Opinión

¡Fuera fascistas de la Universidad!, gritan los fascistas

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Hoy hemos asistido a un escrache a los candidatos de un determinado partido político, en una universidad pública catalana. Y presiento que no será el último.

Se ha intentado impedir el debate o coloquio de representantes de varios partidos políticos con representación parlamentaria, por parte de una serie de niñatos de extrema izquierda (porque la extrema izquierda sí existe en España), con el acompañamiento coreográfico de un montón de tontos útiles, de esos que van a la universidad a pasar el tiempo, pero, por supuesto, sin estudiar ni aprender nada de provecho.

Esas universidades públicas, y obvio es decirlo, son pagadas y mantenidas con el dinero de nuestros impuestos, y esos representantes de partidos políticos constitucionales, y con representación parlamentaria, tienen todo el Derecho a ocupar esos espacios públicos, repito, pues son representantes de una gran parte de la sociedad española.

Desde la transición, e incluso antes, las universidades públicas han sido el caldo de cultivo del comunismo en nuestra sociedad, primero con su denominación primigenia, y después escondido o disfrazado bajo el sucedáneo de Izquierda Unida, Podemos, ahora Unidas Podemos, el propio PSOE, ahora PS, Partido Sanchista, y una serie de movimientos con los que se pretende llegar a más parte de la sociedad, cual marcas blancas: ecologistas, feministas, etc.

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Pero todos forman parte de la misma mercancía averiada, el marxismo, leninista e incluso estalinista, que únicamente aspira a llegar al poder para volver a quemar iglesias, y poner en funcionamiento las famosas y temibles checas.

A algún padre putativo de la Constitución del 78 se le ocurrió establecer una cláusula de salvaguardia de las universidades, estableciéndose en el art. 27, 10, en sede de derechos fundamentales que:
“Se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos que la ley establezca”,

Lo que ha dado pie a que las universidades se hayan constituido en reinos de taifas, donde reina la arbitrariedad y la prevaricación administrativa.

Los hijos “heredan” las plazas de los padres, hay una endogamia putrefacta, y lo peor del caso es que todo el mundo lo ve “normal”, y nadie o casi nadie se escandalice por ello.

Esta “independencia” de facto de las universidades ha dado pie a que la izquierda se haya atrincherado en ellas, al grito de ¡No pasarán!, sin darse cuenta –o tal vez sí-, de que los únicos fascistas que quedan en España son ellos.

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Bueno, en realidad son marxistas de salón, y burgueses en la intimidad.

Se utiliza y manipula a los estudiantes, atrincherándose tras ellos, y empleándoles como mano de obra barata para esas políticas sectarias y criminales, que hurtan el necesario debate político a las aulas universitarias, que por su propia naturaleza, deberían estar abiertas a todo el pensamiento político existente, y con una cierta presencia en la sociedad española.

Como dice don Plinio Apuleyo Mendoza, y suscribo plenamente;

“… Las universidades no deben seguir siendo cámaras mortuorias en las que se mantienen artificialmente vivas ciertas momias ideológicas, como el marxismo, pulverizadas por la realidad.

Es estremecedor saber que contamos desde hace siglos con universidades que no investigan, que no piensan con originalidad, que apenas tienen conexión con el entorno social en el que existen, y que ni siquiera alcanzan una calidad media aceptable.

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Es tremendo que, como regla general, además de prestar tan pocos y tan malos servicios, exijan autonomía para no rendir cuentas a quienes sufragar sus gastos y cultiven una especie de aislamiento corporativo que las separa aún más de la sociedad”. (Apuleyo Mendoza, Plinio, Fabricantes de miseria, pág. 313, Ed. Plaza Janés, Barcelona, 1999).

Abogado y escritor.

1 Comentario

  1. Adolfo

    07/07/2019 at 13:21

    Excelente artículo. Totalmente de acuerdo con usted.

  2. Adolfo

    11/04/2019 at 18:35

    Excelente artículo. Totalmente de acuerdo con usted.

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