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Goyo, tú si que vales

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Por Jose Manuel Leston*.- Un 23 de enero de 1995 segaron tu vida los segadores de la libertad y del libre pensamiento. Nada nuevo: los asesinos hacen eso, asesinar. A continuación sufriste “el vacío” del sanedrín episcopal nacionalista vasco. Durante un tiempo ni siquiera te dejaron descansar en paz (tu tumba fue profanada varias veces). A pesar de ello tu “espíritu” permaneció y continua intacto en quienes poco o mucho te conocimos, o simplemente supimos de tus andanzas.

Sin embargo, quién te iba a decir que tu propio partido “contraprogramaría actos” coincidiendo con homenajes a tu memoria, alejándose así una vez más de la dignísima y valiente trayectoria de un partido que tú levantaste en tierra hostil con tesón y generosidad sin igual, aun a riesgo de tu propia vida, hasta el punto de conseguir incluso que varias familias nacionalistas se unieran a tu proyecto, dejando con ello bien claro que el monopolio de ser vasco no es ni puede ser de nadie, y menos de aquellos que excluyen.

Así nos enseñaste que era posible ser vasco siendo español y viceversa, pues lo uno no excluye lo otro (sólo excluyen las personas). Aprendimos tus enseñanzas desde una municipalidad abierta y comprometida con los ciudadanos. Desgraciadamente tu tenacidad en defender unos principios básicos de Convivencia y Justicia ya no es secundada más que interesada e intermitentemente por el que fuera tu partido y el de muchos en otro tiempo, ese mismo que encerró en su logotipo a una gaviota en un círculo, dejando ésta así de volar libremente, como símbolo de los ‘nuevos tiempos’ populares. Olvidaron que los principios no tienen fecha de caducidad. Por eso tu valentía y la sinceridad de tus palabras y actos contrastan hoy con la cobardía institucional de Gobiernos de diferente signo sin convicciones. Hace tiempo que abandonaron el cumplimiento de la ley sustituyéndolo por el “negociando se entiende la gente”, haciéndose por ello partícipes de un proceso de paz heredado, falso e infame. Al final los que defendían tu legado te han traicionado y así lo han pagado electoralmente. A ellos les haría la siguiente pregunta: ¿cuántos asesinatos -incluído el tuyo- se hubieran evitado de saberse años atrás que ciertos gobiernos de España claudicarían finalmente ante el Régimen Nacionalista Vasco por negociar una paz sucia y excluyente como ésta, cediendo por ello una “soberanía institucional sin alternancias” a un territorio en manos de un régimen totalitario (desleal y disgregador), que continuamente compromete la unidad territorial de una gran Nación mientras restringe libertades?. No olviden, ante un interrogante como el que precede, que “una paz sin libertad es una libertad sin paz”, una paz impuesta.

Cambiando de tercio, fue precisamente en el bar La Cepa donde tus asesinos te impusieron la “paz de los cementerios”, cortando de raíz la cepa de tu libertad para tranquilidad y gloria de quienes integran el “seto” nacionalista vasco (valga como recordatorio de las insidias nacionalistas proferidas con cierta jocosidad tras tu muerte el hecho de que un miembro de las juventudes peneuvistas me dijera -a sabiendas de mi militancia en Nuevas Generaciones- frente a la Estación de Renfe de San Sebastián textualmente lo siguiente: “díle a Gregorio que devuelva la bala”). El paisaje que se dibuja en el horizonte con un “paisanaje” así no puede ser más desolador, máxime cuando percibes además que los que considerabas tuyos en un tiempo pretenden hoy borrar tu memoria y ejemplo, como con el resto de las víctimas, condenándote al mapa del olvido con un “apagón informativo” vergonzante, sencillamente por asumir el proceso de paz de Z-eta-P y también por no combatir ideológicamente al nacionalismo. Es lo que pasa cuando se ejerce de “jardinero fiel” de un nacionalismo echado al monte. Las buenas flores (las democráticas), sembradas y cuidadas durante años en un terreno hostil, han sido definitivamente abandonadas a la maleza imperante. Así es como los otros consiguen recoger de una mala cosecha (inoculada a base de odio y exclusión) muy buenos frutos. ¿Y todo para qué?. Para facilitar un “posibilismo inter-institucional” que asiente el chiringuito autonómico-nacional o, lo que es lo mismo, un bipartidismo entreguista.

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Eso es lo que vale la vida en este país. La complicidad con Eta y el resto del nacionalismo vasco en un impune “proceso de paz” permite la coexistencia de dos expresiones perjudiciales para el mundo de las víctimas por culpa de la desmemoria que la actual “hoja de ruta” pretende aplicar. Al final esa desmemoria buscada para con las víctimas asentará la expresión radical del “algo habrán hecho” porque “al final nadie habrá sido”. Mientras los verdugos “salen de rositas”, les hacen homenajes en las calles y, para colmo, la exclusión del no nacionalista por parte del nacionalcatolicismo vasco prosigue. Por tanto el relato de esa falta de memoria negará la “maleza” de un nacionalismo totalitario, implementándose una paz igualitarista-equidistante entre víctimas y verdugos, injusta por el engañoso “triunfo del Estado de Derecho” que nos pretenden imponer (para desgracia de las víctimas, ese “Juán Nadie” que ahora conviene olvidar).

Pero querido Gregorio…no te preocupes porque siempre seguirás siendo “alguien” en la historia reciente y futura de nuestro país, un símbolo perdurable en la memoria colectiva de la sociedad, a pesar de la bajeza moral de un PP vasco (Sémper, Alfonso Alonso, Oyarzábal, Maroto) sin fuste, “catapultado” a la indiferencia de sus votantes, salvo algún verso suelto como Bea Fanjul (si le dejan). De estos elementos uno ya se marchó recientemente, otro cambió de circunscripción electoral, mientras el resto sigue sin diluirse. Esas permanencias son las que restan credibilidad a futuro a ese partido. En cualquier caso, desde la sencillez y humildad de unos medios y recursos limitados seguiremos recordándote.

Conviene recordar que como buen donostiarra compartías tu ciudad, tu despacho, sin excluir a nadie. Participabas –permítanme esta licencia- de un nacionalismo de ciudad integrador, orgulloso de tu urbe, mientras acercabas la administración al ciudadano. Orgullo que cada 20 de Enero tiene su máxima expresión en la Tamborrada, concretamente en la marcha de San Sebastián (himno de tu ciudad que cada año te dedico desde el exilio, a la vez que rezo por tu alma). Ese carácter integrador fue el reflejo de tu aperturismo frente a la barbarie, siendo al mismo tiempo hoy la cuenta pendiente de un nacionalismo vasco todavía excluyente.

Dejando a un lado tu carácter abierto, siempre buscabas tiempo para compartir tu máxima alegría: el nacimiento de tu hijo. En aquellos días paseabas tu condición de padre por la sede del partido con semblante sonriente. Recuerdo cuando te acercabas a Eustasio Amilibia (muy cerca de donde te dedicaron una calle) para hacernos partícipes de esa ilusión a las “Nuevas Generaciones” de aquella época. También me acuerdo de tu felicitación por carta el día de mi cumpleaños, que conservo con mucha ilusión. Tu aperturismo y generosidad conciliaban a la perfección -en buen maridaje- con tu honradez y coraje para defender arriesgadamente la dignidad de las personas y su libertad, algo intolerable para aquellos que buscan el “derecho a decidir” excluyendo a los demás. Pero la adversidad nunca te detuvo aun cuando investigabas, al igual que Alfonso Morcillo (sargento de la policía municipal de San Sebastián), con gran riesgo para tu vida la infiltración de topos de ETA en la policía urbana de tu ciudad. El asesinato de ambos truncó esa investigación por la cual fuisteis víctimas. Por desgracia el Gobierno Vasco no consideró necesario ponerte escolta, siendo tu asesinato una muerte anunciada. Eran tiempos muy revueltos.

Por eso en aquellos años 90 (en los que el secuestro, el asesinato y la extorsión estaban a la orden del día y Elkarri tenía su auge) recuerdo una charla en el paraninfo de la Facultad de Derecho de San Sebastián en la que participaron junto a ti líderes de otras formaciones políticas existentes en el País Vasco. Fue un gran día para la Democracia. El aforo estaba lleno. No era una plaza fácil para lidiar tanto cabestro, pero saliste -por decirlo de manera gráfica y figurada- a hombros. Era la época de “Ikasle Abertzaleak”, grupo de estudiantes afines al radicalismo vasco que contaminaba la universidad pública vasca con su activismo político (permitido por el Rectorado o Decanato “de turno”). Recuérdese que no era fácil para cierto profesorado impartir clase con semejante ambiente “circundante”. Por otro lado, también era la época del lazo azul (símbolo “visible” para pedir la liberación de un secuestrado) que encontró frentista respuesta con el lazo verde portado por el bando batasuno. Además por aquellos años el Círculo Mercantil (calle Oquendo 2) era un sitio muy saludable para reunirse. Esto sólo son pinceladas -a modo de recuerdo- que reflejan fielmente aquellos días.

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En aquel acto te acompañamos y arropamos las Nuevas Generaciones del partido, participando y argumentando activa y racionalmente en el debate posterior a la intervención de los ponentes frente a las huestes bárbaras allí presentes. Los radicales ante la desbordante participación de las “juventudes populares” abandonaron su discurso combativo inicial por hastío y falta de argumentos. Goyo ya no estaba sólo como en sus inicios. Al final del acto serenamente salimos todos acompañando a nuestro gran líder cual escolta espontánea, tras su valiente, comprometida y agradecidísima intervención (alguna foto queda de dicha salida por la zona exterior de aquella facultad tras finalizar el evento). Aquel día no triunfaron las tesis de nuestros enemigos porque como alguien dijo “tienen pocas ideas, confusas y arraigadas” y también porque no abandonamos. Más tarde Goyo nos invitó a tomar algo en la zona de Reyes Católicos.

Cabe decir en otro orden de cosas que no consiguieron destruir tu legado democrático quienes apretaron el gatillo ni tampoco sus aburguesados y tradicionales cómplices ideológicos. Unos días antes de tu muerte, Jaime Mayor, Tú y Aznar conformaríais una histórica foto conjunta en tu amada ciudad (imagen de esperanza en aquel momento para una gran mayoría de donostiarras). De ese fabuloso tridente contra Eta, tú ya no estás y Aznar casi ni lo cuenta como líder de la oposición por aquel entonces. Por otro lado, años más tarde Jaime Mayor abandonaría la primera línea por la deriva ideológica del partido. Gracias a la voluntad política futura durante dos legislaturas consecutivas Eta quedó prácticamente derrotada, mientras el nacionalismo burgués perdía la lehendakaritza tras la previa y justificada ilegalización del brazo político de la banda terrorista, su gran apoyo en las instituciones. Ése era y es el camino correcto a seguir. Desgraciadamente esa voluntad política quedó truncada por la brutal irrupción del 11-M, un atentado terrorista “muy oportuno” que cambió el Gobierno y la pauta antiterrorista. Desde aquel suceso se persigue el fin de Eta sin su derrota, negociando políticamente su final, con la “colaboración necesaria” de los Gobiernos de España (faisán incluido), asentándose con ello la preponderancia y soberanía excluyente que siempre ejercieron los nacionalistas , esta vez sin necesidad de armas, gracias a una paz “en clave nacionalista” al más puro estilo catalanista (proseguirán con la exclusión social y la inmersión lingüística para mantener su poder institucional).

Atrás quedaron los días posteriores a tu asesinato, muy duros por cierto (visitas a la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento y al Cementerio de Polloe…multitudinaria manifestación en SS). Sin embargo, el reto y la necesidad de cubrir listas para futuras convocatorias electorales fueron solventados exitosamente, a pesar del miedo reinante. No arrugarse era lo mínimo que había que hacer frente a tal afrenta. Así conformamos muchos de nosotros las diferentes candidaturas municipales (no sin problemas para completarlas). Era práctica habitual rellenar las listas de las candidaturas con gente de fuera del P. Vasco (naturalmente en puestos de no salida).

En el almanaque de muchos fue un día negro el de tu pérdida, lo que no impidió a tres jóvenes reunirse de forma espontánea en una casa para elaborar un comunicado de condena, que acto seguido repartiríamos en los jardines de Alderdi Eder bajo la firma de “jóvenes donostiarras”. El que te escribe leyó -como representante de los tres- dicho comunicado para una radio desde una cabina telefónica sita en la calle San Martín. Recuerdo que cierta televisión privada a nivel nacional nos denegó sus cámaras para transmitir nuestra repulsa en esos mismos jardines.

Fueron tristes las movilizaciones pacíficas y de duelo por tu fallecimiento como numerosos los asistentes a las mismas. Ese apoyo popular se vería refrendado nuevamente por los donostiarras en las municipales de mayo del 95, unos meses después de tu caída, cuando el PP ganó por primera vez las elecciones de Donosti, cumpliéndose por fin tu sueño. Actualmente y por desgracia nadie (salvo algún “verso suelto”) recoge en tu reconocida carrera por la libertad aquel testigo que dejaste “forzosamente”. Hoy más bien “animan” a tus verdugos a imponerse, gracias al renovado colaboracionismo “monclovita” con la Serpiente (excarcelaciones aparte y futuros acercamientos). Sólo conviene sacar a pasear a las víctimas intermitentemente. Mientras el nuevo Estatuto Vasco prosigue en su definición.

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Para terminar cabe resaltar que tu ejemplaridad es lo único que nos queda frente a tanta inmundicia. Hoy no podemos decir a ningún político “decisorio” de los dos grandes partidos nacionales “tú si que vales”, pero a ti sí. Gracias Goyo por tu intensa calidad democrática. Gracias también a María San Gil, a Eugenio Damboriena, a Santiago Abascal, a Mayor Oreja, a Iturgaiz, a Ortega Lara…Y gracias a sus familiares por manteneros donde estáis.

Querido Gregorio: Estamos en deuda contigo. Todo lo que digan bueno de ti es poco. “Agur Jaunak” y ¡Descansa en paz!

* Ex-militante del PP de Guipúzcoa

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