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En 1980 Carl Sagan estrenaba el documental “Cosmos” que comienza así.
“Por primera vez tenemos la capacidad de decidir nuestro propio destino y el de nuestro planeta. Es un momento de gran peligro pero nuestra especie es joven, curiosa y valiente. Y promete mucho [..]. Queremos buscar la verdad a donde quiera que nos lleve, sin embargo para encontrar esta verdad, necesitamos imaginación y escepticismo a la vez. No nos asusta especular pero tendremos cuidado al distinguir entre especulación y hechos”.
Cuarenta años después, estas palabras pueden describir perfectamente el momento actual que vivimos, entre una población que ha sucumbido al terror inoculado por políticos inútiles y por los grandes medios de información, que hace tiempo perdieron toda su credibilidad, abandonando la noble profesión de informar y sucumbiendo al poder. Y otra parte de la humanidad, que sigue cuestionando y haciéndose mil preguntas, porque los relatos y los datos no les cuadran.
Cualquier ser humano que haya leído un poco, sabrá que en la antigüedad se conoce como la tríada de los valores de la humanidad a la Belleza, la Verdad y la Bondad, que para filósofos como Platón o Kant estaban estrechamente unidas. Hoy asistimos a la desintegración por completo de estos valores y a una auténtica guerra espiritual, ya que a cualquiera que haga mención a los mismos, se le señala y se le etiqueta como “negacionista”. Consultando el significado del sufijo “ista”, podemos saber que encuentra dos cargas semánticas distintas, las cuales lo llevan a formar sustantivos o adjetivos que se refieran a los siguientes conceptos: partidario o simpatizante con una causa; y profesión u oficio desarrollado por un individuo.
Lo peor es que se señala con nombres y apellidos a todo el que piensa diferente. A todo el que, a la vista de un caos informativo de proporciones bíblicas, se ha salido de la norma general impuesta por la ciencia politizada, y busca científicos y periodistas sin conflictos de intereses, que contesten a sus dudas y calmen sus mentes curiosas e inquietas. Dudas, todo sea dicho, que provienen del razonamiento lógico y no del razonamiento emocional guiado por el miedo. En un ejercicio simple, podríamos dividirlos en personas que ven la televisión y personas, entre las que me reconozco, que decidieron apagarla hace un año y medio, puesto que lo único que genera es ansiedad y confusión.
Una de las cosas que llevamos reclamando desde hace tiempo es un debate científico entre los que dicen que el virus está aislado y purificado, y los que dicen que no. Entre los que dicen que no es un virus mortal y que no se transmite por el aire, y los que dicen que debemos seguir con mascarilla y distancia social “per saecula saeculorum”, a pesar de ver a diario futbolistas que se abrazan y presentadores sin mascarilla ni distancia. Y no, lo de que se hacen PCR’s cada quince días, no cuela. Primero porque hoy puedes no estar contagiado y al día siguiente sí. Por cierto el debate de las PCR’s también sería digno de verlo en directo. Otro debate es el de las mal llamadas vacunas pero eso da para un tercer episodio.
Así que desde aquí hago un llamamiento a cualquier cadena de televisión valiente que quiera cumplir con su objetivo social y responsable de informar y no aterrorizar. Les auguro un gran éxito de audiencia, así como la recuperación de su credibilidad y su reputación. Para su información, esto no solo pasa en España, está pasando en todo el planeta, con lo que el debate daría la vuelta al mundo. Me ofrezco humilde y gratuitamente a organizarlo y convocar a unos y otros ponentes. ¿Se atreverá alguno a convertirse en un héroe de verdad que consiga poner fin a esta “infodemia”? Espero y deseo que así sea por el bien de la humanidad.
Inés Sainz