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Europa blanca (lo que queda)

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[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=yjbpwlqp5Qw[/embedyt]BD.- Navegando por la Red, buscando temas de los años 80 para grabar un CD: tipo Modern Talking, Pet Chop Boys y otras mariconadas similares (decía Sócrates o Aristóteles que de vez en cuando hay que entregarse a la frivolidad para no morir de solemnidad), caígo sin querer sobre este coro a capella, que interpreta una canción que tuvo su momento de éxito en su día, “Africa” de Toto. Como dicen los franceses: “Cela ne nous rajeunit pas”. O sea que ha pasado agua bajo los puentes desde entonces.

A lo que voy. A los pocos segundos de visionar el vídeo, apenas mi atención se ha distraido de la original “tormenta” del inicio, he reparado que todos los intérpretes son blancos, sin excepción. Inmediatamente he pensado con angustia en una secta destructiva. Todos blancos y blancas: aquí pasa algo, me he dicho con creciente emoción y una cierta aprensión (uno nunca sabe si el Gran Ojo te está vigilando y llevando la lista de lo que uno mira en Internet)).

Como no cantan himnos racistas ni marchas del Tercer Reich, sino más bien cancioncillas propias de nuestros años mozos, he descartados las Nuevas Generaciones de la Sociedad Thule y he pensado en los mormones, descartando a los amish, menomitas y demás grupos del mismo género que no creo que tengan permitido cantar otra cosas que salmos anabaptistas. La presencia de un hobbit (uno de los dos solistas parece el hermano de Frodo Bolsón) en ese coro ha añadido misterio a la cosa.

Me he precipitado a la Wikipedia. He averiguado que son eslovenos. ¡Bendita Eslovenia! ¡Todos de raza blanca! ¡Ni la más mínima diversidad! He quedado prendado de Eslovenia y los eslovenos. Con el trasfondo imaginado de románticos castillos medievales y frondosos bosque alpinos, esas caras me han parecido aún más simpáticas. Y para mayor alegría de nuestro delicado y exigente sentido estético: ningún piercing visible, ningún tatuaje a la vista, ni el menor rastro de rastas, ningún hombre con tres o cuatro pendientes en la oreja y un aro en la nariz (solamente el director del coro lleva un colgante, pero ya sabemos que esta gente suele ser un pelín gay). Ni siquiera unas patillas en forma de aguja, la última gilipollez que un hombre normalmente constituido puede hacer con el pelo que le crece en la cara, y tampoco trenzitas africanas en las féminas. Nada de ropa estrafalaria y chillona. Estética blanca. Ni cafres del Monomotapa ni putones verbeneros. Ninguna sacude las tetas impúdicamente ni ninguno se toca los huevos en escena. Hombres y mujeres limpios, aseados, visiblemente humanos, no orcos pringosos salidos de una cueva. Siendo así, qué importa que parezca que en algún momento van a desafinar.

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Esta es la Europa que queremos, la que fue en gran parte del continente y la que todavía es en algunos reductos del corazón de nuestra patria grande: blanca, limpia, decente, humana. A estos chicos y chicas siempre se les puede cambiar el repertorio por algo más acorde a una estética superior, y que canten algo que merezca la pena y no se queden en las performances vocales de estos inocentes divertimientos aptos para arrancar el aplauso fácil de un público ávido de curiosidades antes que de verdadero arte.

Disfruten de esa original actuación y sobre todo de esta imagen, ya prácticamente una rareza en nuestras vidas de europeos invadidos y aplastados bajo la plaga de la inmigración no deseada y el yugo de la diversidad impuesta.

Debemos liberarnos de esa Europa multicultural y multirracial que nos anega y volver a ser lo que siempre hemos sido, levantarnos de la indignidad en la que se hunde nuestro mundo traicionado y entregado a las bestias. De lo contrario toda vida se apagará, será el reino de la muerte sin resurreción, el fin de toda belleza y bondad, el corazón de las tinieblas.

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