A Fondo

No permitan que la duda les impida hacer lo correcto: yo votaré a VOX

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Si hay algo que no le voy a perdonar jamás a esta piara de ladrones analfabetos, mentirosos y criminales que se han reunido bajo las siglas de -entre otras- PSOE, es que me estén obligando, a la fuerza, a mandar mis principios al quinto infierno según se va, a la derecha. 

Hace muchos, muchos años que tomé una decisión: decidí que este juego absurdo, falso y absolutamente imbécil al que la muchedumbre iletrada denomina “democracia” era un juego al que YO no iba a jugar, gracias. 

La idea de participar, introduciendo un papelito en una urna de metacrilato –aún más humillante, entregando el papel a otro para que lo introduzca en MI nombre– tenía en mi mente un “nosequé” de violación. De sucio. Tuve que meditar mucho para descubrir el porqué mi instinto ya me avisaba incluso antes de que la razón me diese el motivo. 

Ante todo, la presunción permanente de los políticos asumiendo que YO soy tan patán como el resto del populacho. ¿De verdad quieren que me crea que la “democracia” es el sistema que “nos hemos dado”? ¿Quienes? ¿A quien? ¿Cuando? ¿Cómo? 

Advertisement

Si no nos hubiéramos dejado manipular la historia como lo hemos hecho, a lo mejor sabríamos todos, y no solo unos pocos, que el parlamentarismo actual era un concepto caduco y superado en los años 30 del siglo XX. 

Y, si no nos hubiéramos dejado engañar como idiotas -excepto honrosas excepciones- sabríamos que si de “progresismo” se trata, el sistema más moderno, progresista y avanzado que la humanidad se “ha dado” ha sido el fascismo, si usamos el nombre genérico del asunto. Aunque Hollywood ya se ha encargado de darle otros mil nombres.

En fin; no voy a darles hoy una clase de historia moderna: hay libros, siempre los ha habido, y cuentan la verdad. Si quieren saber más, arriba tienen mi correo electrónico. Escriban y pregunten. Si quieren. Es cosa suya aprender. 

El caso es que tras entender y aceptar cabalmente que el sistema actual de elección política, mal llamado “democrático”, es una broma de pésimo gusto ideada para mantener bajo control al conjunto de los votantes, el pueblo, los patanes que votan: el populacho ignorante que ejerce este supuesto “derecho” y que se manifiesta con flema británica cuando quiere algo (¿Conocen ustedes algún caso en el que se haya conseguido cualquier petición tras una manifestación reclamando el concepto X?) Juré que nunca jamás volvería a participar en unas elecciones. Nunca.

Y hoy me estoy replanteando esta decisión. Llevo días, varios días haciendo un examen de conciencia completo e intentando discernir si debería romper mis principios para hacer lo correcto. 

Advertisement

Se reduce a esto: ¿Debo, por España, romper mi promesa? 

Y, válgame Cristo, que en mi cabeza, que no es democrática, va ganando el SI por varios cuerpos de ventaja. 

Señoras y señores: elijan el adjetivo: soy un fascista, o un conservador; o un ultraderechista. O quizá soy un reaccionario. O la mezcla de todas esas cosas. O un hombre de orden. O un padre responsable. O un ser inteligente. 

Cualquiera de los adjetivos anteriores me cuadra, aunque les aseguro que ninguno es exacto. Del mismo modo, todos los anteriores son diametralmente opuestos a constituirme en un “progresista” o alguien “de izquierdas”. Sobre todo porque soy inteligente. 

Y dado que pertenezco a esa subespecie que según Podemos y su “troupe” debería ser exterminada y prohibida, mi razón es la razón de mi familia, de mi patria y de Dios. 

Advertisement

Familia.

Patria.

Dios. 

O quizá debería decir Familia, Dios y Patria. 

Pero por el Misterio de la resurrección de Cristo les juro a ustedes que la familia es lo primero. 

Advertisement

Como padre, no es que quiera, es que tengo la obligación moral absoluta de procurar lo mejor para mis hijos, y los hijos de mis hijos hasta dónde Dios y mis fuerzas me permitan. Esto es así y siempre lo será. Punto. 

Para ello, debo empecinarme en, por una ocasión de máxima urgencia, tomarme la licencia y romper la palabra dada y el juramento otorgado: 

No confío en partido alguno, y sé que es más que posible todos y cada uno de ellos me mientan, engañen y timen. Me consta además que en todos, absolutamente en TODOS hay una importante colonia de aprovechados hijos de puta. Esto es así. 

Y, a pesar de todo, voy a tomar mi voto como una lanza, como una bofetada moral que lanzo contra los traidores del PSOE, contra los traidores del PP, contra los protoasesinos de izquierdas y los vacuos de derechas; contra los falsos centristas y el 28 de Abril votaré en todas y cada una de las opciones al partido más odiado de los que participan: mi voto es para VOX.

Tengo un presentimiento. Creo que el 28 habrá sorpresas. Soy tan imbécil, ingenuo y absolutamente tontaina que espero contra toda esperanza que aquí mis compatriotas hagan algo bien. 

Advertisement

Sí, ya lo sé. Soy idiota. Pero yo votaré a VOX. Les recomiendo que hagan lo mismo. 

Vae victis, señoras y caballeros.

VAE VICTIS 

Y

ARRIBA ESPAÑA.

Advertisement

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil