Opinión

Mala noticia para la UE, buena para Europa

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La UE es una especie de imperio lgtbi, anticristiano, antinacional, antifamiliar, proinmigración salvaje, cada vez más tiránico en la imposición de sus ideologías. Casualmente, Inglaterra comparte esas políticas excepto la tercera, y por ello ha decidido abandonar el tinglado. En otras palabras, los ingleses no tienen complejos con respecto a los demás europeos ni aceptan ser mangoneados desde Bruselas, mantienen un orgullo de nación y una conciencia de su superioridad cultural: no en vano la lengua que ha oficializado de hecho la UE es el inglés. Además, Inglaterra es muy consciente de haber creado un enorme ámbito de cultura con fuertes lazos económicos, que incluyen al país más poderoso del mundo y a otros con gran proyección mundial como Canadá o Australia, o una India en rápido crecimiento donde el inglés es la lengua de comunicación.

Compárese con la miseria moral y política de la España actual, donde el servilismo asociado a la nulidad cultural son los rasgos más definitorios. Ante el dilema de Esaú, Inglaterra ha elegido el derecho, aceptando sus riesgos. La España actual elige siempre los garbanzos, haciéndose la idea, en su estupidez, de que se los asegurarán otros a cambio de su servilismo. Los muy idiotas políticos, periodistas e intelectuales españoletes se echan las manos a la cabeza gimiendo: “¡Inglaterra se va de Europa! ¡No se da cuenta de que va a perder muchas lentejas!”. Por algo la entrada de España en la UE fue saludada como la “entrada en Europa”, somo si antes estuviera España en África. España es el país más europeísta, el más ignorante sobre Europa, sobre la que no tiene casi bibliografía propia, y el menos interesado en aprender. Lo que aquí se llama “Europa” es un mito compuesto fundamentalmente de leyenda negra antiespañola.

Y también España creó, en tiempos más felices, un extenso ámbito cultural con importante proyección económica, pero, al revés que Inglaterra, intenta difuminarlo idiomática y culturalmente, dando el peor ejemplo posible a los demás países hispanohablantes, que a su vez hoy forman un conjunto muy escasamente ejemplar para el resto del mundo.

La cuestión es: ¿podremos salir de esta miseria? Ningún partido se lo plantea; todo lo contrario: son a cual más “europeísta”, diríamos “europedista” por hacer un juego de palabras alusivo a su modo de pensar. Acaso VOX cambie esta orientación, parece haber indicios de ello. Digamos algo más: abordar esta cuestión exige clarificar la del franquismo.

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