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¡Por España, ni más Sanchismo, ni más populismo!

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Diego Romero
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Por Diego Jesús Romero Salado (Especial para AN).- Mi afinidad política, la marca mis principios y valores por afinidad con un proyecto político.

Cuando tenía 14 años ya iba a los mitines de Alianza Popular; al cumplir la mayoría de edad me afilié al PP: nunca he militado ni votado a otra formación que no fuera el PP. Me siento democristiano, como muchos españoles del área de centro-derecha y no defiendo el liberalismo decimonónico, como “algunos” pretenden vendernos como “cura” de todos los males a modo “bálsamo de fierabras”. En España, la mal denominada “derecha”, en realidad, no es otra cosa que una auténtica distopía: llamarse de “derechas” es como algo ficticio, sin substancia, carente de sentido y fuente de discordias, porque los españoles hemos sido y somos en su mayoría “sociales”. En España hasta ahora no ha calado nunca, ni calará, una formación liberal al estilo “Tea Party” americana, porque, aunque me parezca una exageración, resulta muy sorprendente lo que un día me dijo un buen amigo: -“En España existen “socialistas de izquierda” y “socialistas de derecha”. Claramente se refería a que la mayoría de los ciudadanos españoles no concebiríamos un modelo político sin una seguridad social pública y universal (ex. art. 41 de la Constitución Española), sanidad pública y gratuita, enseñanza pública; en definitiva, políticas sociales que han contribuido durante decenios al bienestar social de muchos españoles, y esto creo que resulta necesario aclararlo a los que parecen querer importar modelos anglosajones como solución mágica.

Diego Romero, en su despacho, junto al juez Franisco Srrano, momentos antes de que éste firmara su inclusión en Vox como militante.

Y, todo esto, que tanta paz social trajo a nuestra sociedad, marcando el hito del surgimiento de las clases medias no se debe supeditar a los intereses de la aritimética financiera que dictan las políticas a seguir desde fuera de nuestras fronteras; lobbys que resultan, a veces, más poderosos que los propios estados.

Ni tampoco, se puede resolver la crisis económica asfixiando a los españoles y recortando derechos sociales, pero tampoco olvidándose y cayendo en el populismo de filocomunistas y antisistemas.
Cierto que hoy en día está de moda el denominarse “liberal” y/o “social-demócrata”, máxime cuando llegamos a elecciones, ¿verdad, Sánchez?, pero no menos cierto que no significa lo mismo “liberal” en sede de la Escuela de Chicago que en sede de la Escuela Austriaca, porque así podíamos llegar al anarco-liberalismo libertario, o “social-demócrata” inglés a alemán, no es lo mismo.

Y es que, en realidad, en España los “liberales” caben en un taxi -como afirmaba Garrigues Walker-, y, sin embargo, casi todo el espectro del área de centro/derecha presume de “liberales”. La sociedad española es distinta y aquí ha sido posible conjugar políticas económicas de corte liberal, incentivadoras del crecimiento económico, con políticas de protección de los derechos sociales, como demuestra el hito que supuso el auge de las clases medias españolas, hoy en fase de extinción. No existen recetas mágicas, ni el liberalismo individualista ni el modelo socialdemócrata: el mantener la paz social principia por el empleo y el mantenimiento de unos ratios de bienestar social mínimos, que van más allá de la miopía que supone el ver la solución de los problemas de los españoles desde posiciones de partido sectarias y excluyentes. Cierto que el ejecutivo de Rajoy pudo y debió haber derogado leyes frutos de la ingeniería marxista de Zapatero; pero, no menos cierto, que la situación que vive España es de extrema gravedad y que la mayoría de los votantes tanto de Vox y de Cs -se lo aseguro- pasarían factura si por culpa de los dirigentes se permitiera que las riendas de nuestra nación la tomara el socialismo más extremo de Sánchez con sus socios marxistas, filoetarras y golpistas.

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La democracia es el gobierno de la mayoría y nunca existirá -es imposible- un partido que represente una afinidad matemática a las sensibilidades de cada individuo: uno vota en función del grado de afinidad mayor. En mi caso, mi mayor afinidad mutó a Vox -en otros que conozco a Ciudadanos-, pero ante la gravedad de la situación actual de España y un PSOE alejado de la socialdemocracia y de la “E” de español, y ante la deriva populista de Vox, que renunció a formar parte de “España Suma”, me doy de baja en la formación, como muchos ya lo han hecho, con la conciencia tranquila de haber intentado servir a los intereses de España, apostando por la unidad del centro-derecha español y su reconstrucción desde la casa común, de donde provengo.

Abogado. Ex vocal del I CEP de Vox Sevilla. Ex representante general electoral de Vox en las Elecciones Andaluzas de 2015. Diego Romero fue el artífice de que Francisco Serrano entrara en Vox.

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