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Xavier Rius.- Hace muchísimos años, en una galaxia lejana, Pedro J. le espetó a Antonio Franco:

“¿Antonio, no me digas que para investigar el caso Filesa tienes que enviar dos periodistas a Chile?”.
Era un debate del Colegio de Periodistas de Catalunya a principios de los 90 y la frase, como ven, me quedó grabada.

Había corrida la leyenda urbana de que El Periódico escondió el caso Filesa, el presunto caso de financiación ilegal del PSOE.

Que el contable de la empresa, el chileno Carlos van Schouwen, se fue con papeles a la redacción del diario del Grupo Zeta y estos le dieron largas.

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Cansado de esperar se fue luego a El Mundo. En esa época no tenían ni siquiera delegación en Barcelona. Apenas una corresponsal aguerrida, Ana Aguirre.

Debió ser verdad porque, el día de autos, El Mundo lo dio a toda pastilla y El Periódico a dos columnitas en portada.

Cuando, en el mencionado debate, Antonio Franco alegó que había mandado dos periodistas a Chile Pedro J. Ramírez le replicó con la citada pregunta.

Viene la anécdota a cuento porque El Periódico ha enviado ahora dos periodistas a una ciudad marroquí próxima a Tanger para informar sobre los menas catalanes.

Que conste que son unos reportajes cojonudos.

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Pero lo que tiene que hacer ahora es mandar dos reporteros a los barrios y localidades catalanas con más inmigración.

Salt, ca n’Anglada, Sant Cosme, La Mina, Llefià, Rocafonda. ¿Sigo?

No, no lo harán.

Tampoco lo hará TV3.

Recuerdo que hace años, los del 30 Minuts emitieron un reportaje de producción francesa que pretendía desenmascarar el ultra Front National.

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Pero el programa de investigación de la cadena pública ni siquiera ha sido capaz de poner los pies en ca n’Anglada, en Terrassa.

Y eso que está a apenas 30 kilómetros des los estudios de Sant Joan Despí.

Como el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, al que nunca se le ha visto por estos lares.

Ribó, como se sabe, veranea en la Cerdanya. Zona bien. Ahí hay poca inmigración.

Yo lo he hecho. Y un par de veces. Después de que imputarán al imán por incitar a la violencia contra la mujer. No sé como acabó el caso.

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Guardo en la memoria un par de anécdotas.

La primera es que de la mezquita salía mucha gente. Muchísima gente. Seguramente por encima del aforo permitido.

Me dio tiempo de ir a buscar el coche al párking, pagar el importe correspondiente, sacar el vehículo y todavía salía gente.

La segunda era también un viernes. Por la mañana.

Había un bar, digamos, para españoles. Botellas de Veterano en las estanterías y un jamón colgado de un gancho.

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Apenas unos pocos clientes: un jubilado, un parado, otro que jugaba a las tragaperras.

Al lado había otro bar. Sólo magrebíes. Estaba lleno. Al menos 40 ó 45 personas.

Más de una quincena en la terraza. Las conté.

Conseguí entablar conversacion con uno de ellos.

Casi no hablaba castellano. Mucho menos catalán.

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Me sorprendió que estuviera tan lleno en pleno horario laboral.

Se lo dije y le pregunté:

  • ¿De que viven?
  • Estamos en paro o en ayudas.

Se me cayó el alma al suelo.

Si alguien duda de mi palabra puede leer el libro del exdiputado del PSC Mohamed Chaib, de origen marroquí, “Ética para una convivencia” (La Esfera de los Libros).

“No vamos bien -reconoce- cuando una persona que hace quince o veinte años que está en Catalunya se levanta por la mañana y piensa que los servicios sociales le continuaran solucionando todos los problemas”.

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“Esto es ir por el mal camino -añadía- porque estas situaciones no suponen ni integración ni adaptación ni nada de nada”, añade.

El libro es del 2005. Han pasado casi quince años pero dudo que se haya hecho nada. La situación deber ser igual o peor. Como diría Gonzalo Boye: Ahí lo dejo.

En efecto, parece mentira que lo tenga que decir yo, pero la prensa ha hecho también mucho daño.
Especialmente la progre, la bienpensante, la buenrollista. La que mira a otro lado.

Sí, todos somos personas.

Y lo que está ocurriendo en el Mediterráneo es un drama.

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Pero la inmigración tiene también un impacto.

De entrada en la convivencia porque son culturas distintas y distantes.

También en las escuelas, en los centros de atención primaria, en las ayudas sociales. Y sobre eso no dicen nada. Es políticamente incorrecto.

En TV3, por ejemplo, llevan varios días machacando con el Open Arms. Parece la tele de Òscar Camps.

El otro día daban primero el Open Arms, luego el Open Arms y más tarde el Open Arms. Luego Jéssica Albiach, de los Comunes; y Carles Riera, de la CUP. Una tele alternativa.

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A continuación creo que sacaban a Nacho Martín Blanco, de Ciudadanos, pero supongo que para que puedan decir que son plurales.

Como los de Rac1 -a veces una prolongación de la Corpo, sobre todo en temas como el proceso- con la diferencia que estos lo hacen de lunes a domingo.

Lo he dicho siempre, el día que a Javier Godó se le instalen unos refugiados o unos okupas en el jardín de su casa de la Bonanova dejan de meterle semáforos rojos a Trump.

En El País también han apostado por la cuestión. Es verano, escasean los temas y como he dicho es un drama humano.

Al menos el pasado domingo tuvieron la gentileza de recordar el viraje de Pedro Sánchez en inmigración a una columnita.

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Cuando, tras acoger el Aquarius en Valencia, dijo que “A mí, personalmente, el haber salvado la vida a 630 personas hace que piense que vale la pena dedicarse a la política”.

Y por las redes sociales también circula aquel tuit que le mandó a Rajoy cuando estaba en la oposición: “El Gobierno de Rajoy debe atender ya al barco de Opne Arms”.

De aquellos polvos vienen estos lodos. Como añoro, entre la izquierda española, a socialistas de pulso firme como Manuel Valls.

Los de El Periódico llevan, por su parte, los reportajes citados. A la Ser ya no llegó pero deben andar con lo mismo.

Al menos hemos podido confirmar algo que todo el mundo sabe: que los menas marroquíes tienen familia.

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La madre de uno de los menas acogidos en Catalunya decía: “a los niños les dan un centro, les dan ropa, les dan estudios … y papeles”.

¡Cómo no van a venir!

Y la panadera del barrio afirmaba: “se cumple la voluntad de Dios”. De Dios y de la Generalitat, he pensado para mis adentros.

Además, seguro que debió decir Alá, pero en El Periódico han puesto Dios, que es más neutro.

En fin, en la entrega de este martes había uno que decía “cruzaré como sea” y los autores del reportaje explicaban: “los chavales cuelgan en las redes sociales sus viajes por mar”.

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Efecto llamada. Esto es imparable. La prensa dando la bienvenida.

Lo que nunca he entendido es que la familia de uno de los afectados salía con cuatro hijos -cinco contando el que se ha ido- pese a las dificultades económicas.

Es una cosa que dejo para sociólogos y antropologos: en Europa la gente no tiene hijos si no puede asegurar su bienestar.

En otras culturas, como la musulmana, suelen tener cuatro o cinco hijos y luego Dios dirá.

Y sí, Marruecos es muy pobre pero recientemente el rey estrenaba un yate de 90 millones de euros. Lo leí en El País.

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También lleva veinte años en el trono. Al principio hizo reformas. Luego la cosa se enfrió.

Claro que el Rey de Marruecos tiene a España entre la espada y la pared. España no puede permitirse tener malas relaciones con el reino alauita.

El control de la frontera sur depende de Rabat. De Rabat y de mucho dinero.

Además está el contencioso de Ceuta y Melilla. O el de la pesca. El Sáhara, en cambio, es causa perdida.

Pero todo esto ya es otro tema.

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Es curioso, con el tema de los menas, no he oído a nadie de la embajada marroquí en Madrid o del consulado en Barcelona interesarse por ellos.

Ni siquiera ha salido nadie del númeroso colectivo en Catalunya: más de 400.000. Algún imán que dijera: nosotros nos comprometemos a acoger a tantos y velaremos por su bienestar e integración.

En fin, como el artículo me ha quedado cortito voy a poner dos ejemplos más sobre la influencia perversa de la prensa en estos asuntos.

Hace años, en Vic, el Ayuntamiento decidió poner en conocimiento de la Policía todo aquel inmigrante sin papeles que quisiera empadronarse.

¡La que se armó!

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Lo bueno es que no era una decisión individual del alcalde, Josep Maria Vila d’Abadal, de CiU, sino de todo el equipo de gobierno que incluía PSC y ERC.

Tras la presión de El País y El Periódico, los respectivos partidos enmendaron la plana a sus secciones locales.

Hasta mi amigo Celestino Corbacho, entonces ministro de Trabajo, se opuso a la medida.

Creo que Corbacho, en esto, no estuvo muy fino. Él había sido alcalde de l’Hospitalet y era consciente de los problemas de la inmigración.

El consistorio acabó rectificando.

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A mí, la verdad, me parecía lo más normal del mundo.

¿Si los Ayuntamientos son Estado por qué no pueden poner en conocimiento de la Policía los que llegan indocumentados?

¿Si la Ley de Extranjería prevé su expulsión cómo puede ser que puedan empadronarse sólo con contrato de alquiler y pasaporte en vigor?

Con eso ya tienen educación y sanidad gratis.

La consecuencia de la polémica fue el éxito electoral de Plataforma por Catalunya.

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Todo esto ocurrió en el 2010. En las siguientes elecciones municipales, las del 2011, el partido de Josep Anglada sacó cinco concejales.

El mapa político en Vic se fragmentó. PSC y ERC lo acabaron pagando. Creo que no se han recuperado.

Y un último ejemplo.

El de Angela Merkel cuando abrió las fronteras de los refugiados a Alemania.

La habían estado machacando porque en julio del 2015 porque hizo llorar a una niña palestina delante de las cámaras de televisión porque le dijo que no podían hacer excepciones.

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“Tú eres una chica muy simpática. Pero sabes que en Líbano hay miles y miles de refugiados palestinos.

Y que si les dijéramos a todos que pueden venir.. y también a los africanos… No podemos hacerlo.

Algunos van a tener que volver a su país”, le dijo. Las cámara de television lo captaron y lo emitieron.

Unos meses después, en septiembre, corrió como la pólvora en las redes sociales la foto de aquel niño de tres años ahogado en un playa de Turquía.

Otro drama, sin duda. Pero a mí siempre me sorprendió que una víctima ahogada apareciera en dirección al mar, no al litoral.

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El maestro Gregorio Morán, nada sospechoso de coincidencia ideológica con Vox, tranquilizó mi conciencia poco después.

En una sabatina escrita en el 2015, decía: “La manipulación de este pobre niño sobre el que nadie se pregunta nada, salvo quedarse anonadado ante la tragedia, es tan descomunal que avergüenza hasta escribirlo”.

La foto, por cierto, la hizo una fotógrafa-activista palestina.

Merkel decidó abrir fronteras.

Ya venía tocada porque, con la crisis griega, la habían comparado con Hitler. En manifestaciones en Atenas había salido pintada hasta con el bigotito.

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Creo que fue el principio del fin de su carrera política, la crisis del SPD y el ascenso, de rebote, de Alternativa por Alemania.

Un político no puede gobernar pendiente de lo que dicen los periódicos.

El problema es que la mayoría de ellos -y d nuestros periodistas- viven en una burbuja. Alejados de los barrios con mucha inmigración.

El que viva en el Raval, por ejemplo, que levante la mano.

En el Eixample, en Sarrià, en Sant Cugat o en el Maresme -por poner sólo algunos ejemplos- se ven pocas chilabas.

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Mucho menos nicabs. Yo una vez vi uno por mi calle y se me pusieron por corbata.

Recuerdo que hace años -y prometo que es la última batallita que les cuento- la estrella de la Copro, Ricard Ustrell, me dijo en twitter que era “mala persona”.

Por decir precisamente esto: que no basta hablar a favor de los refugiados, hay que ir también a los barrios con mucha inmigración.

Me lo encontré meses después en la calle, y tras presentarme, insistió en que “era mala persona”.

O le daba un guantazo -podría ser su padre y él un niño malcriado- o me iba.

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Me fui. Lo deje enmedio de la calle dando lecciones. Pero siempre me he arrepentido de no haberle dado un guantazo.

Poco después entrevistó a Puigdemont en Waterloo. Es uno de los niños mimados de la cadena.

En fin, ahora sí, ahora ya lo he contado todo.

Ya me pueden llamar racista, xenófobo o islamófobo, el insulto de moda.

Pero yo he estado en ca n’Anglada, en Salt, en Rocafonda, en Sant Llorenç.

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Y vivo en el casco antiguo de Martorell, que dicho sea de paso, no es Pedralbes.

Otros muchos no han pasado de la Diagonal.

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