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El genocidio invisible: La población blanca mundial estará virtualmente extinta para el año 2300

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Una joven surafricana pide que se ponga fin al genocidio que sufe la población de raza blanca.
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LPH (R).- Un país equivale, antes que a sus materias primas o capitales, a la calidad, cantidad, composición y distribución de su capital humano. Todos los aspectos de una nación (economía, cultura, productividad, política, relaciones exteriores, etc.) se basan en última instancia en que las mujeres producen hijos. Cuando esto falla, todo lo demás falla.

Todas las sociedades decaen porque el sustrato biológico que aseguraba su existencia, sucumbió. Una sociedad puede sobrevivir a una guerra, una hambruna, una peste, una sequía o una catástrofe natural, pero no puede sobrevivir a la modificación de su código genético, a la proliferación de los tipos humanos menos valiosos o a la molicie inducida por un confort demasiado prolongado. Si un sistema económico entra en crisis, si una catástrofe destruye una ciudad o si cae un régimen político, todo eso se puede solucionar. Lo que no tiene solución es la disolución de un pueblo, su mentalidad, su carácter, su identidad y su sangre. En otras palabras, los pueblos no sobreviven a la deformación de sus rasgos originarios o al agotamiento de su pozo genético.

Existe un problema demográfico en Occidente. El problema demográfico es que no se tienen hijos. Las corporaciones capitalistas dieron un paso al frente y dijeron “traed gente de fuera”. ¿No habría sido más fácil fomentar políticas de natalidad, apoyo a las familias numerosas, remuneración del trabajo de las amas de casa, que ser madre fuese prácticamente un trabajo pagado por el Estado, etc.?

Sí, habría sido más fácil. Y no se tendrían los problemas que se tienen ahora, de grupos inasimilables que odian a muerte al Estado que les da de comer, que lo desangran económicamente y que han disparado la tasa de delincuencia. También se llega a creer que promover el multiculturalismo acabará con el “racismo”, cuando la realidad es que lo está exacerbando. ¿No se acabaría con el racismo, las discriminaciones y los distintos conflictos étnicos si cada grupo humano habitara en su propio espacio vital, sin necesidad de ideales utópicos “progresistas” de integración racial? El problema es que todo esto no habría multiplicado las rentas de “los mercados”, es decir, de una reducida casta de parásitos.

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Definitivamente la culpa no es tanto de los inmigrantes, sino de un sistema económico cada vez más voraz que para subsistir debe fomentar la inmigración.

El pronóstico es insostenible: una minoría de trabajadores jóvenes va a tener que sostener con su trabajo a una mayoría de pensionistas. El remedio propuesto por “los mercados” (importar inmigrantes a mansalva) está demostrando ser peor que la enfermedad. Sólo una política social de apoyo a la familia y fomento de la natalidad entre la población autóctona, podría revertir esta tendencia: remuneración y cotización a la Seguridad Social del trabajo de las amas de casa, los préstamos sin interés a las parejas jóvenes, pisos de protección oficial (se necesitaría nacionalizar stocks enteros y poner orden en el mercado de la vivienda), y cualquier medida que tienda a estimular la natalidad y solidificar la familia tradicional.

Algunas personalidades han dado su testimonio sobre los fenómenos demográficos por los que atraviesa actualmente Europa.

El actor británico John Rhys-Davies quien personificó a “Gimli” en la película de Peter Jackson, El Señor de los Anillos, basada en la obra de J. R. R. Tolkien, se manifestó sobre esta situación demográfica europea en una entrevista del 2004:

“Existe una catástrofe demográfica que está ocurriendo en Europa y de la que nadie quiere hablar, que no nos atrevemos a plantear porque tenemos miedo de ofender a las personas por cuestiones raciales. Y claro que debemos ser respetuosos. Pero hay algo cultural también… En 2020, el 50% de los niños en los Países Bajos menores de 18 años será de origen musulmán… Y que no se olvide, aunado a esto está este colapso en los números. Los europeos no están teniendo bebés. La población de Alemania a finales del siglo va a ser el 56% de lo que es ahora. Las poblaciones de Francia, el 52% de lo que es ahora. La población de Italia estará por debajo de las 7 millones de personas… Yo creo que Tolkien dice que ciertas generaciones serán desafiadas. Y si no se levantan para enfrentar ese desafío, perderán su civilización. Eso tiene una verdadera resonancia en mí. Estoy a favor de la cultura blanca tradicional… Estoy enterrando mi carrera de manera tan notoria en estas entrevistas que es doloroso. Pero creo que hay algunas preguntas que exigen respuestas honestas”. (John Rhys-Davies. 2004).

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También el actor británico John Cleese, conocido por haber sido uno de los seis miembros del grupo cómico “Monty Python”, afirmó en una entrevista lo siguiente después de que se le preguntara respecto a unos disturbios étnicos sucedidos en el 2011:

“No estoy seguro de lo que está ocurriendo en Gran Bretaña… lo que está ocurriendo en Londres, porque Londres ya no es inglesa… y esa es la forma en la que obtuvieron las Olimpiadas; Dijeron; “¡somos la ciudad más cosmopolita del mundo!”… pero no se siente inglesa. Un amigo mío de California vino hace más de dos meses, caminó por la calle de King’s Road y dijo: “¿Dónde están todos los ingleses?”, digo, me encanta tener culturas diferentes a mi alrededor, pero cuando la “cultura-padre” se disipa, uno se queda pensando: “Bueno, ¿Qué está ocurriendo?””. (John Cleese. 2011).

El censo de 2011, mostró que en Inglaterra la población blanca por primera vez representa menos del 90% de la población a su vez que el número de inmigrantes se ha disparado por 3 millones en 10 años, mientras que en Londres los blancos se han convertido en minoría con un 44.9%.

Actualmente, en cada país blanco, la tasa de natalidad está por debajo del 2.1%, el cual es el índice mínimo requerido para que una población se sostenga. Si la tasa es mayor, la población aumenta. Si la tasa es menor, la población disminuye. Y si se mantiene baja a lo largo del tiempo, eventualmente desaparece. El resultado en promedio es de un 1.3% para 2009-2010. Esto significa que el número de decesos en la mayor parte de los países blancos del mundo está rebasando el número de nacimientos. Esta situación demográfica no se había repetido desde la epidemia de peste negra que devastó a Europa en el siglo XIV.

Además de este factor fundamental para la supervivencia de una población, también se necesita el factor del espacio vital, es decir, un territorio que sea habitado exclusivamente por un grupo que comparte una misma herencia biológica, cultural y ancestral. A principios del siglo XX existían varios países con una población 100% de raza blanca. Sin embargo, actualmente no existe ninguno.

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La raza blanca nunca fue mayoría mundial. A comienzos del siglo XX, los blancos representaban el 35% de la población mundial. En 2019, los blancos constituyen del 8 al 15% de la población mundial. Y en algún momento de este mismo siglo, los blancos alcanzarán tan sólo el 2% de la población mundial. Si esta tendencia demográfica continúa así, la población blanca mundial estará virtualmente extinta para el año 2300, constituyendo menos del 0.1% de la población mundial.

Por su parte, la pirámide africana tiene una proporción estable, armoniosa y natural, no hay indicios de intereses ajenos en hacer desaparecer la composición étnica africana. En cambio la de Europa ya no es ni siquiera una pirámide, tiene una proporción evidentemente inestable y antinatural, afectada por las manipulaciones políticas y económicas que están eliminando la composición étnica de Europa.

Además de la peste negra, Europa ha tenido ya varias crisis demográficas ocasionadas principalmente por las guerras, crisis que se han intentando superar incentivando la natalidad y maternidad. Así, por ejemplo, tras finalizar la Primera Guerra Mundial, Francia comenzó a otorgar medallas de maternidad a las mujeres que tuvieran hijos, a fin de restablecer su arruinada población. Hoy, cuando nuevamente se necesitan más niños, Francia ha relajado las reglas para sus condecoraciones: las madres no tienen que estar casadas, y ni siquiera tienen que ser francesas. Sin embargo, es hoy más que nunca cuando se necesita frenar la caída de la población blanca del Viejo Continente.

Según la propia ONU, la población europea disminuirá en más de 90 millones de habitantes durante los próximos 50 años. Los demógrafos han dejado de creer que la tasa de fertilidad regresará al nivel de reemplazo en el futuro inmediato. El uso de anticonceptivos ha alcanzado niveles récords y las mujeres obtienen más títulos universitarios que los hombres, de manera que muchas prefieren desarrollar primero su profesión y luego fundar una familia, si acaso. Además, las parejas que pretenden fundar una familia, aguardan más tiempo para tener al primer hijo.

Sin bebés que restablezcan la fuerza de trabajo, los europeos encaran grandes dificultades para reunir fondos de pensión para jubilados cada vez más longevos; de modo que, a fin de mantener un saldo positivo, los gobiernos adoptan medidas desastrosas tales como elevar la edad de jubilación, aumentar impuestos e incrementar y facilitar la inmigración, legal o ilegal.

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Desde 1970, cerca de 30 millones de bebés blancos han sido abortados solamente en Estados Unidos y 45% de las mujeres en ese país no tienen hijos. Hoy, las mujeres blancas en edad de procrear constituyen tan sólo el 2% de la población mundial.

Según la Oficina del Censo de los Estados Unidos, la población blanca de ese país pronto será minoría. En sus orígenes, Estados Unidos estaba conformado casi en su totalidad por blancos. Hoy representan el 67% de la población estadounidense. De seguir esta tendencia, para el año 2042 estarán muy por debajo del 50%. Estados Unidos es un buen ejemplo de cómo se puede destruir la identidad original de una nación por medio de la inmigración y el mestizaje.

Según algunos genetistas, en 100 años los pelirrojos habrán desaparecido y en 200 años no existirá el cabello rubio natural. Wikipedia, en referencia a la extinción del “gen rubio” o del “gen pelirrojo”, afirma que esto se trata de una falsa exageración, “una afirmación pseudocientífica” y un “fraude”, basándose en que estos genes recesivos pueden saltar varias generaciones para manifestarse sólo en escasas ocasiones, por lo que, aunque los individuos rubios y pelirrojos efectivamente disminuirán, es difícil que estos genes desaparezcan. Sin embargo, lo que realmente preocupa no es tanto que los genes o las características aisladas se extingan, sino que lo hagan los individuos que deben heredar esos genes y esas características en conjunto tal como surgieron en la naturaleza. Además no se considera la actual disminución exponencial de la población europoide y que está siendo conducida al borde de la extinción por medio del mestizaje, la inmigración y la baja natalidad.

El 3 de septiembre del año 2000, el diario The Guardian publicó un artículo titulado El fin del mundo blanco, donde afirma que los blancos serán minoría en Estados Unidos y Europa hacia el año 2050. El texto inicialmente hace referencia a la “inmersión demográfica” en California, donde en 1970 el porcentaje de blancos californianos era del 80% y que para el año 2000 los blancos cayeron al 49.8% de la población, siendo actualmente su porcentaje aún mucho menor. El mismo artículo señala que esta situación tenderá a generalizarse en todos los Estados Unidos, lo que terminará por crear graves tensiones internas que desembocarán en procesos secesionistas de naturaleza étnico-racial en un próximo futuro.

También cita las palabras del líder del British National Party, Nick Griffin quien expresó que “Cada persona bajo el sol tiene derecho a tener un hogar y el derecho a sobrevir. Si la gente predijera que los indios se convertirán en minoría en India en 2100, nadie dudaría en llamar a eso genocidio”.

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Causas políticas y económicas

La globalización ha sido dirigida por una casta financiera, comercial y mediática (los dueños del gran capital, banqueros, consejos de administración de consorcios que cotizan en bolsa, grandes empresarios, magnates mediáticos, dirigentes de ONGs.) altamente endogámica, que considera que la amalgama de la raza blanca, que vertebra a la Civilización Occidental (especialmente las clases medias y bajas europeas y los WASP y “rednecks” estadounidenses), es el único bloque social multinacional que, bajo ciertas condiciones, podría ser capaz de desafiar la hegemonía económica y política de la plutocracia mundialista.

Las identidades étnicas (especialmente las occidentales) son vistas como un obstáculo en los planes de la globalización, un bastión reaccionario del antiguo orden natural de las cosas. Muchas culturas y muchos pueblos son difíciles de dominar por una casta internacionalista, ya que son miles de escenarios, cada uno con sus reglas —pero una cultura y una sociedad global, es fácil de dominar: se forjan los valores y las mentalidades, se toma nota de las debilidades, y se procede. Por eso la globalización busca de forma sistemática y agresiva la disolución de las identidades de todos los pueblos del planeta. Y aunque a la homogeneización racial total le falta tiempo, la homogeneización de las ideas y del carácter, está muy avanzada: cada vez más se tiene la sensación de que la gente piensa igual en todas partes y tiene metas similares.

La inmigración masiva de los últimos tiempos sirve bien al objetivo de la homogeneización masiva de la humanidad, y está abocada a provocar graves conflictos sociales en el futuro próximo.

Para algunos analistas, está muy claro que los geoestrategas de la globalización están firmemente decididos a abolir la raza blanca y colonizar Occidente con pueblos tercermundistas. Los ingenieros sociales saben bien que, a la larga, de nada sirve tercermundizar la economía, la sociedad, la educación, la sanidad, la mentalidad o la cultura de un país, ya que los genes, los sentimientos, la geopolítica y los instintos tienen siempre la última palabra. Por tanto, deben tercermundizar también su código genético y su coeficiente intelectual. Europa debe perder su identidad, mezclarse con pueblos africanos y orientales y ser como una “segunda China”: mano de obra dócil y barata, carne de cañón para la máquina trituradora de carne del capitalismo salvaje y desalmado. Gente lo bastante inteligente como para mantener el sistema en marcha con su trabajo aburrido, frenético y repetitivo —pero lo bastante tonta y poco imaginativa como para consumir ávidamente, sin preguntarse qué diablos ha pasado con su tierra, su pueblo y su espíritu. Los WASP de Norteamérica deben desaparecer y disolverse para dar a luz a una masa de hispanoamericanos y afroamericanos que no protestará por condiciones laborales y sociales humillantes y que se conformen con escuchar músicas mediocres, como el reggaeton, cada fin de semana para mantenerse contentos. Los australianos deben caer bajo la órbita de Asia Oriental, los criollos iberoamericanos deben sumergirse también en el mestizaje (al tener dificultades e impedimentos para constituir para ellos un espacio vital exclusivo), y los bóers, que están sufriendo limpieza étnica en estos mismos instantes, deben ser exterminados en un genocidio violento (por ejemplo, cuando muera Nelson Mandela). El lento predominio de la demografía tercermundista transformará para siempre la faz de Occidente y del mundo entero.

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Los motivos para que la principal víctima de la globalización sea la raza blanca son los siguientes:

La raza blanca no se adapta a vivir en condiciones de dumping social y ambiental. Cuando la raza blanca ha padecido condiciones terribles, generalmente se ha levantado, se ha movilizado y ha luchado. La mayor parte de luchas sociales y civiles han sido iniciativa de la raza blanca. A lo largo de la historia, la raza blanca ha reaccionado numerosas veces quitándose a sus parásitos de encima, quizás también porque es la raza a la que los parásitos han acudido en mayor cantidad. Actualmente, es necesaria una enorme y costosa infraestructura de pan y circo para que la raza blanca se deje explotar. Por tanto, se trata de un grupo humano que no encajará en el nuevo modelo social (un mundo en el que se trabaje cada vez más a cambio de cada vez menos y en condiciones cada vez peores).

La raza blanca tiene más iniciativa y es más imaginativa, creativa y disciplinada que otras razas. Ha heredado una fortísima carga apolínea (racional y lógica) en sus razonamientos y tiende a hacerse demasiadas preguntas. De nuevo, para anular estas cualidades, es necesaria una enorme red mediática.
La raza blanca tiene los medios (herencia cultural, patrimonio artístico, código genético, historia, etc.) para inspirarse en el pasado y elevarse por encima de las servidumbres del mundo material y las limitaciones de su entorno. Un pueblo que ha descubierto maneras de alimentar a su espíritu e ir “más allá”, preferirá morir antes que caer en la esclavitud.

Aunque, debido a las condiciones civilizadas y protectoras que hemos creado, la raza blanca tiene más cantidad de retrasados mentales y desperdicios evolutivos que otras razas, históricamente, ha engendrado también muchos más genios. Si algún día pudiese nacer un genio capaz de levantar a las masas y ponerlas a luchar contra la globalización, lo más probable sería que dicho genio fuese de raza blanca.

La manipulación psicosocial de la raza blanca es cara. Se requiere un bombardeo de mensajes sedantes, neutralizantes y embrutecedores las veinticuatro horas al día, el mantenimiento de circos mediáticos enormes, de una educación castrante y de sistemas de domesticación de tipo religioso (véase Concilio Vaticano II), legislativo e ideológico. La manipulación social de otras razas es mucho más barata: las chucherías, el dinero y las comodidades de baja estofa sirven de sobra para seducirles. Esto es evidente tanto en el Tercer Mundo como en Asia Oriental. El Mercado ha necesitado milenios para domesticar a la raza blanca, pero en China ha bastado abrir el grifo del dinero para que el pueblo se arrojase a los brazos del consumo. En el Tercer Mundo la cosa es más sencilla aun: los objetos llamativos, la música y las drogas hacen en una generación el trabajo que con la raza blanca llevó cientos de generaciones.

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Por tanto, todas las razas deben ser abolidas, pero es especialmente la raza blanca la que debe ser disuelta. El único grupo social que sobrevivirá a este maremágnum será aquel que practica para sí (pero no predica para los demás) un racismo feroz, cruzándose sólo con personas de su misma casta. El resto estará destinado a sumirse en una masa sin identidad, el ganado perfecto para llevar al matadero, el rebaño mundial con el que sueñan los jefes de la globalización. Cabe añadir que el multiculturalismo es el fin del mismo multiculturalismo, ya que a la larga, tenderá a generar una cultura única, sin nada que aglutine a las masas, salvo su común dependencia de la red global.

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