Opinión

José Luis Rodríguez “Traicionero” y la “102.2 razón” para imputarlo (3ª parte)

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Terminaba la segunda parte de esta miniserie con unas preguntas al Sr. Rodríguez de las que no espero respuesta, al menos por su parte, pero ahí quedan: ¿Quién fue el verdadero cerebro del atentado de las Estaciones de Atocha y cercanías? ¿Le debe usted algo a Marruecos y a otros?

Y la termino hoy con el tercer capítulo, aunque sólo la síntesis de su nefasto paso al frente del desgobierno, de más de siete años, daría para un largo libro y creo que no exagero si digo que habría que ser muy misericordioso para encontrar en ese periodo -y después, en sus derivadas- algo positivo para España, ya sea interiormente como en política exterior. Este es el final de mi reflexión de Marzo de 2011, con la misma dinámica, algún comentario añadido en cursiva y unas conclusiones:

Así terminaba mi reflexión sobre la triste etapa de ese “hijo de… Rodrigo”, del que deriva el apellido del posiblemente más rastrero -así titulé un artículo en Julio de 2017- de los Rodríguez de la Historia de España, que decía a su mujer en la intimidad aquello de “Para ser presidente del gobierno sólo es necesario ser español y mayor de edad”, un desastroso “gobernante” del que hemos tenido constancia de su falta de escrúpulos en los últimos años, como asesor del dictador comunista bolivariano, Nicolás Maduro, y hace pocos días, tras la detención del asesino Josu Ternera y el levantamiento del secreto del sumario de esa investigación por la Audiencia Nacional, de la confirmación de sus negociaciones con ETA, en cuyas actas se recogen los acuerdos de la época con la banda terrorista tales como anexionar Navarra a Vascongadas, legalizar Batasuna, no detener a etarras y liberar a Iñaki de Juana Chaos o derogar la Doctrina Parot, entre otros “compromisos” de alguien que sólo merecería el nombre de “traidor” y, como vengo diciendo desde hace años y repito en esta serie de reflexiones, ser objeto de estudiar en su persona la posible aplicación del Artículo 102.1: “La responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno…” y 102.2 de la Constitución Española de 1978, que repito de nuevo: “Si la acusación fuese por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado -creo que podrían ser válidos ambos supuestos- en el ejercicio de sus funciones…”.

Terminaba entonces y lo hago de nuevo ahora, con una bonita frase de Julián Marías: “España está entre nosotros” y, añado, ahora hace falta que seamos capaces de demostrarlo. Por ello, desde el profundo significado de esa frase, apelo al buen hacer de los políticos que tienen en su mano paliar en parte el desastroso resultado de las últimas elecciones generales, anteponiendo el bien de España a sus egos, orgullo, ambiciones, intereses o deseos de venganza personal, con unas políticas acertadas de pactos en aquellos municipios y autonomías en los que las sumas de los llamados partidos constitucionalistas de “las tres derechas” lo permiten, para no dejar su destino en manos del peor clon del nefasto presidente cuyos desmanes he reflejado estos días.

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Y concluyo esta serie de tres reflexiones, con una última pregunta: ¿Tiene usted conciencia, Sr. Rodríguez?

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