Opinión

“En España empieza a amanecer” por Fátima Pellico

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Los comicios del domingo pasado han traído a la escena nacional un revés que el partido que detenta ostentosamente el poder y sus socios y amiguitos de sinvergonzonerías claramente no esperaban.

Para empezar, el mapa político se ha teñido de azul, que viene a traducirse en una aplastante victoria del Partido Popular, ése que salió del poder por una moción de censura del Psoe y adláteres por la corrupción que había entre sus filas, de la que precisamente se cumplen ahora cinco años.

En cinco años el Psoe y todo aquel que ha querido compartir letrina política con él ha protagonizado todo tipo de escándalos, corrupción, mentiras, calumnias, insultos y ataques físicos contra los adversarios políticos…En fin, que han dejado el país hecho un guiñapo en todos los sentidos. Cualquier país tercermundista a nuestro lado es el Edén.

Lo primero que hay que tener muy claro es que no se hubiera llegado a esta situacióin de haber hecho Mariano “Cobardiano” Rajoy lo que tenía que hacer, que era dimitir y que Soraya Sáenz de Santamaría ocupara su puesto y convocara elecciones anticipadas. Pero no, el excelso registrador de la propiedad, que desde luego de ejemplar presidente tuvo poco, no cedió porque él no había hecho nada malo. Y de esos polvos vinieron estos lodos, donde estamos todos metidos hasta las orejas.

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Durante este tiempo hemos disfrutado hasta la náusea de todo lo peor que se podía imaginar, y no es cuestión de recordarlo dado que está muy cercano en el tiempo y no hay día que no salte otro escándalo.

Claramente estas elecciones se debían leer en clave nacional. España ha venido a decir algo así como “basta ya a la corrupción de los que encima no saben ni gestionar ni su propia casa”. No olvidemos a esa dirigente política que recibe el bono térmico porque no sabe el dinero que entra en su hogar. Y ahora que lo pienso, no sólo no dimitió, como había exigido a otro del PP, sino que sólo pidió disculpas, como si eso fuera el colmo de la honradez personal y política. En román paladino, “no dimito porque no quiero pero debo pedir la dimisión del otro porque para eso vivo del erario público y está en mis funciones”.

Y en clave nacional España no quiere malos gestores, ahítos de coca, putas y mariscos (con el dinero del pueblo, queridos niños), que tienen como socios a los bildutarras y a los independentistas catalanes y vascos que chantajean a diario al Ejecutivo y que ahora dicen sentirse usados por Pedro “Antonio” Sánchez. No se puede ser más despreciable que un independentista vasco o catalán (al menos hasta el momento, claro).

España también ha dejado claro que Vox no es ese monstruo asesino y sediento de sangre que la izquierda pretende pintar y al que apedrea siempre que puede. Ha logrado 1148 concejales más que 2019, lo que indica claramente que a España no se la amilana con calumnias ni injurias. La táctica izquierdista en general de intentar degradar y deshumanizar al oponente, cual buhonero de baja estofa, no funciona.

Ahora, ante unas generales en julio, mi pregunta es: siguiendo al ínclito Largo Caballero ¿piensan que “hay que apoderarse del poder político, pero la revolución se hace violentamente: luchando y no con discursos”?.

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Miedo me da y no creo ser la única de lo que pueda pasar de aquí al 23 de Julio. Antonio ya ha demostrado no dar puntada sin hilo. Parafraseando a Infovlogger, ante la duda no cogeré transportes públicos.

“Alea iacta est”

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