Opinión

Elecciones, o el cuento de la lechera

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            La anticipación de las elecciones generales ha desatado multitud de opiniones, teorías y análisis de diferente índole; Los españoles, una vez más, entramos al trapo.

            No es la primera vez que afirmo que España no tiene arreglo a través de las urnas, que es necesaria una reacción generalizada que ponga punto final a éste disparate.

Baso mi afirmación en los siguientes puntos:

            Primero, el reiterado comportamiento bipartidista que durante décadas hemos demostrado.

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Primero ganan unos, que hacen más mal que bien, luego los contrarios, que hacen menos bueno y bastante más mal, y vuelven a ganar los primeros, ésta vez con resultados aún más vergonzosos…y vuelta a empezar.

Si quitamos del escenario a todos aquellos que sólo están presentes porque la Democracia se lo permite, aunque su objetivo, velado o sin velar sea destruirla, poco donde escoger queda, esa es la verdad.

            Faltan opciones de cambio, y si no se producen cambios no se puede esperar un resultado diferente.

            Segundo, la ley electoral es una chapuza que permite que una alianza de perdedores se imponga a la voluntad mayoritaria del electorado.

La chapuza es tal, que en muchas ocasiones, aquel que obtuvo sólo un par de escaños, tiene en su mano la decisión de quién gobierna.

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Las ideologías quedan atrás y todos los pecados son perdonados para abrazarse cuando la poltrona está en subasta, esa es su única religión.

            Tercero, cuando saltan las alarmas de que el voto puede ser manipulado, apaga y vámonos, porque esa es una declaración sin medias tintas de que los ciudadanos no deciden nada, ni siquiera les importa lo que se les transmite a través de las urnas.

No se me ocurre una mayor falta de respeto hacia todo lo que representan, ni una demostración más evidente de su incompetencia.

            Cuarto, si realmente piensa usted, que ganando unos u otros nuestros problemas van a desaparecer, espere sentado.

Recuerde a Obama, que quería cambiar el mundo, salir del despacho dando patadas a las puertas.

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Desconozco con quién se reunió, pero intuyo que le explicaron que aún siendo el presidente de la primera potencia mundial, su poder estaba supeditado a los deseos y necesidades de las élites financieras, farmacéuticas o vaya usted a saber, cuya alargada sombra guía nuestros destinos.

            Sea quien sea elegido, no es más que un títere, obligado a obedecer mayores intereses.

            Vaya, y vote, al menos habrá cumplido con su deber. Luego siéntese, y espere a que ellos hagan lo mismo.

Jose Luis

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