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Sin negar que la dirigencia progresista está repleta de ignorantes, además de dementes irrecuperables, nos preguntamos si su incapacidad de discernimiento no es producto en buena medida de un empacho de relativismo mal digerido. Lo suyo son los sueños de la sinrazón, siempre frente al bien, sea cual sea su adjetivación. Su entorno lo conforma una suerte de clonación ideológica, compuesta por una mayoría de loros mentales y una reducida minoría influyente y anclada en un enconado odio retrospectivo que enlaza soterradamente con los fuentes inspiradoras de la estrategia relativista y alimenta el disolvente que los loros se encargan de esparcir, enlatados en normas imperativas.
El último de estos enlatados relativistas es la Ley de Violencia de Género. Es difícil concebir que una ley de esta índole, por muy disparatado que sea, o parezca, pueda ser elaborada por una cabeza cuya vaciedad la ocupa el serrín de los más burdos tópicos progresistas. De lo que se trata en realidad es de relativizar la entraña conceptual de un régimen que ofreció a los españoles un estadio de felicidad que se agranda con el paso del tiempo, dejando en manos del poder político la interpretación “políticamente correcta” de aquel periodo de nuestra historia.
Mal deben irle las cosas a esta gente cuando tienen que echar mano de personajes como la marroquí Nadia Otmani y de incidentes tan chuscos como el de ayer en el Ayuntamiento de Madrid. Todo había sido preparado de antemano, hasta la posición que tenían que ocupar las cámaras para no perderse detalle del espectáculo. Hubo una unanimidad al criticar que Ortega Smith no mirara a su agresiva interlocutora mientras ésta lanzaba sus invectivas. De haberlo hecho, la mafia progresista habría dicho que el de Vox se encaró con ella.
Que una persona ajena al Ayuntamiento de Madrid increpara al portavoz de un partido político, en mitad de un acto oficial, debe parecerle a la iquierda lo más normal del mundo. Imagine el lector lo que esta gentuza estaría diciendo hoy si, en un acto institucional en favor del aborto, una muje católica se hubiese dirigido a la representante de Podemos en los términos en que lo hizo Nadia Otmani. El relativismo moral, supongo.
Pero ya que tenemos que hablar de los hechos, hagámoslo con el rigor que por ejemplo no tuvo ayer la susodicha. Nadia Otmani fue tiroteada por su cuñado iraní, dice ella que por salir en defensa de su hermana maltratada. El iraní que disparó tres veces a Nadia Otmani
El iraní que disparó 3 veces a Nadia Otmani fue condenado a 9 años de cárcel, pero a los 2 le concedieron el segundo grado, y el tercero a los cuatro años. De prevalecer la Ley de Violencia Intrafamiliar, que es la que defiende Vox, y no la de Violencia de Género, que es la que defiende la mafia progresista, el iraní estaría aún cumpliendo cadena perpetua y deportado en una cárcel de su país de origen.
Una de las cosas que con más agresividad escupió Nadia Otmani a Ortega Smith fue que “de este país no cobré ni un duro”. Veamos qué dice el BOCM sobre esta cuestión:
La asociación que ella fundó, que dirige y de la que es su única única representante se llama “Asociación de mujeres marroquíes Al-Amal”.
En el año 2009, la asociación de Otmani percibió 30.000 euros en concepto de apoyo al funcionamiento de asociaciones de inmigrantes también para la creación de empleo.
En 2010, un total de 60.000 euros de ayuda para un curso sobre “diversidad en igualdad” y también para “labor formativa de mujeres y sensibilizar a la población sobre la violencia de género”.
Las ayudas a la entidad dirigida por Nadia Otmani continuaron en 2011. Esta vez la cifra se elevó a 67. 580 euros para labores de “diversidad de igualdad” y de “construcción de empleo”.
En el año 2012, las subvenciones que fueron a parar a la “Asociación de mujeres marroquíes Al-Amal” fueron de 24.000 euros y de 21.000 euros, en concepto de “acogida para la integración de personas inmigrantes” y para la “promoción de la enseñanza del español”, respectivamente.
