuando el que tenía el poder se desentendía de las peticiones de los padres de niñas asesinadas, mataba un poco a Laura. Cuando la “izmierda” aseveraba que la “cadena perpetua” era una venganza inadmisible, estaban golpeando a Laura. 

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Sí, señores. Ha sido la izquierda en su completo conjunto la que ha arrebatado la vida de Laura Luelmo; la que la acorraló en un callejón de un pueblo de mala muerte la que la secuestró, torturó y finalmente asesinó. Y efectivamente, ha sido ese izquierda “miliciana” la que en la hora de la verdad, no pudo violarla y, enferma de odio, la izquierda de por junto la mató. De rabia. 

Todas esas afirmaciones estúpidas, completamente absurdas y henchidas de cretinismo… Toda esa contaminación acústica que es, en realidad, la política. Todo eso ha secuestrado, torturado y asesinado a Laura. 

¿Y la segunda cosa? Porque dije tres; vive Dios. Y hete aquí que llega la segunda.

¿Quien mató a Laura? ¿Quien mató al señor comendador? ¡Las mujeres han sido! ¿Que mujer, voto a Cristo? ¡Todas ellas! 

O, mejor dicho, casi todas. Las que berrearon contra la Ley de la Condena Permanente Revisable, las que, por algún motivo desconocido, exigen el derecho a asesinar a sus propios bebés pero braman cuando los ciudadanos de bien piden la pena de muerte para los violadores, asesinos y pederastas; las que la ceguera del empoderamiento, la multiculturalidad y el progresismo ha convertido en muñecas de cartón con el cerebro tan contaminado que nunca serán mujeres completas de nuevo. 

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Esas, esas mujeres también han matado a Laura.

¿Y El tercer punto? ¿Cual podrá ser?

Muchos, les diré. Muchos más factores, gentuza y cuestiones han matado a Laura. Y algunas se las regalaré de postre. Pero por sobre todo, la última cuestión, el último detalle, que es el más triste, el más lamentable, y el que más rabia me produce. 

Laura se suicidó, señoras y caballeros. Se suicidó; inconscientemente, pues no quería morir, pero pese a ello, eligió el camino de La Parca. Fue buscando a la Dama de Negro, y puso su blanco cuello a los pies de la guadaña. 

¿No estoy acaso perdiendo el juicio? Me preguntarán. Pero yo les respondo, con ira y frustración: 

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¡NO! Laura Luelmo se suicidó en el momento que decidió que el mundo era como las feministas, los progres, la izquierda y PODEMOS le había dicho que era. Y era MENTIRA.

El mundo, señoras y caballeros, es un lugar peligroso. Inmundo. Terrible. El mundo te matará si puede. Y si eres una mujer, te matará con más facilidad. Pero no se preocupen: al fin y al cabo, más del 65% de los asesinatos en España tienen por víctimas mortales a hombres. Aunque no se lo crean. Así que, a pesar de que matar a una mujer es más fácil para un hombre, no son la mayoría de las víctimas. 

De momento. 

Verán ustedes: me guío por lo que hizo Laura, y por lo que publicó en sus redes sociales. Un aparente “tweet” me hizo reflexionar, pues decía, más o menos, así: “Nos dicen a las mujeres que no vayamos solas por lugares oscuros, en lugar de enseñar a los monstruos a no serlo”. 

¿No notan el olor a izquierda rancia y mentirosa? ¿De verdad no lo huelen? 

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No, pequeña. Estabas equivocada. Y el que te aconsejó te quería bien. Nunca debiste ir sola por lugares oscuros. 

Porque te engañaron, niña. Porque a un monstruo NO se le puede enseñar a no serlo. Un monstruo es lo que es. Y no es otra cosa sino la que es; A un monstruo se le mata, o no se le mata. Se le encarcela o no se le encarcela. O se le libera. Al tuyo, la izquierda lo puso en la calle, y, además, te dijo que eras libre y que el universo estaba de tu parte.

Y ahora estás muerta. 

Señoras y señoritas: os están engañando; los hombres de bien os queremos vivas; pero os agredeceremos profundamente que pongáis algo más de vuestra parte; os daremos las gracias si nos permitís protegeros; estaremos satisfechos si podemos ir a buscaros o a recogeros. Porque, señoras y señoritas, hay gente mala. Siempre habrá gente mala. Y esa gente si puede, os violará. Os matará. Os causará daño y dolor. Y nosotros estamos programados y educados para evitarlo. E incluso morir intentándolo. Es lo que deseamos. 

O al menos, lo que deseábamos antes de que el Nuevo Orden se ocupase de educar a los niños. Y, como hemos visto, a las niñas. 

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Y hoy estamos desolados; hoy todo es llorar y crujir de dientes: hoy los politicastros lamentan, sienten, se emocionan. Mentiras. Mentiras que se las llevará el viento aun mientras tenga calor el cuerpo de Laura.

¿Que si odio a los políticos? Por supuesto que no; odiar es delito ya; ¿No lo sabían? La izquierda nos prohibe odiar, del mismo modo que prohibe la familia y prohibe la educación de valores tradicionales. 

¡Como voy a odiar a los políticos! No señoras y caballeros: paso palabra. 

Acabaría aquí, pero no estaría completo este artículo, pues aún queda algo de culpa por aclarar: y me temo que en esta ocasión es como “El Gordo” cae “muy repartido”. 

La política es reflejo de gente. Aunque esa gente sea gentuza deleznable digna de representar lo más idiota del ser humano. Esas organizaciones… esas ONG siempre listas a colarnos inmigrantes ilegales, terroristas, asesinos, violadores… ellas TAMBIÉN han matado a Laura. Con la colaboración imprescindible de políticos, gentuza mediática progre y votantes aquejados de cretinismo congénito. 

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No diré más; les dejo con unas cifras en forma de palabras. Pues eso es, hoy, la pobre Laura Luelmo. Un número en la estadística; el objeto frío y duro que, como perros rabiosos, se disputan, a dentelladas y gruñidos los políticos en el Congreso.

“25 mujeres murieron en 2018 a manos de sus parejas; 25 vidas ejecutadas por seres indignos de llamarse hombres. Seres que debieron ser ejecutados y que hoy viven. 

De todos ellos, 10 son magrebíes.

Rumanos fueron 6.

3 dominicanos.

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Y gitanos como el de Laura, 4.”

El que sepa sumar, que sume. 

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