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Estados Unidos: Un alto funcionario del Partido Demócrata revela tácticas de fraude electoral en el voto por correo

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Emmanuel Rondón.- Si hay algo que se está debatiendo fuertemente en los Estados Unidos es cómo saldrán a votar los americanos en los próximos comicios presidenciales del 3 de noviembre. Por un lado, los republicanos —con Trump a la cabeza— promueven la vía presencial como la forma más efectiva de ejercer su derecho al voto, en el otro lado están los demócratas con toda su maquinaria mediática intentando imponer los votos vía correo electrónico como la forma más segura por la pandemia.

Se ha mencionado mucho sobre la posibilidad de un fraude electoral si la votación se llevara a cabo por medio del voto por correo o el voto ausente, algunos aseguran que esto es una posibilidad latente, otros dicen que es «un mito» impuesto por Trump para obligar a la gente a asistir a las mesas pese a la pandemia.

Lo primero que hay que saber es que el voto ausente —como se le conoce— no es algo nuevo, de hecho, tiene más de un siglo de práctica, pero siempre se ha implementado para casos específicos con justificaciones fidedignas para faltar a la mesa electoral. A raíz de la proliferación global de la COVID-19, la discusión es si la utilización de las boletas por correo se hace masiva por el «peligro de contagio» o si la gente va y vota presencialmente como hace la mayoría.

Por ello es significativa la información que publicó el New York Post, de la mano del periodista Jon Levine, la semana pasada: «Un alto funcionario demócrata dice que el fraude electoral, especialmente con las boletas por correo, no es un mito. Y lo sabe porque lo ha estado haciendo, a gran escala, durante décadas».

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Según comentó la fuente anónima en el artículo citado, «el fraude es más la regla que la excepción» en la votación ausente. El informe indicó que quien revela todo esto es un alto funcionario demócrata, que utilizó técnicas de fraudes electorales en los «comicios municipales y federales en Paterson, Atlantic City, Camden, Newark, Hoboken y el condado de Hudson, y sus huellas digitales se pueden encontrar en las carreras legislativas, de alcalde y del Congreso locales en todo Garden State».

Cómo implementan las tácticas de fraude

La fuente del New York Post, que posee un largo historial de trabajo como consultor de campañas, aseveró que no solo manipuló y cambió boletas electorales, sino que además, «dirigió equipos de estafadores y fue mentor de al menos 20 agentes en New Jersey».

El artículo continúa explicando que en New Jersey todo comienza con una boleta en blanco enviada por correo y entregada a un votante registrado —en un sobre grande—. Luego, dentro del paquete, hay un sobre de devolución, un certificado que dice: «votante enviado por correo» que el ciudadano debe firmar. «Ahí es cuando el manipulador electoral entra en acción», dice el artículo.

Estos votos no tienen ningún tipo de seguridad específica, como bien podría ser un sello o una marca de agua, entonces es posible que alguien pueda hacer sus propios votos: «Simplemente paso [el voto] a través de la fotocopiadora y sale de la misma manera», explicó el informante en cuestión.

El problema principal no son las papeletas, sino los sobres de devolución que sí son más seguros. De hecho, es imposible recrear ese sobre, por ende, «se deben recopilar de votantes reales», continúa explicando.

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Aquí es donde entran los estafadores convenciendo «a los votantes de enviar las boletas completas en su nombre como un servicio público». Una vez logrado esto, el equipo de estafadores se dirigía a sus casas con los sobres sellados y los ponían sobre agua hirviendo: «Tienes que vaporizarlo para aflojar el pegamento», reveló la fuente del New York Post.

Luego era un procedimiento más simple: se quita el voto real, se cuela el voto falso dentro del certificado firmado y se vuelve a sellar el sobre. Este proceso dura aproximadamente cinco minutos por cada boleta. El ritmo, es bastante lento, así que el equipo debe ser relativamente grande para lograr manipular algunas miles de actas.

Pero por eso es importante la siguiente declaración: «Una elección que se ve influida por 500 votos, 1 000 votos puede marcar la diferencia. Podría ser suficiente para cambiar de estado», le dijo el funcionario demócrata al New York Post.

Después de hacer lo más complicado que es, sin dudas, manipular un acta, llega algo clave: la distribución. Los votos por correo deben ser repartidos por toda la ciudad y no en unos pocos buzones. El demócrata explicó que, de esa forma, «evitó la atención que frustró una operación descuidada de fraude electoral en unos comicios por el Concejo Municipal de Paterson, New Jersey, de este año, donde se encontraron 900 boletas en solo tres buzones». La fuente indicó que si se hubiesen difundido de manera adecuada no habría ocurrido nada.

El trabajo del New York Post revela que, además de esta técnica hay otras formas más de manipular los votos. Entre ellas una que involucraba a los empleados postales: «Tienes un cartero que es un tipo rabioso anti-Trump y está trabajando en Bedminster o en algún bastión republicano… Puede tomar esas papeletas [llenas], y sabiendo que el 95 % van a un republicano, puede simplemente arrojarlas la basura».

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También se mencionó el caso de los hogares de ancianos y, además, sobornos y reemplazo de votantes.

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