Cartas del Director

Los separatistas pasan al cobro

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Si a ERC le importaba «un comino» la gobernabilidad de España, a Pedro Sánchez le han desaparecido las prisas por lograrla. Ya no urge combatir la pobreza extrema que acecha a once millones de españoles, ni rescatar de la precariedad a millones de trabajadores explotados, ni expulsar el heteropatriarcado de la sociedad. El ya presidente del Gobierno con plenas funciones ha aplazado la formación de su nuevo Ejecutivo hasta la semana que viene, dejando en ridículo a su futuro vicepresidente, Pablo Iglesias, quien ya había dado a conocer, con ansiedad apremiante, los nombres de su jefe de Gabinete y de una secretaria de Estado, entre otros cargos de la «pedrea» gubernamental. La Moncloa se le resiste unos días más al líder podemita, quien así recibe el mensaje de que, a pesar de los abrazos en el Congreso, Sánchez quiere unos días de liderazgo a solas, sin compartir fotografía con su vicepresidente comunista.

En realidad, la meca de La Moncloa para Sánchez lleva aparejada para España la formación de casi cuatro estructuras de Gobierno, la del PSOE, la de Podemos, la propia de La Moncloa y, como novedad, una dedicada exclusivamente a hacer de árbitro en esa tricefalia, que aparece en el último acuerdo de funcionamiento de la coalición. Y con tantas estructuras en lo que se vaticina un berenjenal administrativo, el acuerdo limita a los ministros hasta la libertad de expresión de los asuntos ajenos a su departamento mientras no sean aprobados por el Consejo de Ministros. No se fían los unos de los otros, piedra angular de un Gobierno nacido para satisfacer promociones personales pero pensando muy microscópicamente en España. Poco han tardado además en pasar al cobro los socios separatistas a los que Sánchez debe su nueva estancia en La Moncloa. ERC le reclamó ayer que el Gobierno se retire de todas las causas judiciales que se siguen contra el separatismo cuando este vulnera la ley y que en la infame «mesa bilateral» se trate la autodeterminación. De paso vino a discrepar la formación republicana con Carmen Calvo sobre si el pacto alcanza la negociación de presupuestos. Nueva amenaza. Tiene razón Don Felipe cuando ayer, en la promesa del cargo como presidente del Gobierno de Sánchez, afirmó que el acto fue «rápido, simple y sin dolor… El dolor viene después».

Sánchez parece que ya no tiene prisa, pero los separatistas sí, porque el líder socialista, además de embridar el unilateralismo de su socio comunista que ya se ha puesto a alardear de sus ministros, no representa para los secesionistas más que un comodín de su estrategia de impunidad y de secesionismo, de la que quieren obtener beneficios rápidamente, antes de que la legislatura implosione por su falta de viabilidad. A los separatistas también Sánchez les importa «un comino»; sólo les interesa lo que les valga y lo van a demostrar diariamente.

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