Economía

Jaime Caneiro, economista: “España va camino de Cuba y de Venezuela”

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Por: Jaime Caneiro*.- La opción de Sánchez de echarse en brazos del comunismo para formar gobierno traerá la ruina económica a España.

En el comedor de gala del Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firmaron un acuerdo para formar Gobierno entre los socialistas del presidente del Gobierno en funciones y la organización comunista de extrema izquierda -valga la redundancia- que lidera el segundo.

Es un día triste para la libertad, en general, y para la libertad económica en particular, pues al menos uno de los firmantes de ese pacto es poco amigo de la economía de mercado, de la libertad económica y de la capacidad del individuo para decidir por él mismo. Podemos es una organización que tiene una ideología que ha dado los mayores totalitarismos que ha habido en la Historia, de los que algunos de ellos, como Cuba, Corea del Norte, China -pese a su revestimiento falso de capitalismo en la parte económica- y el régimen de Maduro en Venezuela, todavía persisten en estos momentos.

El otro de los firmantes probablemente sea amigo del intervencionismo, como socialista que es, pero entre el intervencionismo de la socialdemocracia y el que dicho pacto, a buen seguro, desarrollará, hay la distancia que media entre la prosperidad sueca y la miseria que hay en Cuba y Venezuela, por ejemplo. Si estos dos últimos son el espejo en el que mirarnos, los españoles lo tenemos claro. Es la distancia que hay entre un PSOE socialdemócrata y el PSOE actual de Sánchez, radicalizado a la izquierda.

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Aunque todavía no han publicado más que un breve extracto del acuerdo, sin el contenido desgranado de cada una de las medidas, nada bueno se intuye ni en lo poco que dice ni en los precedentes. En este extracto, además de otras medidas radicales como la eutanasia, políticas feministas o la lucha contra el cambio climático, y de medidas peligrosas como ese entendimiento que preconizan para Cataluña, que no sabemos si esconde algo más, habla de otras medidas irresponsables, también en economía, como la estandarización de las escuelas de cero a tres años, cuyo gasto difícilmente podrá llevarse a cabo.

Peligrosa demagogia

Impone, asimismo, una peligrosa demagogia en materia de pensiones, asegurando su revalorización conforme al coste de la vida, al tiempo que dice que va a garantizar la sostenibilidad de las mismas, cuando con la medida que propone se vuelve matemáticamente imposible. No es cuestión de ideologías, es cuestión de matemáticas: si no se acuerdan reformas que garanticen su viabilidad, el sistema de pensiones estallará, y, con su acuerdo demagogo, Sánchez e Iglesias habrán precipitado la explosión que empobrecerá a los pensionistas.

Dice el acuerdo que van a garantizar el trabajo digno, estable y de calidad, que a buen seguro significará que van a derogar la reforma laboral del año 2012, que es la que ha creado el marco más incentivador de empleo estable que hemos tenido en estos últimos cuarenta años. Del mismo modo, seguro que detrás de esas grandes palabras falsas esconden volver a incrementar exponencialmente el salario mínimo, cuyo efecto pernicioso lo notará el empleo, especialmente los trabajadores menos cualificados, que serán expulsados del mercado de trabajo al no poder generar un valor suficiente para cubrir ese incremento de costes laborales que dicha medida impondrá.

Hablan también de fortalecer a las pymes, pero lo enfocan todo desde el punto de vista de las subvenciones, no de la eliminación de absurdas barreras burocráticas que impiden que las pequeñas empresas prosperen. Una vez más, el intervencionismo busca la subvención para repartir la miseria en lugar de liberar obstáculos que permitan crear riqueza.

Por último, mencionan la necesidad de contar con una justicia fiscal. Es decir, preparan el expolio, vía impuestos confiscatorios, de todo lo que genere cualquier persona -física o jurídica- con su esfuerzo, trabajo y sacrificio.

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Realmente, su guía será el acuerdo de aquel fallido proyecto de Presupuestos que firmaron en la Moncloa y que, afortunadamente, fue devuelto al Gobierno. El guión de este acuerdo no es otro que el compendio de la doctrina más fundamentalista del intervencionismo, con elevación desmedida del gasto público, tremenda subida de impuestos, un déficit que se disparará y una deuda desbordada.

Con su política, de aplicarse, pondrán en jaque mate a la economía, pues ese gasto no se podrá soportar: el déficit aumentará de manera intensa y nos volverá a introducir en el protocolo de déficit público excesivo, con posibles sanciones por parte de la Unión Europea, al tiempo que la deuda la elevará hasta unos niveles que pueden poner en peligro su sostenibilidad y, por tanto, la viabilidad de nuestra economía.

Con la sangría en impuestos que pretenden aplicar, esquilmarán a todos los contribuyentes y expulsarán a muchas empresas, que se deslocalizarán, y al deslocalizarse no sólo ya no pagarán nada en impuestos, sino que no darán empleo y muchos trabajadores se irán al paro, con lo que disminuirá su poder adquisitivo, al perder su salario esos trabajadores que pasarán a ser desempleados, se ingresará menos, pues su tributación al IRPF y a la Seguridad Social será menor, y se incrementará el gasto, pues habrá más personas que tendrán que cobrar la prestación por desempleo. La caída extrema de actividad económica y el paro masivo están garantizados.

Sánchez, tras su fracaso del domingo al intentar salir fortalecido de las urnas y, al contrario, perder apoyos, ha decidido mantenerse a cualquier precio, haciendo inviable ya un acuerdo con el PP, porque ha optado por acordar un gobierno de izquierda radical -“rotundamente progresista”, lo llama él-, que nos llevará a la ruina si se concreta.

Todo lo conseguido hasta ahora se irá por el sumidero, toda la prosperidad de tantas décadas, el bienestar obtenido por los españoles, será historia, porque el egoísmo y sectarismo del presidente del Gobierno en funciones le arroja en brazos del comunismo, de una izquierda radical que odia la economía de mercado, la monarquía parlamentaria y el régimen de la Constitución de 1978. Vamos camino a la perdición, camino de Cuba y de Venezuela. Atruena el “nación sin cabeza” de Jovellanos, mientras el cuerpo se estremece de pánico ante este terrorífico horizonte.

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*Economista

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