Economía

Filas kilométricas por la crisis de combustible en Cuba

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Por Guillermo Nova (dpa).- La Habana. Después de salir de su trabajo, Idalmis estuvo siete horas haciendo fila para repostar en una gasolinera. Era la una de la madrugada cuando casi le tocaba su turno pero se acabó la gasolina y tuvo que esperar a que amaneciera y llegase un camión que abasteciese de nuevo las cisternas de la gasolinera.

“Trabajo en una empresa científica que aporta divisa al país y no puedo faltar, así que ahora p’al trabajo”, dice a dpa Idalmis Padilla con cara de cansancio después de lograr repostar. Al igual que ella, cientos de personas pasan diariamente varias horas del día haciendo filas con la esperanza de poder cargar de gasolina sus vehículos.

Las señales de alarma del desabastacimiento se encendieron en la isla cuando el propio presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció en la televisión estatal que no estaba llegando el petróleo desde Venezuela y culpó al republicano Donald Trump por las sanciones hacia las empresas navieras y aseguradoras.

El 14 de septiembre entró el buque tanque venezolano “Manuela Sáenz” y hasta el mes de octubre no está previsto, oficialmente, más abastecimiento a la refinería de Cienfuegos.

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Pero el aviso de la crisis ya venía de antes. La tensión política y económica que vive Venezuela hizo que en los últimos años se redujese a la mitad el envío de combustible y ahora tan solo llegan unos 60.000 barriles diarios que sirven para complementar los 45 mil que se producen en los yacimientos cubanos.
Cuba paga a Venezuela la factura petrolera con la prestación de servicios médicos y educativos en el país suramericano.

La escasez de combustible que vive el país ha rescatado algunas soluciones propias de la crisis que vivió el país en la década de 1990, como cocinar con leña en los comedores universitarios o el uso de unas 4.000 yuntas de bueyes para los trabajos agrícolas.

El Gobierno dice que es coyuntural y que está garantizada la gasolina de octubre, pero en el ambiente ciudadano está el temor a revivir los tiempos del “Periodo Especial”, como se conoce a la crisis económica que vino después de la caída del aliado soviético y que llevó a apagones de hasta 12 horas diarias.

“Dicen que vuelve (Periodo Especial) lo que no sé muy bien cuándo es que se había ido”, dice con ironía a dpa Cecilia Rojas mientras despacha en una bodega.

Como medida de ahorro, el Gobierno paralizó la producción de acero y cemento, por su alto consumo eléctrico, y redujo el transporte público. Hasta el momento las drásticas medidas de ahorro han servido para que no se produzcan los apagones en las grandes ciudades.

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Algunas gasolineras cerraron para concentrar el servicio en otras, mientras que en la mayoría de ellas las personas esperan resignadas, pueden hacer alguna broma de vez en cuando, en ese espíritu cubano de a mal tiempo buena cara, pero también se ven escenas de tensión y discusiones por la espera o por algún conductor que se quiere colar.

“¡Cómo no vas a saber por dónde es el final de la fila!”, dice un chófer a gritos para recriminar a otro conductor que aprovechase el espacio libre que deja la fila entre las manzanas para permitir el tránsito transversal de las calles.

“Es agotador, el poco tiempo de descanso te lo pasas aquí”, dice a dpa Javier Matos, un taxista privado mientras espera en una fila de casi dos kilómetros de largo en una de las grandes avenidas de la capital.
Las pacientes filas de cubanos esperando a repostar contrastan con los disturbios en la vecina Haití, que también vive una crisis de abastecimiento del petróleo que ha provocado violentas manifestaciones en contra del presidente Jovenel Moise.

En las paradas, la policía cubana da el alto a los vehículos gubernamentales para que sean solidarios y lleven a un par de personas en su trayecto.

Pero la solidaridad también ha tomado nuevas formas. Gracias al tímido despegue tecnológico, en la red Whatsapp se han creado grupos en los que las personas se informan entre ellos a qué gasolineras llega el combustible, para que la gente pueda ir directamente, sin tener que dar vueltas por la ciudad buscando surtidor.

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En un país tan soleado como Cuba apenas se genera el 2,4 por ciento de la producción diaria de electricidad desde sus 67 parques solares. Para cambiar la matriz energética el Gobierno tiene previsto que en 2030 el 24 por ciento de la generación sea a partir de las plantas bioeléctricas y de los parques fotovoltaicos y eólicos.

Es una meta ambiciosa, pero que genera dificultades para alcanzarla.

El economista cubano Pedro Monreal plantea dudas. Alega que esto significaría agregar 2.269 megawatts de capacidad de generación, lo que implicaría una tasa de crecimiento promedio anual “altísima e infrecuente de 82,65% en bioeléctrica, muy alta en eólica (44%) y alta en fotovoltaica (15%)”.

“Es un plan que requiere considerables inversiones”, alerta Monreal desde su cuenta en la red social Twitter.

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