Opinión

Necesidad de Don Pelayo

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Dice Henry Kamen, y como de costumbre le siguen otros ignorantes, que Don Pelayo nunca existió. ¿Cómo lo sabe? Porque los documentos que le mencionan son tardíos, bien porque se perdieran los anteriores o porque la tradición fuera oral. Pero todo movimiento social empieza por alguien y por algo. La Reconquista exige la existencia de alguien parecido a Pelayo y de algo como Covadonga.

Numerosos documentos, cristianos y musulmanes, hablan de ambos, aunque sean posteriores en un siglo. Ahora bien, uno puede creer que Pelayo no se llamaba Pelayo o que la batalla de Covadonga se dio en otro lugar, aunque no hay la menor prueba de una cosa u otra y lo más probable, con mucho, es lo que dice la tradición.

También el cristianismo exige alguien como Jesucristo. Es sumamente improbable que unos personajes se pusieran de acuerdo para inventarlo. Uno puede dudar de su resurrección o de sus milagros, pero pretender que no existió es mucho más indemostrable que lo contrario y no pasa de ser una pedantería algo necia.

Hay además un principio en historiografía: “la ausencia de prueba no es prueba de ausencia”. La ausencia de documentos no demuestra la ausencia de los hechos. Existen miles de hechos históricos no documentados y de cuya existencia real no podemos dudar, aunque solo los conozcamos borrosamente, porque sus consecuencias están claras. Si, por ejemplo, no hubiera quedado un solo documento de la Reconquista y solo hubiera constancia documental de la invasión árabe, sabríamos con toda certeza que la reconquista existió con solo mirar a nuestro entorno, aunque ignorásemos sus detalles.

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