Opinión

Franco nos levantó y Sánchez nos humilla, nos destruye y nos ridiculiza ante el mundo

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Cuando un faccioso pretende justificar su fechoría carente de argumentos, sólo le queda acudir a la calumnia o al insulto.

1º) Pedro Sánchez, con su cohorte de revanchistas y antiespañoles, con su parte del pueblo ignorante de la historia y manejado, pretende profanar una reliquia sagrada de la historia de las glorias españolas, inmarcesibles, diciendo que “en democracia no se puede consentir tener en el Valle de los Caídos a un dictador”. Para empezar, recordamos a este advenedizo al sillón, por impotencia de Rajoy y contubernios varios, que Franco no fue un dictador (sinónimo de tirano estalinista o genocida) sino un Caudillo providencial que salvó a España y a Europa del terror bárbaro comunista y a la Catolicidad, que por manos de Pío XII, le concedió la medalla de la “Superior Orden de Cristo e hijo predilecto entre los estadistas cristianos”, calificando su epopeya cívico-militar (que no guerra civil), de “Undécima Cruzada”. Pero los masónicos y eternos enemigos de la España católica, reserva espiritual de Occidente, intentan desacralizar y allanar todo el profundísimo simbolismo religioso de aquella gesta de trascendencia mundial, coronada con la mayor Cruz del mundo contra todos sus enemigos.

Si “tan insoportable y humillante es conservar esos restos en el sistema democrático”, ¿por qué no fueron exhumados al día siguiente de la entrada en democracia y se pretende hacerlo ahora, cuarenta años más tarde

2º) El texto de “reconciliación de los españoles”.

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Ya estábamos más que reconciliados tras aquellos años cuarenta de esfuerzo y comunes sacrificios para levantar una nación destrozada por culpa de una II República connivente con el marxismo destructor de toda cultura divina y humana, diabólico intento contra Dios, las patrias y las leyes de justicia naturales y divino-positivas. Ahí estuvo Franco elevando el prestigio de España en todo el mundo y llevando su economía al octavo puesto mundial. “Por sus frutos les conoceréis”. Él nos levantó y ustedes, los socio-liberales, nos humillan, nos destruyen y nos ridiculizan ante el mundo”.

3º) Ha dicho Sánchez que “con esa exhumación, se busca un futuro más seguro”. La insensatez está servida. Lo único que garantiza un futuro seguro es un gobierno que inspirado en el amor a Dios, a la patria y a la Justicia, gobierne con responsabilidad en una fusión de Iglesia y Estado, como hizo Franco, y no por la ubicación de unos restos mortales, ni su agravio. ¿No tiene más que hacer que profanar un recinto sagrado, escupir contra las glorias egregias españolas, enfrentándonos una vez más entre generaciones?

“Los perversos difícilmente se corrigen; el número de tontos es infinito” (Eclesiastés 1,12). ¿Esas generaciones que ignoran la verdadera historia con sus causas y agravan con gastos inútiles las empeñadas arcas públicas? ¿Esto es el mandato democrático del pueblo? Ni los votos parlamentarios invalidan la historia, ni ocultan la ingratitud de los cobardes. Ya nos dijo Franco en su testamento: “No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta”.

Profeta infalible que sabía que el enemigo iba a entrar nada más morirse él. “No se os puede dejar solos”. El odio masónico y sus logias están en todas las instituciones. ¡Qué más quisieran estos políticos vividores que poder ejercer una dictadura como la de Franco, si no fuese porque perderían las prebendas del sillón con sus sueldos millonarios!

No pueden ser dictadores porque no tienen agallas para ello, cuando este sistema confunde la autoridad justa y firme con los tiranos. Él tuvo autoridad para servir; ustedes solo tienen poder para servirse traicionando a la patria. Y la Iglesia, la más eterna deudora de los favores de Franco, tiene la cobardía de dejarse anestesiar por sus propios enemigos.

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Si Franco levantase la cabeza, diría a esta raza de traidores: “los sensatos disimulan su sabiduría. El corazón del necio pregona su necedad” (Eclesiastés 1).

“La cortesía concita gracia. Las formas de los soberbios son ásperas” (Eclesiastés 1).

*Párroco de Villamuñio (León)

 

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