Opinión

Memoria histórica de José Antonio

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Antes de tocar los huesos de Franco de donde reposan, ¿por qué no sacamos los de José Antonio Primo de Rivera? ¿Por qué no hablamos de su autopsia? ¿Por qué no contamos esto a todos los españoles y a los europeos -a los que nos presentamos sonrientes para camelar- lo que supuso su vil asesinato cruel y sanguinario, en el patio de la cárcel de Alicante por orden del escayolista-leninista Largo Caballero, y le llaman fusilamiento? ¿Ponemos una calle a algún canalla de aquellos, señá Carmena?
Los forenses eran José Aznar Esteruelas y Manuel Hurtado Martínez. Ninguno de los dos hizo el preceptivo informe de autopsia a los cinco cadáveres, ni presenció el espectáculo dantesco, ni tan siquiera emitió la inscripción preceptiva. El certificado se sustanció el 5 de julio del 40 (cuatro años después) por el juzgado de primera instancia nº 2 de Alicante, en presencia del juez municipal Federico Capdepón Icabalceta y del secretario del Distrito del norte Rafael Martínez Bernabéu. Miedo, desastre, impresión… ¿Progresismo? ¡No!

Lo cuenta José María Zavala. Si, asesinato cruel y despiadado con más de cuarenta espectadores, sin voz de fuego, y con más de sesenta disparos de Mauser a partes no mortales, a “capricho de miliciano” y a escasa distancia, sólo para hacerle sufrir gratuitamente, mientras hacían morir a sus cuatro camaradas mártires de Elda. Todo de puro manual estalinista (NKVD) para ejercer el odio rojo de los impotentes, los que perdían la guerra de esta manera, tan fácil y tan justamente. ¿Progresismo? ¡No! ¿Quieren perderla de nuevo transcurridos ochentas años de la primera derrota o sólo darle una manita de pintura verde?

Si esto lo cuenta Franco en El Escorial el 20 de noviembre del 39, cuando los falangistas depositaban sus restos en la basílica del monasterio tras exhumarlos del cementerio de Nuestra señora de los Remedios en Alicante y traerlos a hombros- caminando durante diez días por esos caminos de Dios, ya en paz, ríanse de las represiones y de la noche de san Bartolomé. Hubiera hecho indignar a tantos… Dios, cuánta memez arrastran… y siguen. ¿Hasta cuándo? ¿Progresismo? ¡No!

En 1959 -cuando aún había maquis comunistas por las montañas de nuestra patria intentando alterar la paz de los españoles y a eso le llaman represión franquista- fueron exhumados otra vez y llevados a la cripta del Valle de los Caídos donde reposan, hasta que a alguien -un soplavainas, que no otra cosa- le salga de donde salen esas cosas. ¿Impunemente?

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¿Por qué no los exhumamos de nuevo para que pueda ser comprobado por observadores extranjeros -lo que no se hizo entonces- que aquello fue una canallada comunista del demonio, una carnicería, una sarracina propia de chekistas? Lo pudo contemplar el empresario uruguayo Joaquín Martínez Arboleya, testigo de la barbaridad y que cuenta como le derribaban a disparos cercanos en las piernas entre sangre, para que sufriese, en Porqué (sic) luché contra los rojos. Montevideo 1961.

¿Van a prohibirme que lo diga a los cuatro vientos? Que lo hagan. Sí, lo digo y bien alto, pero Franco no lo dijo, sino que repitió entonces las nobles palabras de José Antonio cuando enterraba a un compañero:

“Que Dios te dé el eterno descanso y a nosotros nos lo niegue hasta que hayamos sabido ganar para España la cosecha que siembra tu muerte.”
¿Esto es la cosecha? Y Franco lo calló, lo ocultó a los falangistas vencedores contra todo pronóstico, no lo aireó, ni sacó a la prensa la siniestra autopsia inexistente y tantos escaparían por las alcantarillas insultándole.

¿Van a prohibir esta verdad los nuevos rojos vestidos de seda que se han colado en el gobierno por la gatera, retorciendo la Constitución española del 78, haciéndola callar a su antojo? ¿Van a modificar por decreto el artículo 1º, donde se dice que: “España es un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”? ¿Van a continuar haciendo mangas y capirotes cada mañana, sin que nadie salga al paso de esa banda maliciosa, siniestra e ignorante?

¿Es esto lo que se entiende por un país democrático como se asevera en este artículo 1º, o es un cuento chino lo expresado en la letra de la Ley Madre? ¿Cómo es que en un país democrático manda alguien que no ha sido elegido por la plebe, por su cuerpo electoral, que sumamos más de treinta y cinco millones y que encima nos amenace impunemente con acallarnos? ¿Qué coño es esto?

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Aquí estoy con Quevedo del brazo y que aplique el oído:
No he de callar por más que con el dedo
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

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