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El mundo no se para. Y mucho menos en aquellos países en los que nos odian. En los que odian lo que somos; odian nuestras creencias y odian a Dios.
Precisamente, en estos momentos en los que fijamos la vista en nuestro propio ombligo y nos olvidamos de todo lo demás, ellos aprovechan para masacrar, en una orgía de sangre derramada y carne deshecha, a todo lo bueno que queda de la verdadera religión en el mundo.
Con pleno conocimiento de todos los poderes mundiales, y con todo su pleno silencio cómplice.
Señoras y señores: un humilde, desconocido y anciano sacerdote ha sido cobardemente ejecutado. No sabemos ni su nombre, ni dónde ha ocurrido: solo sabemos que ha ocurrido en Oriente Medio.
Descanse en Paz.