Reino de Navarra

El PSOE decide pactar con los partidos separatistas que quieren anexionarse Navarra

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Pedro Sánchez y María Chivite
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El francmasón Manuel Valls rechaza cualquier acuerdo con Vox pero está dispuesto a entregarle gratis la alcaldía a la alcaldesa de los lazos amarillos y una de las puntas de lanza del secesionismo en la capital catalana. Los socialistas exigen a PP y Ciudadanos un cordón sanitario contra la “extrema derecha” de Vox, pero a ellos les falta tiempo para dar la espalda a la coalición más votada en Navarra y decantarse por los partidos separatistas que quieren anexionar la comunidad foral a Vascongadas. Esta es la doble moral tradicional de la izquierda frente a la cual la derecha carece de contrapeso discursivo. ¿Es más honorable Bildu que Vox? ¿Es más honorable Ada Colau que Rocío Monasterio? ¿Es más honorable defender la anexión de Navarra que el derecho de los hombres a no ser criminalizados? La política española, conducida por traidores, transita sobre un lecho de mentiras y contradicciones morales. Por ejemplo, la de la “veleta naranja”, dispuesta a alcanzar acuerdos en algunas comunidades con los que han desoído la voluntad mayoritaria de los navarros y se ponen a disposición de los herederos ideológicos de ETA para entregarles Navarra a cambio de su apoyo a Pedro Sánchez en el Congreso.

Evitar que Navarra Suma llegue al gobierno foral

Cuenta ABC que la candidata socialista y secretaria general del PSN, María Chivite, llamó a la presidenta en funciones del Ejecutivo navarro, Uxue Barkos, para iniciar las negociaciones de cara a la formación de un «gobierno progresista». La misma operación repitió con los líderes de Podemos, Eduardo Santos, y de Izquierda Ezkerra, Marisa de Simón.

Todos se mostraron dispuestos a alcanzar un acuerdo que evite que el partido más votado en las elecciones del pasado domingo, Navarra Suma, alcance el gobierno. Y pese a que ni Podemos ni Izquierda Ezkerra se definen como nacionalistas, no tuvieron ningún problema en que participe en la coalición una formación como Geroa Bai, la marca navarra del PNV. Incluso la líder de esta formación y Podemos apostaron por incluir en las negociaciones a Bildu. «Los socialistas deben buscar la mayoría absoluta», apuntó ayer Barkos. Y para lograrlo es imprescindible el respaldo de la formación «abertzale».

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Frente al talante cauto tanto de Podemos como de Izquierda Ezkerra, la dirigente nacionalista ya comenzó a dar las primeras pinceladas de ese futuro gobierno sin ni siquiera haber comenzado a hablar. Apostó por un gobierno en coalición en cuyo seno no se encontrará ella. «Los gobiernos de cuotas no son adecuados, pero un gobierno de coalición es algo que está sobre la mesa y Geroa Bai estaría ahí».

Otegui, con las tesis del PNV

Y es que entrar en el futuro gobierno de Navarra es un caramelo de lo más apetitoso para nacionalistas e independentistas. Ayer el coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegui, instó a Barkos a que encabece ella las negociaciones con el respaldo de Bildu, Podemos e Izquierda Unida y que sean los socialistas quienes se suban al carro; propuesta rechazada por la propia interesada.

Donde sí coincidieron nacionalistas y «abertzales» fue en meter presión al PSOE con la investidura de Pedro Sánchez. «Lo que haga el PSOE en Navarra será determinante», ya que si posibilita el gobierno de la derecha, será como «una carta de presentación de lo que va a hacer esta legislatura» en Madrid. El líder «abertzale» tiene experiencia en negociaciones y sabe que el PSN no hace nada sin el conocimiento y el control de la dirección federal socialista.

La operación de Chivite tiene el aval de Ferraz. Desde el lunes José Luis Ábalos dio la «instrucción» de que no podía haber negociación con Bildu ni integración en el gobierno. Pero en ningún momento se planteó un apoyo a la candidatura que lidera Esparza ni se rechazó de forma explícita un acuerdo que requiera del consentimiento de Bildu vía abstención.

«No vamos a negociar con Bildu. Entonces, por tanto, se trata de equilibrar en nuestro caso un gobierno que no sea de impronta nacionalista, pero que sea progresista. Eso es lo que tratamos de cuadrar. La verdad es que es muy difícil. Lo que estamos es reivindicando la presidencia, obviamente», apuntó ayer el secretario de Organización del PSOE.

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Para el PSOE, dar entrada a Geroa Bai en un ejecutivo que necesitaría de Bildu en cada votación es compatible con que el gobierno no sea de impronta nacionalista. Los socialistas reivindican su derecho a liderar el gobierno como segunda fuerza y defienden que su suma con Geroa Bai, Podemos e IU, sin contar con Bildu, suma 23 diputados frente a los 20 de UPN, PP y Cs, que conforman Navarra Suma.

Ese sello «progresista» es lo que impide a los socialistas no poder llegar a ningún acuerdo con Navarra Suma, pese a que sería un acuerdo que rebasaría de largo la mayoría absoluta y es el único que evita que haya nacionalistas y partidarios del derecho a decidir en el ejecutivo foral. Pero además, en la sede federal del PSOE entienden que la alianza Esparza-Chivite sería un error estratégico. «Ese sería el mayor favor al nacionalismo, debilitaría al PSN y crecería su espacio», aseguran.

Doctrina Iceta

Se impone así la doctrina Iceta, el modelo territorial que Sánchez y el PSC han consolidado en el PSOE y que interpreta que antes que alcanzar acuerdos con PP y Cs en regiones con movimientos nacionalistas o independentistas con peso, deben ser los socialistas los que pacten con esos partidos entendiendo que de esa manera sus aspiraciones rupturistas quedarán en un segundo plano. Ese modelo en Cataluña no funcionó con los tripartitos, y el paso siguiente fue Artur Mas y el inicio del proceso independentista, pero es el esquema de acuerdos que los socialistas han aplicado en la Comunidad Valenciana y en Baleares. También lo hicieron en Galicia en su momento.

Este planteamiento en Navarra tendrá sus consecuencias a nivel nacional. La cuestión territorial ahora mismo impide acuerdos importantes entre PSOE y Cs. La ruptura entre ambos no es total ni insuperable para otros acuerdos autonómicos, pero los de Rivera plantean condiciones en la línea contraria a los planteamientos territoriales de Sánchez. Un nuevo obstáculo en la relación entre ambos partidos.

 

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