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España, a semifinales de la Davis a lomos del mejor Nadal

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Ya en sábado, en otra jornada noctámbula, España festejó a lo grande su clasificación para las semifinales de la Copa Davis, una alegría mayúscula para alimentar el sueño de la sexta Ensaladera.

Queda poco, quedan dos pasos, y todo parece más cerca si es Rafael Nadal quien pilota la nave, el mejor líder que puede tener cualquier equipo. Para ir a la guerra, no hay mejor soldado que él, y la selección da gracias porque el número uno del mundo le sacó las castañas del fuego ante Argentina, que siempre, da igual el deporte, compite como nadie, da gusto verla. El caso es que España juega el sábado contra Gran Bretaña (17.30 horas, #Vamos) y celebra que por el otro lado del cuadro ya no viaja la Serbia de Novak Djokovic, eliminada por Rusia en un pulso dramático (se mide con Canadá a las 10.30 horas). La Davis está ahí, hay copa a la vista.

Se ha empeñado Nadal en cerrar el curso con otro mordisco, puede que el más especial porque nada le gusta más que actuar en sociedad y con la bandera de por medio. En cualquier situación lógica, el balear estaría descansando para activar cuanto antes la pretemporada y pensar en Australia, que en 2020 concede el tesoro de poder igualar a Roger Federer con 20 Grand Slams, pero casi nada es normal con él de por medio, un campeón insaciable y que percibe que a esas piernas aún le quedan kilómetros, al menos unos cuantos como para llevar a España a otra fiesta.

A veces se peca de forofismo con él, es verdad, pero esta vez hay que concederle todo el mérito del mundo porque dio vida a la selección cuando asomaba al abismo. Perdió Pablo Carreño contra Guido Pella en el primer punto, una derrota muy dolorosa del asturiano porque necesitaba una gran noche de Davis para compensar así la confianza de Sergi Bruguera, quien le eligió para suplir a Roberto Bautista.

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Por cierto, y antes de entrar en faena, al castellonense se le rindió un precioso homenaje al dejar vacío su hueco en la alineación cuando sonaba el himno nacional, hubo minuto de silencio y sus compañeros lucieron crespón negro.

Volviendo al tenis, lo dicho: patinó Carreño, anulado en la tercera y decisiva manga, y al equipo no le quedó otra que entregarse a su héroe, postura facilona y comprensible, un comodín que siempre funciona.

Nadal, como era de esperar, se multiplicó y sumó su punto de individuales después de atropellar de manera escandalosa a Diego Schwartzman, una exhibición en una hora clavada que sirvió para que la Caja Mágica por fin entrara en calor y se vaciara después en el dobles. Ahí, cómo no, volvió a presentarse el mallorquín en plan arrollador, feliz porque con Marcel Granollers se entiende de maravilla desde que eran niños. Entre confidencias, palmaditas y «¡Vamos!», tumbaron a Máximo González y Leo Mayer para finiquitar unos cuartos de estrés y agonía. Una noche 100% Davis.

Como se mide el total, quedará algo olvidado el partidazo de Nadal ante Schwartzman, uno de esos días en los que, simplemente, hay que sentarse y disfrutar. No es un jugador de debates cortos, acostumbrado a las películas de largo aliento, pero le bastaron 60 minutos para dar un salto al cielo, cerrar el puño y salir pitando hacia la ducha para preparar el dobles. Menudo espectáculo.

No concedió ni una bola de break, impecable con su saque, y dominó desde el fondo de la pista en plan animal. Pim, pam, pim, pam, pim, pam. De lado a lado, un Schwartzman deprimido buscaba alguna respuesta en el banquillo, pero no tenía nada que hacer, castigado una vez más por alguien que dice ser su amigo. El argentino, que tantas horas en pista comparte con Nadal, perdió por novena vez contra Nadal, nueve de nueve, pero en ninguna de las derrotas anteriores hubo tanta diferencia.

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Enchufado por ese paseo militar, Nadal contagió a Granollers, quien también lleva una Davis de aplauso, pleno en esta semana de patriotismo. Suele ser el punto de dobles el que más problemas ha dado históricamente a España, pero en esta Davis no hay manchas. Ante González y Mayer, el tándem nacional sufrió y tuvo lagunas en el segundo set, pero se creció en un epílogo durísimo con el número uno levantando el ánimo de la tropa.

Gran Bretaña, sorpresa

Hay motivos como para pensar en cosas bonitas, y cualquiera se hubiera pedido a Gran Bretaña pensando en semifinales. Está Andy Murray, es verdad, pero el escocés acude más por lo que implica su figura que por su tenis, tratando de volver, que ya de por sí tiene su mérito, después de que le pusieran una prótesis de cadera. En esta Davis, solo ha disputado un partido ante Holanda contra un semidesconocido y lo salvó de milagro. Daniel Evans y Kyle Edmund están disputando los individuales (ayer vencieron a los alemanes Struff y Kohlschreiber, respectivamente) y Jamie Murray y Neal Skupski forman un doble de garantías. En España, y después del bajonazo de Carreño, queda por ver cuál es la apuesta de Sergi Bruguera, que podría darle la alternativa a Feliciano López para el primer punto ante Evans. Lo único seguro es que jugará Nadal, no es poca cosa.

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