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“Las derechitas cobardes” del Partido Popular y VOX, tanto monta

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Pues miren ustedes: así lo creo. Algún virus de estos modernos ha debido de infectar las gónadas de todos los gerifaltes de esto que algunos llaman fascistas, otros centristas, otros reformistas y la mayor parte de los españoles llamamos políticos inútiles, tronchamoñigos y cagabandurrias. 

Porque, la verdad, a estas alturas de la jugada ya no se comprende el silencio cómplice de estos dos supuestos partidos alineados en lo que esta farsa de “democracia” llama “mitad derecha del hemiciclo”, que teóricamente abarca desde un supuesto centro a una supuesta extrema derecha.

Pues me atrevo yo a jurar que toda esta patulea de gentuza política sin altura moral, sin testosterona en la sangre y sin valor y honor en las tripas van a quedarse tan parvos y “congelaos” tan bien como la CEDA se hizo “la muerta” en 1936.

¿Podría alguien, por caridad cristiana, explicar cómo es posible que, además de colaborar de forma miserable, rastrera y cobarde con el silencio mediático de la prensa “mainstream” tanto el “señor” Pablo Casado como el “señor” Santiago Abascal sigan manteniendo la misma expresión facial que una vaca rumiando mientras mira pasar un tren?

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¿Podría alguien, por favor, explicar cómo es posible que la “derechitacobarde, la “derechitavaliente y la “derechitamediopensionista estén mansas como toros remisos sin expresar lo que ya en toda España es un clamor ante el evidente, gigantesco, dantesco, monumental y  más que presunto fraude fraude de las últimas elecciones?

Señoras y señores. Nos han robado. Nos han timado. Nos han engañado y además Pedro Sánchez nos ha enseñado el culo junto con la calva del señor Tezanos, en un trasunto de dos lunas brillando al sol. Sol que podría interpretar la nuez de adán de la señora…. señor… “elle” Begoño, alias “La Cara de Quimicefa“.

Pero eso sí, las derechas, impasible el ademán, haciendo su papel de discreción absoluta como si fueran dos moscas en la pared del despacho del okupa de La Moncloa.

¿Se imaginan ustedes la reacción de, por ejemplo, Donald Trump, ante el más mínimo indicio de “manoseo” de votos? Alguien hubiera terminado con la Trump Tower insertada en aquel lugar dónde amargan los pepinos o, como decía el sabio Don Francisco de Quevedo, allí dónde la espalda pierde su honesto nombre.

Y, lo peor del caso, es que todo esto no tiene ni puta gracia, señoras y caballeros. Y sepan disculparme el exabrupto. Pero si estos dos émulos de figura de cera no mueven ficha, a los españoles nos van a dejar la popa como la bandera del Japón. 

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