Opinión

La cuestión catalana y la batalla de la cultura

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Decía recientemente Aznar que la política de entregas y concesiones seguida con los separatistas desde la transición era correcta, y el problema consistía en haber chocado con la deslealtad de los beneficiarios. Ya dije que los separatistas nunca habían sido desleales, siempre habían dejado claros su odio a España, sus objetivos y el modo como utilizarían, y de hecho utilizaron sin tregua, las dádivas de los gobiernos “nacionales”. Los desleales fueron esos políticos “nacionales”, casi sin excepción desde Suárez e incluido el propio Aznar. Desleales a España. Recibieron una espléndida herencia del franquismo y la han ido dilapidando hasta llegar a la formación de un tercer frente popular y al actual golpe de estado permanente, como vengo denunciando y algunos van ya admitiendo.

Decía Ortega que el problema catalán no podía resolverse sino solo “conllevarse”. En otras palabras proponía la renuncia a la batalla de las ideas, ya que en ese terreno no habría nada que hacer frente a la cerrazón y chifladura de los separatistas. Una más de las muchas ocurrencias disparatadas, que no pensamientos, de un intelectual aficionado en exceso a hacer frases.

Y fuera por influencia de Ortega o más bien, creo yo, por una inepcia intelectual típica de los políticos de derecha, en lugar de una acción enérgica y prolongada para desarbolar el discurso separatista se han dedicado a “conllevar”, centrándose en el aspecto económico y medidas administrativas. Así en la Restauración, hasta llegar al colapso del régimen, en lo cual tuvieron tanta influencia los separatismos catalán y vasco como el terrorismo anarquista y la desatada demagogia del PSOE. Y de nuevo desde la Transición, como si no hubieran sucedido los hechos dramáticos de la república, el frente popular y la guerra.

Es cierto que nunca faltaron alguna voces de pensadores o escritores que examinaban el caso y advertían; pero no solo fueron y son muy pocas, sino que la peste de políticos que venimos sufriendo jamás les hizo caso o fue incapaz de transformar en política el análisis de los separatismos. Cabe decir que lo mismo ocurrió con el marxismo: prácticamente ningún político de derecha sabía nada de marxismo, pese a tratarse de una fuerza histórica de máxima importancia entonces y, un tanto transformada, ahora mismo.

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Para percibir esta terrible penuria intelectual –ligada a una penuria moral no menor– bastará señalar este dato: pese a la importancia de los separatismos en el siglo XX y lo que va del XXI, nadie había elaborado una exposición conjunta de los más peligrosos, el vasco y el catalán, en relación estrecha con su evolución histórica y la de España, hasta mi libro “Una historia chocante“, resumido más tarde y con algunos cambios en “Los separatismos vasco y catalán en la guerra, el franquismo y la democracia. Entiéndanlo bien: nadie, ni antes ni después. Por supuesto, ha habido estudios parciales muy valiosos como los de Jesús Lainz o Paco Caja, pero no un tratamiento de conjunto de sus doctrinas en relación con la historia de España en este largo período. Por supuesto, tampoco ha habido debate intelectual ni político, porque tal es el nivel de la cultura en España, este sí que es un verdadero páramo en la actualidad. Precisamente escribí esos libros porque entendí que el fondo del problema es cultural, y si no se aborda desde ahí, seguiremos “conllevando” hasta que el “conlleve” nos conduzca a nuevas crisis históricas. Para nuestros políticos todo se resume en un reparto del poder y el dinero entre amigotes.

Pues bien, pueden ustedes preguntarse cuál ha sido la influencia política de estos estudios y la respuesta es: NULA.

En gran medida porque la mera relación de los hechos pone de relieve la miserable y desleal política seguida durante todo este tiempo por una despreciable casta señoritil e inculta. Los peores fueron los del PP. Ante la colaboración abierta de Zapatero y de los separatistas con la ETA a partir de 2004, escribí un breve análisis periodístico, Contra la balcanización de España. Todavía no conocía bien al PP, pero entonces lo entendí perfectamente. El PP siguió, ya en la oposición, la política de Zapatero de colaboración con la ETA y los separatistas, con algunos fingimientos que no debían despistar a ningún analista medianamente agudo (pero que despistaban a casi todos). Con Zapatero se ha consolidado el tercer frente popular que ha destrozado la democracia y amenaza seriamente de disgregación a la nación española. Siempre con la complicidad de los gobiernos, sean PP o PSOE.

En fin, ¿qué hacer? Porque es evidente que estos dos partidos no son parte de ninguna solución sino, precisamente la parte principal del problema. El “problema catalán” es ante todo el de unos partidos “nacionales” de izquierda y derecha intelectualmente nulos y moralmente perversos. Tengo cierta esperanza en VOX, aunque no veo a este partido lo bastante consciente de la importancia de la batalla de las ideas, de la batalla cultural. Esperemos que todo mejore.

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