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Los musulmanes van a ganar, salvo que…

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Iudicamedomine.- El 15 de mayo de 1856 tuvo lugar un impresionante diálogo entre el futuro Cardenal Pie y Napoleón III. Lo relata P. Théotime de Saint-Just, en “La Royauté Sociale de N. S. Jesus Christ d’après le Card. Pie” [La Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo según el cardenal Pie], Beauchesne, París, 1925 (2a edición), págs 117-121 y lo reproduce monseñor Lefebvre en su obra “Le destronaron”.

“Me apresuro a hacer justicia de las religiosas disposiciones de Vuestra Majestad y sé reconocer, Señor, los servicios que ella ha hecho a Roma y a la Iglesia, particularmente en los primeros años de su gobierno. ¿Tal vez la Restauración no hizo más que vos? Pero dejadme agregar que ni vos ni la Restauración habéis hecho por Dios lo que había que hacer, porque ni uno ni otro ha restaurado su trono, porque no han renegado los principios de la Revolución cuyas consecuencias prácticas sin embargo, combatís. Pues el evangelio social del cual se inspira el Estado sigue siendo la declaración de los derechos humanos, que no es otra cosa, señor, más que la negación formal de los derechos de Dios.

Ahora bien, es derecho de Dios gobernar tanto a los Estados como a los individuos. No es otra cosa lo que Nuestro Señor ha venido a buscar a la tierra. El debe reinar inspirando las leyes, santificando las costumbres, esclareciendo la enseñanza, dirigiendo los consejos, regulando las acciones tanto de los gobiernos como de los gobernados. Allí donde Jesucristo no ejerce ese reinado, hay desorden y decadencia.

Ahora bien, debo deciros que El no reina entre nosotros y que nuestra Constitución está lejos de ser la de un Estado cristiano y católico. Nuestro derecho público establece efectivamente que la religión católica es la de la mayoría de los franceses, pero agrega que los otros cultos tienen derecho a una protección igual. ¿No es eso proclamar equivalentemente que la Constitución protege por igual la verdad y el error? ¡Y bien! Señor, ¿sabéis vos lo que Jesucristo responde a los gobiernos culpables de tal contradicción? Jesucristo, Rey del cielo y de la tierra, les responde: ‘Yo también, gobiernos que os sucedéis derrocándoos los unos a los otros. Yo también os concedo igual protección. He concedido esta protección al emperador vuestro tío, he concedido la misma protección a los Borbones, la misma protección a Luis-Felipe, la misma protección a la República, y a vos también, la misma protección os será concedida’”.

El Emperador cortó al obispo:

“Sin embargo, ¿creéis vos que la época en la cual vivimos comporta tal estado de cosas, y que ha llegado el momento de establecer ese reino exclusivamente religioso que vos me pedís? ¿No pensáis, Monseñor, que sería desencadenar todas las malas pasiones?”.

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Y el cardenal sentencia:

“Señor, cuando los grandes políticos como Vuestra Majestad me objetan que no ha llegado el momento, no me queda más que someterme, porque no soy un gran político. Pero soy obispo, y como obispo les digo: No ha llegado para Jesucristo la hora de reinar, ¡y bien!, entonces tampoco ha llegado para los gobiernos la hora de perdurar”.

Después de un esplendor de su gobierno, Napoleón III murió en el exilio en Inglaterra el 9 de enero de 1873.

El partido de voley playa femenino en Río, 2016. Alemania – Egipto

El partido, mejor dicho estas imágenes, han sido presentadas como muestra viva del “choque de civilizaciones”, o incluso de burla, manifiesta o escondida, de las jugadoras egipcias condenadas a una especie de esclavitud y anuladora opresión (islámica – este adjetivo se decía menos).

Al mismo tiempo, e implícitamente, las jugadoras alemanas proclamadas heroínas de la “libertad” y el progreso de la civilización occidental (actual, por supuesto).

Las imágenes del partido han dado vuelta al mundo

Pero esperad un momento. ¿No os dais cuenta que las alemanas van como unas guarras? ¿Qué civilización es esta? De la decadencia será. Las germánicas iban casi desnudas, con pudor inexistente. ¿Y esto es normal? Cuando a veces presentan la intervención de la Guardia Civil en los clubes de “alterne”, no se ven mujeres vestidas peor. ¡Porque peor ya no queda! Las mujeres desgraciadas que se exhiben al lado de las carreteras en las periferias de las grandes ciudades, tampoco van peor. ¡Porque las alemanas han roto todas las barreras!

No siempre Europa fue esto a lo que ha llegado. Aunque ya gobernada por liberales, las costumbres se conservaban. Observen por ejemplo las imágenes de la primera gran tenista, Charlotte Cooper (1870-1966). Sin velo, pero mujer en su vestimenta y formas.

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Los actores principales de “Orgullo y Prejuicio”

Expresaban su fascinación por las costumbres de la época en las que el hombre saludaba a una mujer con una inclinación elegante y viceversa.

Hoy, nuestra cultura se ha convertido guarra y paradójicamente destructora de lo femenino, sencillamente.

Estas imágenes (del partido) son un símbolo del fin de nuestra civilización occidental actual. También son una evidencia clarísima de por qué el Islám y su cultura odia a muerte a Occidente. Ellos saben que si se entregan a esta “cultura”, que van a desaparecer. Ellos están situados ante la disyuntiva: “el Islám, o la muerte”. Y lo aplican de forma literal.

No existe un combatiente más feroz, que aquel dispuesto a morir por su causa, por un ideal. Y ellos lo hacen. Luchar contra ellos con las armas, es imposible. Ellos ganan. Solamente se les puede ganar con otro ideal, más precisamente, el que aporta la fe cristiana.

Jugadora europea de tenis a mediados del siglo pasado.

Pero ellos esa fe no pueden ver en occidente. Ellos solamente ven la decadencia moral ante sus ojos. Esa decadencia debe ser combatida, esa es la única alternativa que ofrece el Islám. Actualmente, según lo que se ve en los medios de comunicación al uso, ellos son los únicos que ofrecen algo, una alternativa al continuo derrumbe de una sociedad sin principios.

Por eso ocurre que gente occidental desarraigada y desorientada, vacía ya del culto a cuerpo, del culto a nada, llega a abrazar el Islám porque solamente aquí dicen dos cosas firmes.

Naturalmente que el Islám es una muerte del alma, y es otro callejón sin salida, enlosado con crimen, abusos, liberticidios y animalidad. Pero ellos son el látigo que sacudirá a occidente, y ya lo está haciendo, hasta que este desaparezca… o tal vez antes de ello se arrepienta y abrace a Cristo… ¡también como la sociedad!

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Porque el principio liberal sobre el que se funda el occidente actual lleva a muerte y la victoria de otro más fuerte. No puede soportarlo. La condena es firme e irrevocable. Solamente yendo por una vía que se vislumbra en Hungría y Polonia, especialmente en Hungría, podrán hacer algo.

Mary Pierce, tenista francesa de finales de los años 80.

Antes que eso, tus mujeres, Occidente, serán raptadas, humilladas, violadas. Irán con miedo por las calles y no se atreverán a levantar la vista. Sufrirás lo indecible y vomitarás castigo que te va a sacudir.

Muchos no querrán admitirlo, se rebelarán, y tendrán lugar enfrentamientos y revoluciones aquí también. Correrá sangre y sangre por las calles porque los gobiernos occidentales, posiblemente intencionadamente, dejarán que esta política suicida siga. Será que alguien busca el conflicto aquí; puede ser eso también, pero da igual: lo habrá.

No, no ganarán los musulmanes del todo, pero habrá un revulsivo jamás visto en Europa. Los musulmanes son solamente un látigo permitido por Dios, y no tendrán victoria en todo; es más, perderán al final, pero muy al final. Su propia gente se rebelará, y tal vez nosotros seamos, en cuestión de dos décadas, entre su propia gente, es decir, gobernados por ellos.

La periodista Lara Logan rompió el silencio e informó sobre el asalto sexual masivo en Egipto durante la “Primavera Árabe”

Pero nunca, nunca, nunca Dios nos dará la victoria si no es es bajo el signo de Cristo. Europa tendrá que volver a ser Cristiana, tendrá que tener un régimen en el que la Religión de Cristo será puesta a inspirar las leyes para que esta civilización pueda vivir en libertad.

Ibtihaj Muhammad, primera norteamericana con hiyab.

Sin embargo, lo que estamos presenciando, es simplemente realización de antiguas y siempre nuevas profecías respecto a las sociedades que dan la espalda a Dios.

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