Religión

Masonería pura en el Seminario de Barcelona: así trata el Rector (Monseñor Felipe Julio Rodriguez) a sus seminaristas

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(Arriba, en la foto, el Curso de Seminaristas 2018-2019)

 La libertad en el fuero interno, la conciencia libre de cada creyente es uno de los principios básicos e inviolables de la vida religiosa.

Cada cristiano ha de ser y sentirse libre en cuestiones que miran a la conciencia cristiana. Tiene todo el derecho a mantener una opinión o actitud religiosa disidente: en todo aquello que no toca al dogma ni a la moral, evidentemente. Continendis in fide et moribus.

Es radicalmente trascendental que un católico pueda sustentar una convicción o actitud ideológica libre de toda coacción. Ha de ser una persona con criterio, libre para cambiar de opción cuando y como lo desee, sin traba alguna. Las personas tienen derecho a seguir una determinada espiritualidad o no, y a declarar o no sus gustos personales. Todos estos derechos que garantizan la libertad de conciencia, en ningún caso pueden generar una estigmatización eclesial.

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Y la Iglesia está en la obligación de defender y fomentar en su seno esta libertad. Más si cabe en los centros de formación de los futuros sacerdotes, que a su tiempo habrán de ser felices usufructuarios y educadores de esa libertad interior.

Pero no sucede así en el Seminario de Barcelona, donde todos estos principios se están violando sañudamente. Su rector Mn. Felipe Julio Rodríguez viola el fuero interno de los seminaristas cuando continuamente en sus arengas y proclamas repite ad náuseam que los movimientos eclesiales no deberían existir: aún a sabiendas de que la mayoría de los seminaristas proceden de estos movimientos.

No es de extrañar que estén ya hartos. Ahora ha empezado a colapsar de manera obsesiva y posesiva (tal como él es) a algunos seminaristas que acuden de tanto en tanto a sus respectivos movimientos. Lo hace prohibiéndoles que hablen con sus sacerdotes y vayan a sus medios de formación. ¿Será posible esa violación tan grosera del fuero interno? ¿Cómo podemos tolerar una cosa así?

Por su parte el Director Espiritual, el otro Rodríguez, el de Carracedo, acosa a los seminaristas preguntándoles de quiénes son amigos y si acuden o no al Centro Sacerdotal Rosellón del Opus Dei.

Éste pasado domingo, los seminaristas fueron obligados (severas prohibiciones para unas cosas, y fuertes coacciones para otras) a cantar y bailar aquel mantra brasileño (Misericordia Pai) y aquella danza New Age dirigida por la Serna, la profe de Blanquerna.

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Atónitos se quedaron los pobres seminaristas viendo a los obispos auxiliares y al Cardenal cogidos de los brazos “rompiendo pasillos” (trencant passadissos, como animaba ella, que dirigía el cotarro). ¡Menuda payasada!, como titulaba Llisterri a tenor de la consigna del Cardenal: ¡Barcelona vol més fraternitat! (Barcelona quiere más fraternidad).

Eso pasa por no creer que el mayor signo de fraternidad no son estúpidos testimonios y numeritos que no aportan absolutamente nada, ni coros mundanos y danzas profanas, sino la Santa Misa.

¡Y así educan a los futuros sacerdotes! Bueno, lo intentan: por ahora no lo consiguen. Y con estos que hay ahora, está bastante claro que no lo conseguirán. No por ese camino, por supuesto. Lo único que conseguirán es que les resulten insufribles.

Seminaristas -sin seguro- haciendo escalada en San Feliú.

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