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Manadas magrebíes

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Xavier Rius.- Voy a hacer una pregunta aterradora: ¿Cuántas violaciones o agresiones sexuales de las últimas semanas han sido cometidas por extranjeros?

Así, a bote pronto Santa Coloma, Sabadell, Manresa, Drassanes, Sant Sebastián. Quizá me dejo alguna.
Pero tengo la sensación de que los medios de comunicación les han dado menos cancha que a las autóctonas.

Recuerdo que un diario aparentemente serio como La Vanguardia publicó el 22 de junio del 2018 el titular que ilustra este artículo: “La Manada andará suelta” después de que el tribunal de Pamplona rechazará su ingreso en prisión a la espera de la sentencia definitiva.

En la siguiente página publicaban los nombres, apellidos y profesión de los autores. Sólo faltaba la dirección. Parecía el típico cartel del Far West: Se busca.

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Bueno, había todo el morbo parta satisfacer al personal más exigente en Catalunya, incluso el sector hiperventilado: ¡uno era militar y el otro guardia civil en prácticas!

Luego la cosa empezó a torcerse cuando descubrimos poco después que los catalanes también teníamos manadas.

Una manada en Molins de Rei ¡Nada menos que uno de los feudos del proceso! Sin ir más lejos el excalde, Joan Miquel Casals, es el jefe de gabinete de Torra.

Aquí El Punt-Avui ya hablaba de “presunta” en portada. Y dieron antes la reacción de la gente que los hechos. La noticia quedó relegada a la página 17. Claro, no eran españoles.

Además, la reacción de Ada Colau, los medios, la progresía y las feministas ha quedado atenuados en el caso de violaciones por extranjeros por el hecho de que eran ¡menas!. Al menos los de Santa Coloma, Sabadell y Manresa.

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Recuerdo que hace años ompareció el entonces conseller de Interior, Felip Puig, en el Parlament -el 8 de marzo del 2012- para hablar de violencia de género.

Había habido una oleada de crímenes y la oposición pedía resultados.

A Puig se le ocurrió mencionar la nacionalidad de las víctimas.

Xavier Sabaté, del PSC, se quejó del “lenguaje”; Jaume Bosch, de ICV, dijo que era “irrelevante”; Oriol Amorós, de Esquerra -ahora Secretario de Migraciones- le acusó de estigmatizar a la gente e incluso el diputado del PP en la comisión, Pere Calbó -una promesa que no cuajó- dijo que “la violencia machista no tiene nacionalidad”.

Pero lo cierto es que de las siete víctimas mortales en los primeros meses de aquel año tres eran españolas, una magrebí, una hindú, una brasileña y otra alemana.

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Y todo el mundo sabe, aunque algunos se empeñen en negarlo, que hay sociedades más machistas que las otras.

En el Islam, sin ir más lejos, parece evidente que los derechos de las mujeres están todavía a años luz de los derechos de las mujeres en las sociedades occidentales.

Y en algunos países de América Latina hay, probablemente, más machismo que en Europa.

Por supuesto no se puede generalizar. Y hay excepciones.

De hecho, aquí hemos aprendido mucho. En tiempos del franquismo el marido daba un guantazo a la mujer y la cosa quedaba en casa.

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Hace unos meses los colegas de la Crónica de El Mundo publicaron una “Anatomía de las 101 manadas”. En el largo reportaje había un dato escalofriante, eso sí no destacado en los titulares.

“Un 49% de los integrantes son extranjeros, grupo en el que destaca el 22% de ciudadanos procedentes del Magreb, principalmente de Marruecos, y el resto está por determinar”.

“Una sobrerrepresentación muy controvertida y muy ocultada”, añadían.

Esconder la realidad sólo es meter la cabeza bajo el ala y hacer un flaco favor a las víctimas. Pasadas y futuras.

Director de E-noticies

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