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La guerra de Suecia contra la libertad de expresión

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Por Judith Bergman.- Según los principales medios suecos, el país experimentó un considerable aumento en los enjuiciamientos por “discurso del odio” en las redes sociales el año pasado. Se cree que, en gran parte, la responsable de este aumento es Näthatsgranskaren (El Investigador del Odio en Internet), una organización privada fundada en enero de 2017 por un expolicía, Tomas Åberg, que se ha responsabilizado de identificar y denunciar a las autoridades a los suecos sobre los que él y su organización decidan que están cometiendo delitos de pensamiento e “incitando al odio” contra los extranjeros.

La organización de Åberg denunció en 2017 a no menos de 750 ciudadanos suecos a las autoridades por “odio en la web”. Según Aftonbladet, el 14% de los casos reportados llegaron a juicio, de los cuales el 77% acabó en condena. La mayoría de las personas identificadas y denunciadas por la organización eran mujeres de mediana edad y ancianas. “La media de edad son 55 años —dijo Åberg—. Las mujeres jóvenes casi no aparecen para nada”.

Según Aftonbladet, “en su trabajo, Tomas Åberg ve lo rápido que se radicaliza la gente en internet y le parece temible. Puede empezar con afirmaciones, dentro de la ley, contra los extranjeros, pero acabar en un grave odio delictivo”. (El “odio” no es en realidad un delito, según la ley sueca; la “incitación al odio”, sí).

Åberg fundó la organización con un amigo porque no pensaba que los “delitos graves en internet” se estuviesen tomando suficientemente en serio, dijo. “Creamos nuestra propia aplicación de búsqueda, que encuentra palabras y frases que pueden ser sospechosas de constituir incitación contra grupos étnicos y amenazas ilícitas”.

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Actualmente, la organización está formada por 15 personas, incluyendo policías, desarrolladores de sistemas, profesores, abogados y trabajadores sociales, todos ellos anónimos. La organización se niega a identificar a las personas que trabajan para ella.

Åberg fue hace poco nominado para el prestigioso premio al “Héroe Sueco” concedido por uno de los principales periódicos suecos, Aftonbladet. Desde 2007, el periódico ha otorgado el premio al “Héroe Sueco” anual “a los héroes cotidianos que han demostrado valentía, coraje civil y compasión humana”. Al parecer, delatar a conciudadanos suecos a las autoridades por presunto “discurso del odio” se considera ahora en Suecia “heroico”.

Pero, poco después de la nominación de Tomas Åberg al premio al “Héroe Sueco”, su nombre desapareció de la lista de nominados sin que Aftonbladet ofreciera ninguna explicación. Resultó que Åberg, que había sido propietario de una granja, mató de hambre a su buey en 2013. Tras ser denunciado a la policía por maltrato animal, se cambió el nombre, según las informaciones, y huyó al extranjero para eludir la justicia y no volvió a Suecia hasta que no prescribió su delito.

Es llamativo que en Suecia, aunque no se considera “compasivo” o “heroico” matar a los animales de hambre, sí se considere “heroico” denunciar a ciudadanos mayores a la policía para que sean juzgados y puedan ver sus vidas arruinadas por expresar sus opiniones en las redes sociales.

No sólo los grandes medios consideran que la denuncia de delitos de pensamiento a los medios es “heroico”; el Estado sueco lo defiende activamente. La organización de Åberg recibió 600.000 coronas suecas (73.000 dólares) del Gobierno sueco. Para justificar esta ayuda se aludió a las “actividades contra el racismo y la intolerancia”.

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Es curioso que el Estado sueco pueda permitirse regalar más de medio millón de coronas suecas a una organización justiciera privada, dirigida por un personaje aparentemente turbio, en un momento en que la policía sueca carece gravemente de recursos y apenas tiene tiempo para investigar los propios delitos, incluyendo terribles violaciones colectivas que, para empezar, están provocando estas publicaciones “de odio” en las redes sociales.

Una de las ancianas, cuya vida ha trastocado Åberg, y posiblemente arruinado, es una mujer de 73 años sin antecedentes penales, que compartió un viejo texto de 2015, fácilmente encontrable en internet, y escrito por otra persona, en un pequeño grupo de Facebook de apenas 50 personas. Ha sido acusada de “incitación contra un grupo étnico” por compartir lo siguiente:

“Una impresión biológica en Suecia. Una nueva especie de ave (Parasitus musulmanus) se ha instalado aquí… En los últimos años, el ave árabe (Parasitus muslimus) se ha extendido al norte de Europa, en gran parte porque no tiene enemigos naturales aquí… La hembra tiene un escudo integral de plumas que sólo deja ver sus ojos— Los machos suelen tener cuatro hembras… La especie es un ave migratoria, pero con la extraña característica de que nunca vuelven a su origen”.

Otra mujer de 75 años fue acusada de “incitar al odio contra un grupo étnico” tras escribir en Facebook, en mayo de 2017, lo siguiente sobre el matrimonio musulmán:

“¿Derecho a nuestro cuerpo? ¿Adivináis lo que quieren decir con eso? Dicen que no tienen permiso para elegir por sí mismas al marido. Puede ser un primo, un tío… o quizá un abuelo. Probablemente carecen de coeficiente intelectual por la endogamia musulmana que dura miles de años”.

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Pero otra mujer, Christina, de 65 años, fue acusada de “incitar al odio contra un grupo étnico” por escribir en Facebook: “Si esto continúa, la inteligencia en Suecia caerá al nivel de los peces” y “Rechaza todo lo que tenga que ver con el islam”. Ella niega haber escrito esas palabras, pero insiste en que quiere advertir a los suecos contra el islam. Según informaciones recientes, Christina fue agredida en 2016 por cuatro denominados “menores sin acompañantes” (migrantes), que la golpearon y dejaron inconsciente, lo que ha causado daños a su memoria. Nadie fue sentenciado por esa agresión, pero ahora se enfrenta a dificultades económicas y no puede pagar el alquiler. No recibe ninguna ayuda del Estado sueco. Hasta ahora, Christina ha sido interrogada seis veces, hasta dos horas en cada ocasión, por sus presuntos delitos de pensamiento, se le ha preguntado por su niñez, y si toma drogas. No tiene antecedentes penales.

“Es terrible sentirse como una criminal peligrosa porque escribes la verdad sobre lo que está pasando en nuestra sociedad, mientras que hay muchas violaciones y los delincuentes quedan libres”, dijo a Samtiden. Fue alguien de Näthatsgranskaren quien la denunció a la policía. Se enfrenta a una multa o quizá ir a la cárcel.

Denny, un pensionista de 71 años, está siendo juzgado por “incitación al odio” por haber preguntado: “Se puede criticar el nazismo, ¿pero por qué no el islam? ¿Por qué el islam debería tener un estatus de protección?”.

Un hombre de 64 años fue denunciado a la policía por Näthatsgranskaren por animar a los suecos a aprender autodefensa. Ahora ha sido acusado de “incitación al odio contra un grupo étnico” por escribir en Facebook: “Antes de que sea demasiado tarde, sugiero que cualquiera […] que pueda arreglárselas para defender este país, se apunte a clubs de tiro, clubs de autodefensa, clubs de kárate o lo que sea… A un musulmán se le permite todo mientras se meta con los “infieles” […] un musulmán se siente tan mal por cortar una cabeza humana como nosotros por abrir una lata de sardinas”.

En los interrogatorios, dijo al parecer que no tenía ninguna intención de herir a nadie y que su comentario tenía que ver únicamente con la autodefensa. La policía le preguntó si tenía algo contra los musulmanes. “No tengo nada contra los musulmanes… —dijo— No se trata de eso. Se trata del islam y el Corán, que no tienen los mismos valores que nosotros… En el Corán se dice que hay que matar a todos los infieles…” Le pidió a la policía que mejor se ocuparan de los imanes que predicaban odio en las mezquitas.

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Antes de que la organización de Åberg entrara en escena, Suecia ya estaba enjuiciando a los suecos por “incitación al odio”, como si el futuro del Estado sueco dependiera de ello. Estos son algunos casos recientes:

Una mujer de 71 años se refirió a los llamados menores sin acompañante como “niños barbudos”, y dijo que estaban “violando en grupo y demoliendo sus casas [de asilo]”. Publicó el comentario en la página de Facebook de los Demócratas Suecos en junio de 2016. En febrero de 2018, un tribunal sueco la sentenció al pago de una multa por “incitación al odio contra un grupo étnico”.

Durante el juicio, dijo que había estado leyendo varios artículos sobre estos supuestos refugiados sin acompañante que “habían incendiado las casas de asilo, violado, y negado a que un médico determinara su edad para evitar la sentencia”.

“Me horrorizó”, dijo, disculpándose por el comentario que había publicado, del que dijo que se dirigía solamente a los que cometen delitos. Al tribunal, obviamente, no le importó el miedo de la anciana, y concluyó: [la mujer] debió darse cuenta de que había un riesgo inminente de que las personas que leyeran el texto lo percibieran como una expresión de desacuerdo con otros grupos étnicos de personas en general y la inmensa mayoría de los refugiados sin acompañante, que, en el momento del comentario, habían ido concretamente a Suecia. A pesar de ello, escribió el comentario en Facebook.

Una mujer de cincuenta y tantos fue sentenciada a pagar una multa en diciembre de 2017 por un comentario en Facebook, donde llamaba a los hombres de Afganistán que habían mentido sobre su edad, “cabalgacamellos”: “Esos malditos cabalgacamellos nunca serán autosuficientes, porque son unos malditos parásitos”, escribió. El fiscal Mattias Glaser insistió en que el comentario iba dirigido contra “jóvenes que están luchando para quedarse en el país”. Según el tribunal, “se usaron palabras condescendientes de una manera que […] expresaban desprecio por las personas de origen afgano o personas de las regiones colindantes respecto al color de piel o su origen nacional o étnico y encajan en la cláusula sobre incitación al odio”.

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En noviembre de 2017, un hombre de 65 años fue sentenciado a pagar una multa por “incitación al odio contra un grupo étnico”. ¿Cuál fue su delito? Escribir en Facebook que los inmigrantes “recién llegados”, no los suecos, eran culpables de perpetrar violaciones colectivas. Según el tribunal, el hombre “afirmó que los afganos, africanos y árabes que acababan de llegar a Suecia cometían delitos como violaciones colectivas”. Esta afirmación, según el tribunal, constituye un “claro desprecio” por las personas de los orígenes nacionales mencionados. El hombre de 65 años adujo que había publicado el comentario porque Suecia retiene las estadísticas sobre los orígenes étnicos de los violadores y que su comentario era una forma de difundir información e iniciar un debate. Esto no impresionó en absoluto al tribunal, que concluyó: “El comentario contiene una grave acusación de que las personas de determinados orígenes nacionales cometen delitos graves y no puede [el comentario] considerarse por tanto que dé lugar o contribuya a un debate objetivo sobre el asunto”.

En febrero, un hombre de 55 años fue sentenciado a pagar una multa por “incitación contra un grupo étnico” por escribir en Facebook que los musulmanes suníes están detrás de la mayoría de los delitos de bandas en Suecia, así como de las violaciones. “Los somalíes son musulmanes suníes… están detrás de buena parte de los delitos de bandas en Suecia y de toda la otra violencia, como las violaciones. ¡Los afganos son en un 80% suníes y son una gente maldita!”, escribió.

Durante el juicio, dijo que tenía entendido que había libertad de expresión en Suecia. “Ves este tipo de cosas cada día”, dijo; “violaciones colectivas, disparos, maltrato animal y similares, y los políticos no parecen capaces de hacer nada al respecto. La policía no hace nada tampoco, y la gente se enfada”. El tribunal concluyó:

“El comentario expresa que los musulmanes en general están detrás de los delitos de bandas y violaciones colectivas en Suecia, y se formula de una manera ofensiva […] El comentario no invita a un debate crítico sobre la religión, expresa exactamente el mismo tipo de desprecio que pretende abordar lo estipulado sobre incitación al odio contra un grupo étnico. Se sentencia al acusado al pago de 10.000 coronas [1.200 dólares] por incitación contra un grupo étnico”.

La lista sigue…

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Suecia está siendo barrida por una ola de asesinatos, agresiones violentas, violaciones, también colectivas y agresiones sexuales, además de la sempiterna amenaza terrorista. En lugar de usar sus limitados recursos para proteger a sus ciudadanos de los ataques violentos contra ellos, Suecia está librando una batalla legal contra sus pensionistas por atreverse a hablar contra los mismos ataques violentos de los que el Estado no les está protegiendo.

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