Opinión

El fin de la pederastia

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Muerto el perro católico, se acabó la pederastia.

Si ya lo sabían seguramente los dirigentes republicanos del 31 –los de la legítima- y muy seguramente volvían su mirada para otro lado cuando sus muchachos -cañameros ellos- armados de razones, fusiles y pistolas se cargaban curas y religiosos y violaban a las monjas antes da darles matarile, en número de órdago, sin otro ánimo que acabar con esa plaga tan asquerosa, claro y vino Franco –ay, este hombre- a salvar a los pederastas, a perpetuarlos en los seminarios, qué hombre, qué hombre. Luego se quejan sus familiares de que le quieren desenterrar y sentarle en cualquier parque.

Y yo, tonto de mí, que andaba mirando a los orgullosos del gayismo y les involucraba gratuitamente, pensando que tras una cosa iba la otra, en plan Sodoma y tirando a homofóbico, sin contar con los viciosos santos padres, con la patrística tan tendenciosa ella y los evangelios, ay, los evangelios. ¡Ay, estos testamentos! Menos mal que el papa Francisco ha advertido esta deriva con su olfato lunfardo y ha cortado por lo sano, pide perdón por el roto sin dejar claro su tamaño, todo queda en un mal sueño y paga una ronda que va a durar ni se sabe. Eso sí, no tenemos idea de la entidad del mal ¿Un 10%? ¿Un 0,5%? ¿Un 0,001? ¿Un 50%?.

¿Dónde están los servicios periodísticos del Vaticano? ¿Quién se ocupa de que no sepamos de qué va? ¿No van por las tardes? Si Soros paga bien no tendrá fin. Creo que de sine die va la ronda porque han entrado hasta la cocina y le tienen cogidico. Parece una crisis hecha a medida. Sin datos comparativos, números o tendencias seculares. ¿No hay ningún guarro fuera de la iglesia? ¿Los sufre la iglesia en número especialmente alto por virtud del maldito celibato o es un mal universal que la ha pringado y alguien anda con el soplillo porque no se siente orgullosa de ser partidaria de los heteros como debiera? No se sabe ni se sabrá si son cuatro guarros, treinta mil, o todos los de la sotana.

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Yo he conocido muchísimos sacerdotes y ¡Ninguno –ninguno, repito- perdía aceite! Jamás he visto a ninguno en esas vicisitudes, ni víctimas, ni nada de nada… ni habladurías siquiera y ahora surgen como cucarachas. Ya se ocupará el Soros de jugar su mano, que le están dando unas cartas que ya quisiera Fernando VII.

Hay que salir al paso, ya. Algo huele a podrido donde no debe y me malicio el origen, que respeta de sospechas a otras iglesias y a otras tendencias y colectivos de la liberación y de la no liberación. ¿Contra quién aplauden, decía Unamuno?

Ahora, una vez enmerdada la iglesia católica hasta el techo para los restos –que vendrán las secuelas, las precuelas y lo que no está en los escritos- y para reinterpretar la historia del cristianismo, hasta pillar a san Juan Pablo II en 3D tocando lo que no debía a una monjita polaca, a Roland Reagan, andándole a la Thatcher en el transcepto, hasta dejar impoluto y libre de cualquier mácula, al palmarés comunista en la comparación odiosa que se nos sugiere a todos, sólo le queda al pontífice detectar y poner en las llamas a asar para que todo el mundo se entere, a los pederastas del Catastro, a los de Hacienda, a los de la Torá, a los de Industriales, a los de Fomento, Caminos, musulmanes, tibetanos, budistas, espiritistas, los de veterinaria, los de aparejadores, tunos, animistas, alicatadores, fontaneros, de Filosofía y Letras, a los del Brexit, a los de la CEPIME, a los de IBEX 31, los de Caminos, los del NASDAQ, Dow Jones, Nikkey… Ni se sabe.

Pero esa mansa prudencia descomprometida, que les hace asumir los martirios en la zona roja como algo liviano y propio de la época, con los que terminó Franco, que superaron los de 10.000 cristianos -sacerdotes, religiosos y laicos, que los convierten en la mayor persecución de la Historia, superando a la de Diocleciano que fue de avío- sin que eso haya suscitado ningún agradecimiento y se mire para otro lado cuando se trata de la profanación de sus restos en sagrado, hace sospechar que a los comunistas no les satisface esa sumisión y que han buscado una nueva arma de destrucción masiva: Pringar de pederastia a la iglesia de Cristo y si es posible llevarse por delante a san Juan Pablo II, su machacador oficial, que algo queda, dejando a salvo la transigencia con la homosexualidad, que eso es discriminatorio y poco evangélico. ¡Es incomprensible!

Se acabó la iglesia católica y se puso fin a la pederastia, se diga lo que se diga, porque el que es causa de la causa es causa del mal causado y los LGTB a campar por sus respetos y a desfilar por las calles libres de cualquier sospecha. Los hijos de las madres musulmanas y comunistas, bolivarianos ellos, no padecerán esa lacra que traían los misioneros celibataires, porque eso es del agua con bromuro, de la cal de las aguas duras, o de la oración, ya se sabe de siempre, pero ahora que nuestro papa ha dado con la solución genuflexa, sin resquicio a la duda de donde residía el mal, ha librado al mundo de maricones con sotana y de infiltrados. Sólo quedan lo demás, que no son pocos y no les importan a nadie, si quitamos a los de VOX. Ahora está servida la confusión demoníaca. ¿Quién va a pedir perdón a quién?

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No se sabrá quién es quién, por más deje que tenga, o aceite que pierda, -porque eso cae en la ley de protección de datos, mira tú, o puede ser delito de odio- ni si eran tantos o tan pocos los obispos que andaban sobeteando al del butano y al que traía el correo, porque la iglesia asume lo que le impongan. Anda que no les gustaba eso una vez que tenían el báculo en la mano, dirán sus admiradores, que tanto les había costado. Vete a recuperar el crédito. Todo vale en la nueva sinonimia que le han colado al pater. Iglesia católica=pederastia. Vete a reponer las cosas a su estado anterior.

El demonio no descansa y ahora le toca al Espíritu Santo una tarea que para qué, menos mal que no es argentino, que se sepa. Que la sangre de san Pantaleón, víctima de Diocleciano en el siglo III, que se sigue licuando cada año, que ya son unos cuantos, mantenga despierto a quién proceda para recordarle que ya son muchas mejillas las expuestas y que la información que recibe el pueblo de Dios y el soberano de cada día, cojea del lado de siempre, del izquierdo.

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