Cartas del Director

La alternativa al PSOE debe funcionar

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Pedro Sánchez vuelve a comprobar que un político no puede vivir por encima de sus posibilidades.

A pesar de que la dirección del PSOE está dramatizando un papel hegemónico en la política española, sus 123 diputados siguen siendo el menor apoyo recibido por el partido ganador de unas elecciones en España. La táctica del PSOE es encubrir sus carencias parlamentarias explotando las debilidades ajenas, especialmente las de Podemos y las de su líder, Pablo Iglesias. Las elecciones del 26-M han dejado muy tocado a Iglesias, aunque tiene razón en recordar que sigue teniendo los mismos 42 escaños del 28-A, sin los cuales Sánchez no será presidente del Gobierno, salvo que pacte con Albert Rivera. Iglesias intentó ayer sortear su propio órdago al PSOE y reculó con la exigencia de un gobierno de coalición. A cambio, fijó a los socialistas unas condiciones para la investidura de Sánchez que no son más admisibles que la del gobierno conjunto. Más impuestos, una renta vital de 600 euros, jornada laboral de 34 horas y derogación de la reforma laboral, forman la propuesta de Podemos al PSOE. Literalmente, un plan contra la estabilidad económica de España.

Mientras Pedro Sánchez juega a ser autosuficiente, los partidos del centro-derecha y la derecha deberían empezar a tomarse en serio el objetivo que les han marcado los electores: ser la alternativa al PSOE. Si Ciudadanos tiene dudas sobre qué hacer para eludir a Vox, no tiene más que fijarse en lo que el PSOE está dispuesto a hacer para gobernar Navarra. Un pacto del PSOE con los nacionalistas vascos, que debería contar con la abstención pactada de Bildu -cuando no directamente con sus votos-, es una enmienda a la totalidad contra las posibilidades de Ciudadanos de pactar con socialistas «moderados». O baste recordar a quiénes dieron los socialistas el poder en la capital, Madrid, a un grupo de concejales, estos sí, cavernarios.

La fórmula andaluza ha resultado eficaz para desanclar el régimen socialista en Andalucía y debería servir como pauta para los gobiernos municipales y autonómicos pendientes de formarse tras el 26-M. Una guerra de egos entre PP, Ciudadanos y Vox sería incomprensible para sus electores, más aún si diera lugar al mantenimiento de la izquierda en el poder, como sucedería con Carmena en Madrid. El primer paso para su entendimiento a tres bandas es que Ciudadanos y PP no se crean todo lo que dice la propaganda de la izquierda sobre con quién pueden o no pueden pactar. Al PSOE no se le movió un músculo de la cara cuando dos diputados de EH Bildu, es decir, los proetarras, votaron a favor de Sánchez en 2018. La alternativa a la izquierda no debe fallar.

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