Opinión

La hora de las manifestaciones

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Mira que nunca he creído en esto de las manifestaciones callejeras, pero ahora que la sordera de Moncloa lo hace imprescindible por lo que tiene de temeroso el gesto, considero que es esencial promoverlas, que se vean, periódicas e in crescendo, tipo Gioachino Rossini, el de Pésaro y de los canelones.

Hay mentalidades que no responden a otra forma de rechazo público y me he convencido tras una dura diatriba conmigo mismo, porque siempre he creído en el diálogo. Se ha dicho claramente, no se nos ha escuchado, se nos ha engañado, se han sorteado los rechazapalurdos, se conculca lo más elemental, se desprecia la soberanía del pueblo español –el que manda y paga estas fiestas ratoneras- de una manera burda e indecente, se incita a la violencia en las calles y entonces… No queda otra. Se impone eufemísticamente interrumpirle, abortarle y ponerle entre los residuos orgánicos, que es su sitio.

Cuantos más denuestos se dirigen contra el españolismo creciente y fiel a las verdades de la Historia, que por fin se ve respaldado por una creciente masa crítica y desmelenada que comienza a preocupar a la izquierda que vuelve por sus fueros, mayor legitimidad para salir a la calle con las banderas de la españolidad y del rechazo a la impostura y a la miseria marxista, la que pretende secuestrar España aviesamente, para machacarla.

Camino de mayo -de la primavera que va a reír como hacía mucho no lo hacía- que llegará con paso alegre e indefectiblemente, primero la manifa mensual, luego la quincenal y después la semanal, la del weekend -accesible a todos y en las ocho mil plazas de España- hasta que al canalla este, el funesto adherido a las paredes de la Moncloa, el de los tentáculos de cefalópodo que se mira al espejo desvergonzado y no se ve, se le ablanden las ventosas y se desprenda per se con caída libre al puto suelo, del que nunca debió despegarse y en el que hallará su merecido asiento, arrastrando a su partido, el PSOE, que no ha sabido ni querido evitarlo. Véanse Simancas y otras eminencias.

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Al fin, este discípulo aventajado y “aprovechado” del cretino y gran culpable de todos nuestros males, el que ni siquiera ha tenido el valor de retratarse con los cuatro miserables -vergüenza de la ONU y de la humanidad- que han acudido en Caracas a la apócrifa y vomitiva toma de posesión del cabestro déspota, mentecato, caradura, sobredimensionado asesino y depredador de venezolanos.

¿Por qué ha privado a la foto para la ONU de su carita de muñeco diabólico este elemento funesto y el gran culpable de lo que está pasando, cuando no ha dejado de hacer estupideces y dar cuerda en sucesivos viajes, apoyando el desastre bolivariano?

Es el momento idóneo para que los españoles expresen su rechazo contra los ratas de legislatura que se han colado por la sentina, contra quienes nos intentan llevar a la deriva sin nuestra anuencia y contra los escollos de la desgracia para satisfacerse de su propia incuria casposa y retrógrada y en la mentira que se han creído, al no recibir la oportuna protesta y aclaración en las televisiones pagadas, ni en los medios vendidos. Han confundido la paciencia y la cortesía del pueblo soberano con la complacencia y la aseveración, han malinterpretado su deseo de concordia como blandenguería y el vale todo y no, de eso nada, y ha llegado el momento de refrescarles la memoria histórica y recordarles lo que es y quién es España.

Una campaña de protesta nacional, de miles de españoles soberanos y sufragantes, mayores de edad y dignidad para tomar el gobierno desde las urnas, que es donde se discuten y alcanzan estas cosas, con la verdad por bandera y la bandera española, sin falsos silogismos, y dando tiempo a que se entienda que por las malas no les salieron las cuentas en el pasado por más que pretendan tergiversarlas, ni nunca les saldrán en el futuro.

 

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