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Hablando de derechitas

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José Luis Roberto.- Se habla de la derechita cobarde, pero también existe la “derechita de domingo”. La que nace del PP y con mucha más fuerza y entusiasmo sale a los mítines a ondear su bandera. Defiende a ultranza la unidad de España, sus señas de identidad y sus costumbres.

Los patriotas nos alegramos de esta irrupción en el panorama político que era absolutamente necesaria para implantar algo de sentido común.

Pero no es ese movimiento de mitin y bandera, de frases grandilocuentes el que satisface y necesita el pueblo español.

Si ese movimiento quiere ilusionar de verdad a los españoles y a los patriotas de siempre, no a los patriotas de domingo, es necesario modificar sus planteamientos liberales y globalizadores por planteamientos sociales y nacionales.

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No basta con protestar por las pateras cuando por los puertos y por los aeropuertos entran multitud de productos del tercer mundo en competencia desleal con nuestros sectores productivos.

No basta hablar de quitar impuestos como el de sucesiones cuando el sostén económico de este país lo llevan los pequeños empresarios, la clase media y los trabajadores, mientras las grandes empresas minimizan sus impuestos con ingeniería financiera o con SICAV.

Si tiene que haber un verdadero movimiento patriótico tiene que mirar por la mayoría, por los trabajadores, por la clase media en recesión, por los jubilados, y hacerlo no desde sus festines de domingos, sino en el día a día, sintiendo y estando con quienes dicen defender.

Se han acabado los mítines, ya tenemos diputados, ¿y ahora qué?

No basta con cobrar el sueldo y poner mociones, con hacer declaraciones rimbombantes a los medios.
Es necesario salir de las torres de marfil y estar con el pueblo, estar en la calle y defender en la calle, codo con codo, como uno más, las reivindicaciones de los que dicen representar.

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Hay que conocer sus problemas, sentir sus problemas y conveniente padecer sus problemas.

La clase política cuando consigue su puesto se aísla del mundo en sus mansiones de Galapagar, en sus círculos y en un modo de vida extraño a la mayoría, y se olvida que el puesto político no es una prebenda es un servicio.

Por eso la derechita de domingo debe convertirse en un movimiento transversal, popular, con lideres verdaderamente populares, cercanos, valientes, sacrificados y ejemplares si de verdad queremos conseguir una España digna y mejor para las nuevas generaciones.

VOX tiene la posibilidad de hacerlo si es capaz de tener el valor para tomar la calle y cambiar su liberalismo a ultranza por un movimiento social y nacional.

¡No bastan las banderas!

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