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El drama sin fin en Venezuela: vuelven las filas para conseguir agua en los riachuelos y desagües de Caracas

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Millones de venezolanos se han quedado sin “una gota de agua” en un desabastecimiento agudizado por la serie de apagones masivos desde inicios de marzo, que forzaron al dictador Nicolás Maduro a racionalizar la electricidad y reducir la jornada laboral.

La escena es la misma en muchos barrios de Caracas. Familias enteras haciendo colas y cargando varios bidones y baldes, para recoger agua de manantiales, roturas de tuberías, cunetas, de los camiones cisterna proporcionados por las autoridades o de lo poco que fluye por el río Guiare.

“Tenemos niños pequeños y no tenemos con qué darles una gota de agua para tomar”, exclamó Maria Rodríguez, en Caracas.

Las cercanías del palacio presidencial de Miraflores, custodiadas por decenas de agentes y tanquetas de la Guardia, fueron tomadas casi en su totalidad por una veintena de protestas en las que los vecinos cortaron las vías, armaron barricadas y corearon consignas antigubernamentales. En estas manifestaciones los ciudadanos mostraron recipientes vacíos para denunciar que el agua no corre por las tuberías de sus hogares desde hace tres, cinco u ocho días.

Si bien claman por soluciones, muchos de ellos no están dispuestos a aceptar paliativos como la distribución de agua a través de camiones cisternas que el Gobierno ha desplegado dentro de su plan de contingencia mientras reactiva el bombeo del líquido hacia todas las comunidades. “Estamos peleando por la cuestión de la luz, del agua, ya tenemos 20 y pico días sin agua”, dijo a Reuters Yofre Gámez, un vendedor informal de 32 años.
Más allá del pulso entre el régimen y la oposición, los expertos advierten que urge solucionar la falta de agua. “Puedes sobrevivir sin luz, pero no sin agua (…) El peligro de confrontación aumenta porque pones a la gente en un límite crítico”, advirtió al analista Luis Salamanca.

Al grito de “no quiero cisterna, quiero agua de chorro”, la muchedumbre que protestaba en la capital ahuyentó a los dos vehículos que llegaron a la zona para distribuir agua.

Uno de ellos fue tomado por otro grupo de manifestantes que, unos metros más hacia el este, se abalanzó para llenar sus bidones.

El conductor de esa cisterna, que pidió conservar el anonimato, dijo a Efe que su destino inicial era el hospital Pérez Carreño, pero que recibió una orden telefónica indicándole que se desviara hacia esa zona para intentar apaciguar las protestas.

El ministro de Salud, Carlos Alvarado, admitió al canal estatal VTV que ha habido “algunas dificultades” con el suministro de agua en algunos hospitales que están siendo atendidas por el Ejecutivo dentro de un plan de contingencia-

“Esto no lo aguanta nadie, pasamos casi todo el día sin luz, no hay agua desde el lunes (pasado), no se puede llamar por teléfono, no podemos pagar con tarjetas, ni comer”, dijo Karina Camacho, una ama de casa de 56 años, que vio frustrada la compra de un pollo porque justo después de pedirlo ocurrió el apagón y la balanza eléctrica y el dispositivo de pago de tarjetas de crédito dejó de funcionar.

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