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Probablemente sea la mejor película de D.W.Griffith. En ella se narran cuatro historias que transcurren paralelas durante más de dos horas de metraje. Son tragedias similares, repetidas en distintas épocas y con un final trágico, excepto una. La caída de Babilonia por la conquista de los Persas, la vida y muerte de Jesucristo, el asesinato de los Hugonotes durante el reinado de los Medici y la represión contra los obreros en huelga durante la era industrial.
Según mi clasificación personal se encuentra entre las 10 mejores películas que he visto. Incomprendida en su momento, se adelantó 20 años o más al lenguaje cinematográfico de su tiempo, y su mensaje pacifista fue un soplo de aire fresco en una época convulsa con una guerra mundial en pleno apogeo. Estamos en 1916.
La vigencia de su mensaje me trae al presente, 100 años más tarde, para ver como poco parece cambiar en nuestra humanidad con el paso del tiempo. Una conferencia citada para la presentación de un libro sufrió el ataque de vándalos a los asistentes, que tuvieron que soportar lanzamiento de huevos, botes de orina y piedras y la amenaza de “Vamos a quemar la Conferencia”. El evento tuvo que suspenderse. Días después, en Palma, tuvimos que enfrentamos al mismo problema. Ni bien se anunció la conferencia miembros de partidos de izquierda y grupos como Ben Amics influyeron sobre el responsable de la sala y canceló el evento. La valentía del empresario Marcos Ferragut ha permitido la realización del evento en el Auditorium sin más desazón que la terrible realidad expuesta por los ponentes.
Como en la película de Griffith los oscuros nubarrones de la intolerancia surgen por doquier para segar la libertad de expresión, la opinión disidente o el pensamiento diferente. Los ciudadanos, verdaderas víctimas de la opresión política e ideológica, deberán elegir en qué clase de sociedad quieren vivir de aquí en adelante.
