Sociedad

El sindicato de VOX tiene ya 13.000 afiliados y representantes en 273 empresas

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Un sindicato abiertamente «anticomunista». Esa es la carta de presentación de Solidaridad. Vox lo creó en septiembre de 2020 para acabar con «partidos y sindicatos convertidos en marionetas de las multinacionales globalistas». En apenas año y medio, y según datos de la organización que dirige Rodrigo Alonso, cuenta ya con 13.000 afiliados, representantes en 53 empresas y secciones sindicales en 273 compañías, algunas que incluso cotizan en bolsa. 

A pesar de estas cifras, el sindicato de Vox está aún muy lejos de los números que presentan las organizaciones tradicionales. Esas a los que tachan de «corruptas» y acusan de no haber defendido nunca los intereses de los trabajadores. Aunque estas fuerzas históricas están en retroceso, siguen concentrando al grueso de los trabajadores: Comisiones Obreras suma 934.000 afiliados y UGT supera los 941.000. Muy diferente a lo que sucede en lnternet, donde Solidaridad exhibe músculo y lidera el número de seguidores en algunas redes sociales. 

«Promesas incumplidas»

«Los comienzos no son fáciles, pero comprobar como muchos afiliados de UGT y Comisiones Obreras se pasan a Solidaridad proporciona, además de esperanza, una motivación extra para desbancar y sacar de las negociaciones a los sindicatos tradicionales, que son culpables de la ruina de los trabajadores», afirma Alonso. Además de liderar el sindicato, este almeriense es diputado en el Parlamento andaluz. Saltó a la fama cuando defendió el rechazo de su partido a la proposición no de ley que presentó Adelante Andalucía para implantar un impuesto a la banca. 

A pesar de que se han cumplido los objetivos iniciales «con creces», Solidaridad quiere seguir creciendo en todos los sectores y regiones. El 25% de los afiliados se concentran ahora en Madrid y su peso principal se encuentra en el ámbito industrial y el sector agrario. «Los trabajadores españoles están cansados de promesas incumplidas, de postulados progresistas y de agendas impuestas por organismos que nadie conoce ni nadie ha elegido», sostiene Alonso. Sus detractores consideran que su estrategia pasa por penetrar entre la clase obrera y ayudar a que la tercera fuerza parlamentaria del país siga creciendo.

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