Cartas del Director

¿Es posible un islam moderado?

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LTY.- Escuchamos demasiado a menudo la versión que pretende que el problema no es el islam sino los fanáticos (unos pocos descarriados) que no han entendido bien las enseñanzas del Profeta y cometen desmanes inducidos por esa mala comprensión de unos textos en el fondo tan inofensivos como “Las aventuras de Babar”.

Según esa interpretación, el problema lleva por nombre integrismo islámico y hombres-bomba. Hay que decirlo cuantas veces sea necesario: el problema es el islam. Si eliminaramos el terrorismo islamista, si se desvaneciera el llamado integrismo islámico (que es una trampa para hacernos creer que hay otro islam, “moderado” y “buen rollo”) ¿acaso el islam dejaría de ser un problema para Europa?

¿Creemos de verdad que eliminando a los 10.000 o 100.000 terroristas potenciales (por decir una cifra sin lugar a dudas muy por debajo de la realidad) que viven entre nosotros soñando con el martirio por Alá y que sólo esperan el momento oportuno y la entrega a tiempo de las bombas para reventar infieles, todo estará en orden? El verdadero problema son los actuales 20.000.000 de musulmanes que hay en Europa. El terrorismo es un problema añadido, y muy grave, pero este desaparecerá cuando desaparezcan de Europa esos millones de musulmanes que están submergiendo a la población europea buscando primero subyugarla y después suplantarla. La violencia terrorista es sólo una arma (entre otras) en manos de nuestros enemigos, y estos utilizan las armas que cada momento exige y señalan los objetivos según su conveniencia.

Intentar controlar el terrorismo islámico en unos países inundados por legiones inacabables de musulmanes, es como querer controlar el Amazonas en su desembocadura. No hay otro control posible que no sea el control de las fuentes, río arriba. Hay que cerrar las fronteras y expulsar a todos los musulmanes de nuestros países. No hay otra solución. Toda otra propuesta no puede conseguir más que retrasar unos años o unos meses el fin de nuestra cultura, de nuestra civilización, de nuestras naciones milenarias.

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Salgamos a la calle: la cantidad de moros y moras (la inmensa mayoría preñadas y con carritos y descendientes de todas las edades pululando en tropel a su alrededor) con los que uno se cruza es simplemente increíble. ¿Cuánto tiempo creemos que tardarán en ser mayoría en algunas zonas y tomar el control de nuestros barrios y ciudades y hasta el poder de nuestros países?

Mientras haya una base social fanatizada con una ideología antihumana que la moviliza, detrás de pequeños grupos de asesinos desalmados, el terrorismo será siempre una hidra de muchas cabezas. Sólo se puede acabar con ella actuando sobre la masa que sostiene, apoya y nutre a las “vanguardias” armadas. Sólo hay un remedio a la violencia, y esta es una violencia mayor. Sólo hay una respuesta posible al enemigo: enfrentarlo con voluntad de vencerlo.

Pero si esto nos parece excesivo, inadmisible, descabellado, podemos seguir viendo “Los Simpsons”. O el telediario.

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