Religión

La Iglesia apoya la exhumación de Franco y escupe sobre sus mártires

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Profanación de la iglesia del Carmen en la II república.
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Como es sabido, el Frente Popular fue esencialmente una alianza de separatistas, totalitarios y golpistas, con fuertes rivalidades y odios internos, manifiestos en represalias, torturas y asesinatos entre ellos, cosa que se trata de olvidar, borrando arbitrariamente parte significativa de la realidad histórica. No obstante esos odios, había al menos una cosa en la que estaban todos de acuerdo: la Iglesia católica debía ser aniquilada y erradicada del presente y en lo posible del pasado de España.

En consecuencia, el Frente Popular organizó durante la guerra civil y aún antes, el exterminio, menudo con sadismo extremado, del clero y de muchas personas distinguidas por su catolicismo, la destrucción sistemática de templos, a menudo de gran mérito artístico, monasterios de poso histórico, bibliotecas valiosísimas y hasta cruces de los cementerios. Se trató, técnicamente, de un genocidio. Esa labor fue acompañada del saqueo de bienes y tesoros artísticos, utilizados luego para asegurar un exilio bien llevadero a los dirigentes. En esa tarea participaron todos los partidos, unos con más intensidad que otros, y alguno encubriendo o justificando la persecución ante el exterior. Una persecución que acarreó un grave descrédito al Frente Popular en los países democráticos, incluso en aquellos tradicionalmente hostiles al catolicismo, donde la mayor parte de la opinión pública la vio como la explosión de barbarie que sin duda fue.

La razón de esa política que, mirada en retrospectiva, deja una impresión de alucinamiento, estribaba y estriba en la noción ideológica de que la Iglesia era la causante de un atraso español muy exagerado por la propaganda de esos partidos; y de todos los males sociales concebibles. Por tanto su influjo debía ser sustituido por el de unas ideologías que traerían al país, o a algunas de sus regiones separadas, una brillante ilustración, libertad y prosperidad. De hecho se trataba de ideologías importadas y vulgarizadas al nivel de simples consignas, que no solo originaban odio a la Iglesia, sino entre esas mismas ideologías.

Quizá fue ello lo que llevó al escritor liberal Gregorio Marañón, uno de “los padres espirituales de la república”, a tacharlas acremente de “estupidez y canallería”. No hará falta extenderse sobre las realidades que han generado en varios países europeos.

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Pero cualquiera sea la opinión sobre la Iglesia o las ideologías hostiles a ella, el hecho histórico evidente es que el cristianismo constituye la base y raíz de la cultura tanto española como europea, habiendo generado una acumulación simplemente gigantesca de arte, ciencia y pensamiento manifiesta en la obra de miles de escritores, arquitectos, pintores, pensadores o científicos. Este mero hecho exige, tanto para creyentes como para no creyentes, una actitud de esencial respeto, cualquiera sea su criterio sobre la relación actual entre religión y política. La experiencia prueba que la pérdida de ese respeto conduce directamente a la barbarie, como ocurrió en España.

Pues bien, los católicos, y los no católicos que admitimos de estas evidencias, tenemos la absoluta obligación moral y política de reconocer la importancia histórica de Francisco Franco en el salvamento de la Iglesia y de la cultura cristiana. Esta obligación corresponde en primer lugar al papa, los obispos y otras jerarquías eclesiásticas. Y por tanto, debemos denunciar y oponernos con energía a los planes del actual gobierno de ultrajar los restos de aquel gran personaje histórico. No deben admitirse en modo alguno sus pretensiones de encubrir con la bandera de la democracia unos designios radicalmente antidemocráticos, provocadores de odios que nos retrotraen precisamente a aquellos tiempos de barbarie.

EL VATICANO: “NADA MÁS QUE AÑADIR”

El Vaticano mantiene su postura sobre la exhumación de Franco y precisa que no tiene “nada más que añadir” ante el fallo del Tribunal Supremo (TS), que ha avalado por unanimidad la decisión de Gobierno de Pedro Sánchez de sacar los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos y su posterior inhumación en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio, que había sido recurrida por la familia del dictador.

Los Franco se oponían y reclamaban que, en todo caso, la reinhumación se produjese en la Catedral de la Almudena, donde compraron una cripta. El recurso ha sido rechazado en su totalidad.

“La Santa Sede se ha manifestado ya en su momento sobre el caso Franco. No hay nada más que agregar”, han señalado fuentes de la Santa Sede.

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El Vaticano se ha pronunciado en varias ocasiones en relación a la exhumación de Franco, y concretamente a través de una carta que el Secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin, envió el pasado mes de febrero a la vicepresidenta del Gobierno español, Carmen Calvo. En definitiva, la Santa Sede defiende que la decisión “concierne a la familia, al Gobierno español y a la Iglesia local”. Asimismo, señalaba que la exhumación es “competencia del Estado español y está sometido al Derecho y a la Justicia española”.

Posteriormente, en julio de este mismo año, el Vaticano también se refirió a la declaraciones del ya exnuncio en España, Renzo Fratini, que aseguró en una entrevista con Europa Press que con su medida el Gobierno había conseguido “resucitar a Franco”. La Santa Sede aseguró que estas declaraciones se realizaban “a título personal”.

El entonces director “ad interim” de la Oficina de Prensa, Alessandro Gisotti, reiteró que la posición de la Santa Sede sobre el tema de la exhumación de Franco “es clara” y “ha sido ya expresada oficialmente”. Recientemente, se ha conocido que el próximo nuncio en España será el hasta ahora observador del Vaticano ante la ONU, el filipino Bernardito Azúa, aunque su nombramiento oficial aún está pendiente por parte de la Santa Sede.

No llegó a pronunciarse sobre La Almudena

Aunque el Vaticano ha mantenido reiteradamente que la exhumación de Franco es una cuestión que compete a Gobierno y familia, no ha llegado a pronunciarse sobre una posible inhumación en la Catedral de La Almudena.

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De hecho, en octubre de 2018, tras la reunión mantenida entre la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, la Santa Sede precisó en un comunicado que no se opone a la exhumación de Francisco Franco, “si así lo han decidido las autoridades competentes”.

Pero también aclaró que en ningún momento se había pronunciado sobre el lugar de la inhumación, ante la posibilidad de que fuera enterrado en la catedral de La Almudena. En el comunicado del Gobierno español, Calvo afirmaba que había manifestado su preocupación por la posible sepultura en la catedral de la Almudena y su deseo de explorar otras alternativas, también a través del diálogo con la familia” y que al cardenal secretario de Estado “le pareció oportuna esta solución”.

Abadía del Valle de los Caídos

Por su parte, fuentes de la Abadía del Valle de los Caídos, al frente de la cual está el prior Santiago Cantera, han señalado que hasta que no estudien el fallo no podrán valorarlo. En su recurso, la comunidad benedictina considera que no hay razones objetivas para llevar a cabo la exhumación de Franco.

Los monjes benedictinos del Valle de los Caídos son los gestores de la basílica y gozan de autonomía, de forma que sobre el prior solo tienen autoridad el abad de la Abadía de Solesmes, Philippe Dupont, y el Papa.

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