Historia

Napoleón y el islam

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BD.- A lo largo de su vida Napoleón Bonaparte peroró muchísimo sobre los grandes temas de la vida y la historia, particularmente durante su exilio forzado en la isla de Santa Elena. El león enjaulado expuso sus opiniones y convicciones acerca de la religión, o mejor dichos, las religiones. El islam, que conoció durante su expedición de Egipto, parece ser la religión de la que más cercano se sentía.

Napoleón Bonaparte entra en contacto con el islam en 1798, en la campaña de Egipto (1798-1801). A su llegada a orillas del Nilo, se siente intrigado por la cultura del país y más particularmente por la tradición musulmana, la llamada del muecín y las enseñanzas coránicas. Algunos ven este acercamiento como una estrategia para mejor imponerse en el seno de un pueblo musulmán y comunicarse más fácilmente con las personalidades locales. Otros piensan en cambio que Bonaparte está realmente fascinado por la personalidad de Mahoma e impresionado por el fervor religioso musulmán. En una carta de fecha 28 de agosto de 1798, le confía al jeque El-Messiri: “El general Kleber me informa de vuestra conducta de la cual estoy satisfecho (…) Espero que no tarde en llegar el momento en que pueda reunir todos los hombres sabios e instruidos de Egipto y establecer un régimen uniforme, fundado en los principio del Corán, que son los únicos verdaderos y los únicos que pueden traer la felicidad a los hombres”. (Carta al Jeque El-Messiri (11 Fructidor, año VI), Correspondencia de Napoleón Bonaparte, Ed. Plon, 1861, t. 4, pieza nº 3148, p. 420).

El jefe del Ejército de Oriente, al haber perdido la práctica totalidad de su flota en Aboukir, retorna discretamente a Francia el 23 de agosto 1799, dejando al general Kleber en Egipto para continuar la lucha con un ejército disminuido.

Bonaparte, ya transformado en Napoleón 1º, le da al catolicismo un lugar en la sociedad. No por convicción, como lo prueba por ejemplo su actitud violenta con el Papa Pío VII, sino por interés. En una carta afirma que “Una sociedad sin religión es como un navío sin brújula”. El Emperador piensa que se trata de un elemento fundamental para Francia, un factor de paz social indispensable para evitar los excesos de las pasiones. “La religión cristiana es la de un pueblo muy civilizado. Esta ha educado al hombre; ella proclama la superioridad del espíritu sobre la materia, del alma sobre el cuerpo; ha nacido en las escuelas griegas, es el triunfo de los Sócrates, de los Platón de los Arístides sobre los Flaminius, los Escipiones, los Paul-Emile” dirá Napoleón al general Bertrand en Santa Elena. (Campañas de Egipto y Siria 1798-1799 (dictées par lui-même à Saint-Hélène, gal Bertrand), Napoléon Bonaparte, ed. Comon et cie, 1847, t. 1, Asuntos religiosos, p. 206).

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El islam parece desaparecer de sus inquietudes en el transcurso de su reinado, pero vuelve a hacer su aparición durante su exilio en la isla de Santa Elena (1815-1821).

Allí tiene el tiempo necesario para reflexionar sobre su vida y para filosofar sobre una multitud de temas. En una carta, que se encuentra en el Diario de Santa Elena, Napoleón habla de tres monoteísmos. En primer lugar considera que los judíos se han equivocado al querer guardar el mensaje de Moisés para confinarlo a su raza “elegida por dios”. Por otra parte admira a Jesús, pero deplora que el cristianismo haya sido recuperado por un “grupo de políticos de Roma” para controlar el pueblo, y que haya deformado la unicidad de Dios: “Le dieron a Dios unos acompañantes. Ahora ya son tres en uno”. Al final de su razonamiento, el Emperador depuesto se ocupa del islam, al que describe así: “Entonces, en un momento de la historia, apareció un hombre llamado Mahoma. Este hombre ha dicho lo mismo que Moisés, Jesús y los demás profetas: no hay más que un Dios. Este es el mensaje del islam. El islam es la verdadera religión. cuanto más lean las personas más inteligentes se volverán, más se familiarizarán con la lógica y el razonamiento. Abandonarán los ídolos y los rituales que soportan el politeísmo, y reconocerán que sólo hay un Dios. En consecuencia, espero que el momento no tarde en que el islam predominará en el mundo”.(Correspondencia de Napoléon 1º – Diario inédito de Santa Elana, de 1815 à 1818 (General Baron Gourgaud), Napoléon Bonaparte, Ed. Comon et cie, 1847, t. 5, Asuntos religiosos, p. 518).

En el mismo Diario de Santa Elena dictado al general Gouraud, se puede leer los siguiente: “Prefiero la religión de Mahoma. es menos ridícula que la nuestra”. (Diario de Santa Elena, 1815-1818, Napoléon Bonaparte, Ed. Flammarion, 1947, t. 2, partes 28 agosto 1817, p. 226).

Está claro que Napoleón Bonaparte era el heredero de las Luces y la Revolución anticlerical, llenas de confianza en el formidable progreso del espíritu humano. Napoleón utilizó a la Iglesia católica para conseguir sus objetivos políticos, forzándola a doblar la rodilla ante él. Su atracción por el islam es tanto más llamativo que no se trataba del interés de un hombre religioso sino del de un hombre de estado pragmático.

Sobre esa roca en medio del Atlántico, Napoleón no tenía ya ningún motivo para desvelar sus preferencias por la religión musulmana, y sin embargo lo hizo. Los historiadores se interesan poco por este aspecto de la personalidad de este icono de la nación francesa. Cabe preguntarse: ¿Por qué razones?

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