Opinión

“El Cristianismo y la barra libre para ofender” por Fátima Pellico

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[U]na de las últimas imbecilidades con que el IKEA político patrio o europeo ha tenido a bien decorar las noticias ha sido la sugerencia de la Comisión Europea de que no se diga “Feliz Navidad” sino “felices fiestas”, que es como más inclusivo, más chachi piruli y donde hasta quienes no profesan el Cristianismo pueden sentirse dentro de algo que, humanamente hablando, no les corresponde. 

En Navidad los cristianos celebramos que Dios nace, se hace hombre, carne humana, y por su terrible sacrificio en una cruz de madera con unos clavos descomunales se deja matar para que tengamos vida eterna y Dios no nos envíe donde merece nuestra calaña. 

Bien, pues mi pregunta es clara y mi respuesta, contundente. 

¿Por qué debemos decir felices fiestas dejando de lado que es Navidad? Porque ni los musulmanes ni los judíos, las otras dos religiones del Libro, dejarían que se tomaran sus fiestas como una especie de jolgorio sin valor religioso. 

Hasta donde sé y por lo que he leído, la progresía felicita el Ramadán y no dice “felices fiestas” y sino feliz Ramadán. Seguramente sean conscientes de que los musulmanes no tienen sentido del humor con sus creencias, como es lógico y han demostrado cuando alguien se ha burlado de Alá o de Mahoma. Con los judíos, tres cuartas partes de lo mismo, pero sin caer en esa facilidad para limpiar ofensas que tienen los musulmanes. 

Con el Cristianismo la cosa cambia porque es una religión universal donde Cristo, Dios hecho hombre, por medio de su sacrificio ha vencido a la Muerte y al Mal: A Satán en sus múltiples formas y encarnaciones. 

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Al frivolizar con la Navidad se está intentando dar un paso más en ese vano intento por dejar al hombre aún más desguarnecido en la parte espiritual. 

El cristiano es humillado, insultado, vejado, asesinado, torturado, pero nunca jamás devuelve el golpe, ergo riámonos de los cristianos, que parecen idiotas. 

En España concretamente cualquier vejación de los sentimientos religiosos es tomada como libertad de expresión. Cualquier malnacido, incluidas mujeres, puede cagarse en Dios o la Virgen, puede usar el Cuerpo de Cristo en forma de hostia consagrada para una mierda pinchada en un palo de perfomance o autodefinirse como mamarracha profesional disfrazándose de la Virgen María para promocionar un disco zurullesco, que la Ley le ampara bajo el paraguas de la libertad de expresión. Pero de libertad de expresión tiene lo que yo de prostituta de la calle Montera, en Madrid, es decir: nada. 

Es lisa y llanamente un ataque frontal contra el muro que separa el Bien del Mal, la Vida de la Muerte. 

 Esto que parece que no tiene importancia, el intentar convertir en humo las celebraciones cristianas, es otro signo más de estos tiempos. 

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Y más que nunca debemos gritar a los cuatro vientos: En el Cielo y en la Tierra feliz Navidad a los hombres de buena voluntad. 

 

 

Fátima Pellico

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