Hay además un principio en historiografía: “la ausencia de prueba no es prueba de ausencia”. La ausencia de documentos no demuestra la ausencia de los hechos. Existen miles de hechos históricos no documentados y de cuya existencia real no podemos dudar, aunque solo los conozcamos borrosamente, porque sus consecuencias están claras. Si, por ejemplo, no hubiera quedado un solo documento de la Reconquista y solo hubiera constancia documental de la invasión árabe, sabríamos con toda certeza que la reconquista existió con solo mirar a nuestro entorno, aunque ignorásemos sus detalles.