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Enrique Vivero, coronel, Diplomado de Estado Mayor y experto en Administración de Recursos: “La guerra biológica es también objeto de la Defensa nacional”

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Luis Romero.- Enrique de Vivero Fernández inició su brillante carrera militar en el Sáhara cuando todavía era una de las provincias españolas. Vinculado siempre a la Legión (estuvo al frente del legendario Tercio Gran Capitán I de La Legión entre 2000 y 2002), ha participado en numerosas misiones internacionales y ha estado destinado en puestos de Estado Mayor. Católico practicante, Enrique de Vivero Fernández hizo siempre del compromiso ético con España una de sus principales razones de ser y de existir.

En un contexto de incertidumbre como el actual, donde la gestión de recursos, tanto de salud pública, como económicos y políticos, para la detección y prevención de riesgos está dejando mucho que desear, hemos entrevistamos al que sin duda es uno de los mayores expertos españoles en la materia.


– ¿Cómo es posible que hallamos llegado a esta situación con el coronavirus?

En mi opinión, hay dos causas fundamentales: imprevisión e intereses de poder.

La imprevisión viene de antes de enero de este año, cuando según el ministro de Ciencia, se conoció la existencia del COVID-19. La capacidad nacional de gestión de emergencias ha sido debilitada de una forma irresponsable en varios frentes, también en el militar con la excepción de la Unidad Militar de Emergencia (UME). Todavía pesa la idea disfrazada de buenismo de que invertir en medios militares es per-se belicista y por tanto incompatible con la sociedad del bienestar. Este discurso ha servido para reasignar recursos a otras partidas, buscando réditos políticos. De forma flagrante, se está demostrando que se necesita a lo militar en la propia defensa de la vida de nuestros compatriotas en situaciones no bélicas convencionales. Nada nuevo bajo el sol: In pacem, para bellum (Julio César).

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– ¿Quiere decir con ello que la UME no es suficiente?

La UME es un acertado complemento operativo militar a las situaciones de emergencia civil, lo que en esencia confirma lo que he dicho antes. Y ha demostrado que la experiencia militar es muy útil para la sociedad a la que sirve, siempre que la política no sea un obstáculo.

Los recursos humanos, materiales y de infraestructuras se deben dimensionar respecto a necesidades habituales y excepcionales. Para las necesidades habituales tenemos los medios civiles, tanto sanitarios como de Protección Civil, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, entre otros. Como español, vaya por delante mi agradecimiento por la labor que están haciendo.

Sin embargo, las situaciones de emergencia no requieren sólo de unidades operativas, como demuestra esta pandemia. El desconocimiento del COVID-19 ha superado nuestras necesidades previsibles, poniendo de manifiesto la escasez infraestructuras de aplicación inmediata que bien existían, bien existen pero están abandonados.

En junio de 2019, el Gobierno desmanteló la Agrupación del Ejército de Tierra encargada en montar hospitales de campaña en 24 horas frente a ataques bacteriológicos, nucleares y químicos.

Cada hospital dispondría de 90 camas, tres quirófanos, y servicios de telemedicina con el Hospital militar Gómez Ulla, referencia en Defensa. Su capacidad operativa habla por sí misma, según los estándares de la OTAN ROLE 2 Bravo/Eco, con capacidades mínimas cada 24 horas de al menos estabilizar 50 pacientes, 10 cirugías, medidas de soporte vital avanzado y reanimación en heridas leves a 100 pacientes, 3 camas de UCI de alta rotación, etc. Si China levantó un hospital de 1000 camas en 10 días, nuestras Fuerzas Armadas tenían una capacidad similar prevista. Pero siempre podemos hacer mas: en IFEMA, El Ejército ha instalado 5.500 camas en 48 horas.

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Por otro lado, los edificios que todavía hoy tiene el Ministerio de Defensa en el Paseo de Extremadura en Madrid están abandonados. Algunos podrían estar preparados para estrictas Emergencias con bajo coste de mantenimiento relativo y alta capacidad de reacción. O el caso del Hospital Militar de Sevilla, hoy abandonado al vandalismo, con 83.000 m2, en su día 750 camas y algo que hoy sería muy útil: un helipuerto.

En una situación de UCIs saturadas y falta de camas, no olvidemos a los enfermos por causas distintas al famoso virus. Imagine si un caso grave, que es atendido por una ambulancia en un protocolo rutinario de 8 minutos, sólo puede serlo en 30 minutos, o que al llegar a la UCI no haya capacidad de respuesta rápida. La redistribución de atención por especialidades y urgencia contando con la infraestructura militar, hubiera facilitado también garantizar el nivel de atención a otros enfermos.

La capacidad de España para afrontar el desafío hubiera sido, en cuanto a medios e infraestructura militares al servicio de la población civil, muy rápida. Y debemos tomar nota, porque las guerras modernas van a dejar de parecerse a las que ahora nos parecen convencionales.

– ¿Y de otros medios, por ejemplo equipos?

Primero habría que equipar con medios adecuados a los miembros de los servicios civiles. Por respeto a su trascendente trabajo y responsabilidad hacia la ciudadanía de los que ellos forman parte. Las Fuerzas Armadas deben estar para las situaciones excepcionales, cuando los servicios civiles necesiten ser complementados, como ahora.

4. Hace pocos días, el director operativo adjunto de la Guardia Civil, don Laurentino Ceña informó que todos los dispositivos que están en la calle tiene los medios oportunos de protección.

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Desde mi retiro no puedo contrastar esa información, pero si es verdad lo que aparece en ciertos medios, en menos de dos semanas después de las primeras alarmas de China los servicios internos de Prevención de Riesgos Laborales de la Policía Nacional avisaron de la que se venía encima a un cuerpo con 65.000 efectivos. Además, recomendaban medidas concretas como utilización de guantes, evitar aglomeraciones, entre otras. Lo cierto es que a día de hoy circulan muchas noticias que muestran quejas de sanitarios, integrantes y sindicatos de la Guardia Civil y Policía Nacional, por la falta de equipación (EPIs) y asunción de riesgos innecesarios. No hay mas que leer el comunicado del padre de un joven Guardia Civil fallecido. Si eso se contrasta con las declaraciones del señor Pedro Sanchez en las que dice que nuestras Fuerzas de Seguridad no son un gasto superfluo… alguien no está contando la verdad.

– En su opinión, ¿qué se debería haber hecho, y qué se debe hacer ahora?

Primero, no celebrar una manifestación innecesaria a la fecha del 8 de marzo en Madrid, ignorando los avisos hasta de la Organización Mundial de la Salud.

Segundo, no desviar fondos públicos, cuando ya se conocía el riesgo pandémico, para pagar pactos con los separatistas.

Tercero, una buena gestión de compras internacionales de equipos, como mascarillas, que por hacerlas tarde, llegarán aún con mas retraso por entrar tarde en la cadena de producción de las fábricas que ya están a pleno rendimiento. Que el 12% de los sanitarios ya esté infectado, y que todavía no se hayan iniciado los tests de contagio masivos, son datos que hablan por sí mismos.

Cuarto, la descoordinación que el sistema autonómico está produciendo. Por ejemplo, un hospital en Toledo terminado no une su capacidad a la infraestructura de Madrid por decisión del Gobierno autonómico, pero el Hospital de Osuna transforma un Archivo en centro de atención a pacientes y se monta un hospital ex novo en IFEMA; en las cárceles catalanas fabricando mascarillas que se venden a Italia… Cada región por su lado, cuando Francia y Alemania están iniciando colaboración transfronteriza.

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Ahora, el tiempo es oro mas que nunca: hacen falta medidas masivas y ejecutivas. Entre las mas conocidas en los medios, como son los EPis, los respiradores y las mascarillas, destacaría la importancia de los tests masivos, la trazabilidad de los infectados, el aislamiento relativo de la población vulnerable y tan pronto se obtenga una vacuna, incluirla en el calendario de vacunación masiva anual. Y todo ello en base a que en el sudeste asiático ya hay aplicaciones informáticas que permiten la trazabilidad, tras los tests masivos. El índice de contagio y mortandad a partir de los 45 años crece entre el 200% y el 400% según los rangos de edad, si los datos del Ministerio son correctos.

La inclusión en el calendario de vacunas no es baladí: Un virus como el COVID-19 o el de la gripe (de base ARN, acido ribonucléico) muta 100 veces mas rápido que uno de base ADN, y en la situación actual el COVID-19 tiene millones de oportunidades para hacerlo.. y a más oportunidades, más éxito de mutación.

¿Y sabe lo que significa todo esto si no se es efectivo en las medidas? Algo que no tiene previsto ni los mejores sistemas sanitarios del mundo, como el español: El colapso.

– ¿Es usted optimista?

No debemos ser pesimistas. España ha salido siempre de situaciones muy adversas a pesar de no haber tenido normalmente suerte con sus dirigentes. España somos todos y cada uno de nosotros, hagamos lo que debemos con solidaridad y generosidad. Mi reconocimiento a las iniciativas privadas que están participando con fondos, estructuras empresariales o religiosas, o incluso particulares que con sus propias manos están haciendo mascarillas.

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Una vez más, el espíritu de los españoles solidario y con alta capacidad de padecimiento, supera la insensatez de sus dirigentes. Parece un sino histórico, ante el que de nuevo estaremos a la altura.

Y los gobernantes deberían sacar una lección de esta crisis: la guerra biológica es también objeto de la Defensa nacional.

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