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¡Qué bella es la multiculturalidad! Un subsahariano propina un brutal cabezazo a la luna de un taxi en Ibiza

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[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=DmKdzIhWHaU[/embedyt]Mal pintan las cosas en España, muy mal, cada vez peor. La sucesión de imágenes como las que ofrecemos en este video son ya tan frecuentes que corremos el riesgo de familiarizarnos con ellas y ajustarlas al cúmulo de acontecimientos que tienen el objetivo de destruir la trama de nuestra sociedad y la estructura de cualquier comunidad civilizada que se precie de serlo: proteger la integridad física de los naturales de ese país. El escenario es de nuevo Baleares, concretamente Playa d’en Bossa (Ibiza).

Ante la atónita mirada de los turistas, un ciudadano británico de origen subsahariano se lanza contra un taxi en marcha golpeando con su cabeza la luna del vehículo. Los vecinos de Ibiza aseguran que no son hechos aislados y que la situación es insostenible.Las imágenes nos retrotraen a escenarios remotos, cuando éste era aún un país decente y, con algo de candidez por nuestra parte, contemplábamos sucesos de este tipo como pertenecientes a un universo ‘multicultural’ del que felizmente no formábamos ni formaríamos nunca parte.

¿Qué hemos hecho para llegar a esta situación? De entrada inclinarnos por un sistema político que representa la encarnadura de todos los males y de todos los vicios inimaginables hasta hace poco. Sinceramente, no entendemos lo que está sucediendo en España ni que éste sea el pueblo que protagonizó algunas de las epopeyas más importantes de la historia. No es cosa de dramatizar, pero nos tememos que la situación se le ha ido de las manos a políticos, policías y jueces. La anarquía llama a nuestras puertas. Una minoría (aún) está consiguiendo imponer su línea de actuación a la mayoría silenciosa.

Difícil también exigirles respeto por el país que les acoge cuando contemplan a diario cómo sus derechos se imponen a los nuestros y cómo cualquier apelación al orden y a la expulsión de los ilegales se han convertido en consignas identificadas con la xenofobia y la intolerancia, tipificada incluso como delito. En definitiva, se han hecho fuertes porque saben que se enfrentan a una sociedad debilitada y acobardada, moralmente exánime, a un Estado nauseabundo que antepone el derecho de cualquier delincuente extranjero al de sus víctimas nacionales. Ellos se saben intocables y protegidos por políticos, partidos de izquierda, ONGs y medios de comunicación. La laxitud de nuestras leyes son para ellos una invitación al delito. Y a que nos impongan sus intolerables formas de vida.

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Si el Gobierno no hace algo, dándole la autoridad que le corresponde a las Fuerzas del Orden Público y dejando en suspenso ciertas garantías constitucionales, la situación se puede enquistar de muy mala manera, hasta tal punto de que estos sucesos se transformen en algo cotidiano cada vez que haya algo que no agrade a los inmigrantes.

Lo malo es que los partidos del sistema son parte del problema. Nos han metido en una callejón de difícil salida ya que su supervivencia política empieza a depender cada vez más de los que producen la mencionada anarquía. Mala cosa, muy mala.

La única nota positiva del suceso de Ibiza es que la luna del taxi no sufrió daños.

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