Opinión

“Que no te encadene nadie” por Juan Manuel Jiménez Muñoz

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Me niego a instalar cadenas anti-nieve en las ruedas de mi vehículo por los siguientes 11 motivos:
1-Es mi coche, es mi elección, es mi libertad personal, es mi derecho constitucional. Nada podría con eso.
2-La efectividad de las cadenas anti-nieve no está probada suficientemente, excepto (según dicen) en condiciones experimentales por las empresas que las fabrican. Qué curioso.
3-Mi vecino del tercero tuvo un accidente con el coche mientras usaba cadenas. Y sabemos fehacientemente por un conocido de mi suegra, que un primo segundo del marido de la mujer que vende lotería en el metro, también. No hacen falta más estudios. Eso demuestra que las cadenas no son seguras.
4-Ya son decenas los muertos en accidente de coche mientras usaban cadenas anti-nieve. ¿Y las autopsias, eh? ¿Y las autopsias de esos cadáveres? ¿Dónde están las autopsias de esos fallecidos? ¿Por qué las oculta el Gobierno?
5-Algunos ya van por el tercer juego de cadenas, lo que prueba que son inefectivas y poco resistentes.
6-No sabemos de qué demonios están hechas realmente las cadenas. Dicen que contienen grafeno, y microchips de silicio. Vete tú a saber. En el manual de instrucciones no viene la composición exacta. Yo, desde luego, no pienso poner las cadenas hasta que los manuales no incluyan la composición.
7-Existen métodos probados contra la nieve mientras se está circulando con un vehículo. El más contrastado es ir escupiendo buchitos de lejía a las placas de hielo del suelo. El dióxido de cloro, que sirve para todo y es inocuo, rompe las placas de nieve sin necesidad de cadenas.
8-Las grandes empresas automovilísticas nos meten miedo en invierno para que compremos las cadenas. De hecho, fueron esas grandes empresas las que inventaron la nieve.
9-Si pongo cadenas en las ruedas, el Gobierno podría rastrearme en la nieve. Por las huellas, digo. O por la maligna composición de los microchips de las cadenas. Y tal cosa sería muy inconveniente si me sepulta un alud.
10-No pienso poner cadenas a las ruedas de mi coche hasta que no me las recete un mecánico especialista por la Universidad de Oxford: siempre por escrito; y siempre asumiendo personalmente el mecánico de Oxford cualquier cosa que me pudiera ocurrir conduciendo.
11-Un sabio alemán ha publicado un artículo (que luego le censuró el Gobierno) en el que afirma que, de cada 1000 personas ingresadas en cualquier UCI de Europa, 700 lo son por eventos cardíacos, 200 por ictus, 90 por infecciones graves, 7 por accidentes de tráfico sin participación de la nieve, y sólo 3 por accidente de tráfico con participación de la nieve. Eso, como cualquiera puede inferir sin necesidad de tener una carrera universitaria, demuestra estadísticamente que: (1) La nieve es irrelevante en la mortalidad humana, y las cadenas anti-nieve son, por tanto, innecesarias. (2) Casi todos los 90 ingresados por infecciones graves habían utilizado cadenas anti-nieve alguna vez en su vida, lo cual es una asociación estadísticamente significativa de que las cadenas anti-nieve producen infecciones graves.
Edúcate a ti mismo, lector. Abre los ojos y deja de ser una oveja sumisa en esta conspiración mundial de las cadenas anti-nieve. No te fíes de los científicos, ni de los mecánicos, ni de los médicos, ni de los Gobiernos. Fíate sólo de lo que vean tus ojos, y de lo que te explique tu cuñao. Sobre todo de tu cuñao, que aunque se gana la vida como camarero en Torremolinos, entiende mucho de hielo: del hielo que le pone en los cubatas a los guiris.
Este invierno, yo digo NO a las cadenas del coche. Y tú, igual: mientras más hielo y más nieve veas caer en la montaña, menos cadenas habrás de utilizar para subir y bajar con tu vehículo.
Tu libertad, amigo mío, está muy por encima del mínimo riesgo que corres; y está muy, muy, muy por encima del riesgo que puedan correr los demás.
El mundo es tuyo, amigo de Facebook. El mundo se ha hecho para ti. Por eso, grita conmigo a los cuatro vientos:
¡Viva mi libertad!
¡Mueran las “caenas”!
Firmado:
Hombre de hielo.
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