Opinión

Pagafantas de España: ¡sindiquémonos!

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Estimado pagafantas, ha llegado la hora de constituir un sindicato donde todos aquellos que sólo tengamos deberes y ningún derecho podamos intentar subvertir el orden social actual y recuperar lo que es por lógica lo correcto, que es que una persona tenga derechos y deberes.

 

Sí, eso es lo lógico, y alguien podría decirme si es que acaso en España no tenemos todos derechos y deberes y ahí mi respuesta es tajante: no, en España no tenemos todos derechos y deberes. Algunos millones de personas sólo tenemos deberes, porque los derechos los acaparan los vagos y maleantes, por decirlo de una forma un tanto metafórica pero real.

 

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Un español medio tiene el deber de permitir el acceso a su vivienda al primer sinvergüenza que se ha encaprichado con ella y sus pertenencias y que decide entrar. Y a lo mejor decide quedarse a vivir en ella a costa del propietario, pero el pagafantas debe pagar y callarse. No puede cortarle los suministros porque estaría incurriendo en un delito de coacciones. Sólo puede esperar a que el sinvergüenza decida irse, porque ha encontrado un chalé más cuqui donde okupar con sus lechoncillos, o llamar a empresas tipo Desokupa, para que saquen de allí al miserable e indeseable delincuente. Eso es en el mejor de los casos porque si el pagafantas vive de milagro y no llega a fin de mes le correspondería okupar un puente y vivir entre cartones y ratas. Eso por no mencionar que el dueño de la casa decida defenderse del intruso, porque como lo mate en defensa propia acaba en prisión, dado que lo mismo no fue una autodefensa proporcional porque no tuvo en cuenta hacerle el cuestionario correspondiente para saber para qué había entrado, si a robar, matar, violar o qué.

 

El español medio, el pagafantas de este artículo, tampoco tiene derecho a protestar porque no quiere que España se llene de extranjeros, que van a vivir de los impuestos de todos, que vienen a vivir del cuento y del robo y la okupación.

 

Se ha hecho regla general que el extranjero que viene, sobre todo si es moro, tiene que tener acceso cuasi ilimitado a todo, que paga el pagafantas, valga la redundancia. Sí, español, sí: esto es barra libre para quien llega (no hablo de quien viene a trabajar y a vivir de manera digna pagando impuestos, como todo hijo de vecino) y cree que España es el paraíso de los jetas, que eso es lo que lamentablemente somos a día de hoy. Los progres, una parte de españoles que creen que sus ideas son las mejores y que debes acatarlas so pena de lo que se les ocurra, dictaminan que allí donde haya un conflicto, nos traemos a todas las víctimas. Da igual si el Derecho internacional dice que en caso de guerra los que huyen deben ser acogidos por el primer país más cercano que no esté en guerra. Da igual.

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Los progres exigen que nos los traigamos a vivir aquí (pero no los meten en sus propias casas, claro está) y los que llegan exigen sus derechos, que no llevan aparejados ningún deber. Para eso ya está el pagafantas, que debe hacer una leve genuflexión, como nos ha enseñado Pedro Sánchez que hay que hacer, tal cual él la hizo ante la bandera de la comunidad autónoma catalana.

 

Podría seguir enumerando casi hasta la náusea, pero tampoco quiero que este artículo sea una invitación al suicidio. La parte positiva de todo este desvarío es que puedes cambiar de sexo siempre que quieras, pagafantas. No sé si hay un número ilimitado de cambios gratis o si a partir del cambio equis se paga una tasa, no lo sé, pero oye, a eso de momento sí tienes derecho… Menos da una piedra. Algo bueno tenía que haber salido de este atajo de desgarramantas que está convirtiendo España es un inmenso lodazal de lava vital.

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