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Historia de un padre divorciado

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José Jerez Fernández*.- Todo empieza el día que mi hija, de seis añitos, se rompe un brazo en el colegio. Llamo a la madre 20 veces hasta que me desconecta el móvil. Por qué?, porque estaba ocupada poniéndome una denuncia en la Guardia Civil de Níjar (Almería) por “maltrato psicológico”, según parece, muy utilizado. Ese mismo día me entero al llegar a casa con mi hija con el brazo escayolado, la madre está en su habitación durmiendo. Recibo una llamada que me insta a subir al cuartel de la Guardia Civil, y que llame a mí abogado. No pasé 3 días con sus noches en el calabozo de puro milagro, pero sé de muchos padres que sí.

Se llevó a cabo el juicio, del que no salí absuelto, sino que se archivó por falta de pruebas. Vamos, que no soy inocente, sino que “no me han pillado, pero que estoy avisado” y siempre estaré bajo sospecha, ese es el mensaje bien clarito que me llega de la Justicia de España.

Después de la humillación de un juicio plagado de preguntas capciosas por parte de la abogada de la madre, y de la propia fiscal, se archiva de la denuncia, fui a pedir la llave de mi casa a la peluquería en la que trabajaba, y me dice que si voy a la casa, me vuelve a denunciar otra vez, lo tengo grabado.

Interpuse 19 denuncias a la madre de mí hija, porque no me dejaba ver ni estar con mi hija (incluso una por secuestro), y mis padres también pusieron otras tres. Todas. Todas las denuncias, fueron archivadas.

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La sentencia de Divorcio llegó después de 3 años desde la denuncia de maltrato psicológico. Durante ese tiempo viví con mis padres, y seguí pagando el colegio privado a mí hija, unos 650 euros al mes, más todos los demás gastos, más de 1000.-€ al mes (tengo facturas de todo). La madre metió en mí casa a una familia extranjera, que se dedicaba a robar gasoil de los camiones, mi garaje estaba lleno de herramientas a las que se les había quitado los números de serie. Esos individuos vivieron con mi hija más de un año y medio.

Mi hija con 6 años, me dice, un día que la llevaba en coche hasta la parada del autobús, a 15 km de mí casa, “papá, ya sé por qué os habéis separado tú y la mamá, porque tú la empujaste contra la pared”. Creí que me moría, tuve que parar el coche en la cuneta, y la miré con cara de tranquilidad al tiempo que le decía: “tú has visto que yo haga eso?, tú has oído que yo insulte a tu mamá alguna vez?, tú me has oído gritar a tu mamá?”, a lo que ella me respondió a cada pregunta con un “no”. Y le dije: “María, No creas lo que te digan, sólo lo que tú veas y oigas”.

El 11 de marzo de 2013, se emitió la sentencia de divorcio, de mutuo acuerdo, porque mí abogado de entonces, no quiso pleitear y me convenció en los pasillos del juzgado, dos minutos antes de entrar a juicio, que eso era lo mejor de lo mejor. ¡Qué gran error!

Recuperé mi casa, porque años atrás (5) se la tuve que vender a mis padres para poder pagar unas deudas con Hacienda de más de 80.000.-Euros, soy promotor y la crisis me hizo añicos. Me arruiné. Pero nunca, nunca, dejé de pagar el colegio de mí hija y todos sus gastos; uniforme, libros y material escolar, ropa, medicinas, médicos, dentista, etc. Qué decir tiene que, al abandonar la casa, dejó solo los ladrillos. Se llevó todo lo que se podía vender fácilmente, y reventó la caja fuerte (donde no había). La verdad, me da igual.

Solicité la Custodia Compartida, porque me dí cuenta de que pasaba sólo 5 días al mes con mi hija, y que estaba perdiendo algo muy importante en mi vida, y que ella también en la suya. Al día de hoy veo que esas pérdidas son irrecuperables.

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El domicilio de la niña durante el matrimonio era en Nijar, y tras la separación se trasladó a Retamar a 15 km de mi residencia, y a unos 30 del colegio, por lo que mi hija iba al colegio en un autobús del cole.

Después de solicitar yo la modificación de medidas (la Custodia Compartida), la madre se mudó a un apartamento de un dormitorio en Roquetas a más de 50 km de mi casa, con el propósito de alejarla de mi. Yo me tuve que ir también a Roquetas.

En el juicio, la fiscal y la abogada de la madre de mí hija, me preguntaban reiteradamente qué para qué quería la Custodia Compartida, y yo repetía y repetía, ya sin saliva en la boca, que mi hija tenía derecho a tener padre, de la misma manera que tenía madre. Nada, no hubo forma. Perdí el juicio. Y recurrí a la audiencia provincial de Almería, y le dieron otra vez la razón. Mi hija decía que nos quería a los dos igual.

Eso dice el examen psicosocial. Que por cierto, considero discriminatorio en sus conclusiones, manipularon a mí hija, y porque además, los test que nos pasaron a la madre de mí hija y a mí, fueron distintos. Y no dijeron nada de las condiciones de la vivienda en la que vivían, y eso que sólo había un dormitorio.

Estuve a punto de tirar la toalla, pero no. Aunque sólo sea por la dignidad como persona que me debo, tengo que luchar por mi hija, por todos los padres, por la sociedad, para que esta entienda que, un hijo no es más de uno de los progenitores que del otro. No es difícil de comprender, verdad?. Pues la Ley, los jueces, los Partidos políticos, están haciéndonos creer que un hijo está mejor con su madre que con su padre. Y luego enarbolan la bandera de la Igualdad.

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He recurrido al Tribunal Supremo, y pienso llegar al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, y si hay que llegar a la luna, pues llegaré.

Todo es y será muy lento. Seguramente mi hija ya será mayor de edad (ahora tiene 14 años), incluso es posible que se haya independizado, o que tenga hijos. No me importa. Seguiré creyendo en lo que creo: un hombre y una mujer son iguales. Y quiero esa igualdad para mí, para mi hija, para mis nietos, y para los nietos que tú, que lees esto, tienes o puedas tener, también.

Mientras esto sucede, la madre de mi hija se ha ido a Bristol (Inglaterra), a 1600 km de mí, y de mi familia. Aduce que no tiene un trabajo digno y que no gana para vivir. En Almería, donde trabajo no falta?. En fin. No me hubiera importado si no se hubiera llevado a mi hija.

En Agosto se fueron de vacaciones a Bristol, y le tuve que firmar una Autorización para salida de menores al extranjero, en la Guardia Civil, con la fecha de salida el 11 de Agosto y otra de vuelta el 27 de Agosto de 2018. Mi hija no volvió. El día 28 de Agosto fue su cumpleaños, y el de mi hermano. Nos juntamos siempre toda la familia, y la tristeza estaba presente en nuestros corazones. Todos sus cumpleaños los hemos celebrados juntos.

Presenté una denuncia en la Guardia Civil de Níjar. Hicieron el trámite de llamar a la madre y pedir explicaciones, a lo que respondió, que estaban disfrutando de las vacaciones, y que hasta el día que empezara el colegio no tenía que volver. Mintió.

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Contrato un buen abogado y me recomienda poner una demanda civil, que la penal (la denuncia en la Guardia Civil), no iba a servir para nada. Me sorprendo al oír eso. Tenía razón, al tiempo me llega del juzgado, que se archiva la denuncia. Quiero morirme.

La demanda Civil está en el juzgado, y el abogado me advierte de que esto va a llevar su tiempo, y que tenga paciencia. Han pasado ya casi tres meses.

En ese tiempo he viajado a Bristol (dos meses sin verla), para abrazar a mi hija. He estado con ella desde el viertes a las 16:00 h hasta el domingo a las 16:00 h. Ha sido maravilloso. Llegué a mi casa a las 3 de la madrugada del lunes, llorando. Lo de menos han sido los 1.282´82.-€ que me he gastado en el viaje (que puedo justificar).

El día 18 de Octubre me llega una Cédula de Citación del Juzgado de Familia, el de 1ª Instancia nº 6 de Almería, donde me emplaza, durante los próximos 20 días a comparecer, ya que la madre de mi hija me demanda a mí, para “Modificación medidas supuesto contencioso”. En definitiva, me dice que si quiero ver a mi hija, que vaya a Bristol, que siga ingresando los 800.-€ al mes, como hasta ahora, que las vacaciones a medias, el coste de los vuelos de mi hija, también a medias, pero que le mande el dinero, que lo paga ella.

Y la demanda Civil por incumplimiento del convenio regulador de Divorcio, está ahí, en el juzgado, durmiendo un sueño profundo, desesperante, totalmente injusto e incomprensible.

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Pero lo más horroroso es el sentimiento de humillación, vejación constante, a la que se nos somete a los padres, cuyo único derecho y obligación es pagar y resignarse a que estas Leyes Injustas nos machaquen, y que las Justas se apliquen siempre de manera discriminatoria en nuestra contra. Nosotros no tenemos hijos. Nosotros no somos familia. Nosotros no somos personas. Somos otra cosa: Cajeros, Dinero, Basura, escoria, maltratadores, pederastas, violentos, agresivos, insensibles, rudos, violadores, etc, etc. Cuando las verdaderas estadísticas, no las que utilizan las hembristas y los políticos ideológicamente corruptos. No, las de la verdad, no dicen eso. Ni en España, ni en el resto de Europa, sin excepciones. Me niego a que siga siendo así.

La mayoría de los padres somos personas normales, que queremos que nuestros hijos se críen, se relacionen, se eduquen, coman, duerman, vayan al colegio, etc con ambos, madres y padres.

*Padre

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